Un salto al vacío cambió su vida: Marc Clotet, el actor español que cumplió su sueño de trabajar en la Argentina
En diálogo con LA NACION, el protagonista del thriller policial Último primer día habló de su decisión de abandonar su empleo en una multinacional para subirse a un escenario y confesó que hacía tiempo que añoraba tener la oportunidad de sumarse a un proyecto en nuestro país
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Tiene 41 años, es español y uno de los protagonistas de Último Primer Día, la nueva serie argentina que se estrena este jueves por la pantalla de Flow. Su rostro de facciones perfectas se ilumina cada vez que habla de este proyecto, que lo trajo al país por tres meses y en el que comparte cartel con Eleonora Wexler, Rafael Spregelburd, Ana Celentano y Juana Viale, además de un grupo de adolescentes liderado por Minerva Casero y Santiago Achaga.
“Me atrapó la historia, como se cuenta con el uso de los flashbacks. Esto de morir en el minuto uno pero estar presente en toda la serie fue un reto para mí”, le confiesa Marc Clotet a LA NACION sobre este thriller policial que lo tiene como figura y donde interpreta a Joaquín Vergara, un carismático profesor de biología que es misteriosamente asesinado durante la fiesta del UPD (“último primer día”) de un exclusivo colegio.
La fórmula no es nueva pero sí sumamente tentadora: problemáticas adolescentes, un crimen por resolver y secretos que saldrán a la luz manteniendo en vilo al espectador cada minuto. “Todo comienza el primer día de clases cuando Dolores (Minerva Casero), Tomás (Santiago Achaga), Nahuel (Lautaro Rodríguez) y Ana (Candela Saitta), amigos inseparables desde preescolar, concurren a clase luego de su UPD, una descontrolada fiesta a orillas del mar. Al llegar al colegio, se dan cuenta que falta Agustín (Lion Bagnis), quien ha desaparecido en medio de la celebración. Ante la llegada de la policía, los alumnos tendrán que someterse al interrogatorio de una fría y calculadora detective (Eleonora Wexler), que ha sido asignada para investigar la muerte de Joaquín, o sea, mi personaje”, cuenta entusiasmado este galán que, sin dudas, será el eje central de la historia y enamorará a más de uno con su acento español y su sonrisa.
-¿Cómo te llegó la propuesta de sumarte a esta serie hecha en Argentina?
-Me llego a través de mi representante local, Mauricio Catarain, de la agencia Chekka. Me mandó el guion y me dijo que lo lea porque yo encajaba perfecto para el papel. Y la verdad es que me atrapó desde el minuto uno. Aparte hacía mucho tiempo que tenía ganas de trabajar en Argentina. Había trabajado en México, en Estados Unidos, en República Dominicana pero nunca aquí, y admiro profundamente cómo se trabaja en este país. Yo me formé con Javier Daulte en Barcelona, así que cuando leí la propuesta, dije: “¿Dónde hay que firmar para vivir esta aventura?”.
-No es la primera vez que interpretás a un docente (en la serie Física o Química hacía de un profesor de educación física), pero Joaquín es totalmente diferente…
-Joaquín es un profesor de biología, un amante de la naturaleza muy involucrado en la lucha por cambiar el mundo. Es alguien muy inspirador que cree en los valores del trabajo, de la libertad y que intenta transmitírselo a sus alumnos de una forma pedagógica muy admirable. Aunque también van a ver que esconde algunos secretos, que se irán develando a medida que vaya avanzando la historia.
-El que interpretás es un profesor muy al estilo Merlí.¿Te hubiera gustado tener un referente así en el colegio?
-¡Lo tuve! Ya falleció pero se llamaba Ricard y nos daba dibujo y plástica en la escuela. Lo tuve varios cursos y me marcó. Así que me inspiré bastante en él para este papel porque era alguien a quien admiraba, a quien quería escuchar y con el que aprendía muchas de las cosas de vida que sé hoy y que aplico a diario, que es lo que te llevas en definitiva. Creo que la gran diferencia es encontrar profesores que te traten como adulto, como un ser individual y no como alguien dentro de un grupo sin independencia.
-¿Y cómo fue instalarte en Argentina para el rodaje?
-¡Maravilloso! Fueron tres meses, así que me vine con toda mi familia porque Natalia (Sánchez), mi pareja, también hizo una participación en la serie. Así que nos instalamos en Buenos Aires y los chicos hasta fueron al kinder. Fue una experiencia muy bonita que pudimos compartir todos; un bello recuerdo que quedará por siempre en nuestro corazón.
-¿Era tu primera vez en el país?
-Había estado de viaje como mochilero hace 20 años pero no había vuelto desde entonces, y me encanta porque me siento como en casa. Creo que a nivel cultural compartimos muchísimas cosas y lo considero como mi segunda casa. Así que espero que éste sea el primero de muchos proyectos.
-¿Te llevas amigos?
-¡Claro que sí! Mejor no podrían haberme recibido. Con los chicos del elenco estuvimos viviendo durante dos semanas en el mismo hotel en Pinamar, compartiendo las 24 horas y nos hemos hecho todos muy compinches. Fue la misma sensación que vivís en un viaje de egresados o cuando vas de campamento. Cuando eso pasa quiere decir que se han establecido vínculos.
Arriesgarse y saltar al vacío
Si bien de chico tuvo algunos acercamientos a la actuación, su vida transcurría sin sobresaltos en el Departamento de Marketing de una multinacional española. Una empresa prestigiosa, un sueldo fijo todos los meses y un futuro prometedor parecían ser el escenario perfecto para este graduado en Administración de Empresas, allá por 2004. Sin embargo, algo lo desvelaba por las noches. Esa otra fantasía que había quedado en el camino y que cada tanto volvía a su mente bajo la hipotética pregunta de: “¿Qué hubiera pasado si…?”.
Y casi como si se tratara de una película, a los 26 años llegó esa señal que lo animó a dar el gran salto: Carol Rosenfeld, una reconocida profesora de teatro neoyorkina, llegaba a Barcelona para dar una masterclass. Pero anotarse en el encuentro no fue suficiente para este amateur que, después de mucho pensarlo, hizo las valijas y voló a Nueva York para tomar un curso intensivo. Así fue como en 2007 decidió calzarse el traje de actor y cerrar la puerta de su oficina para siempre.
-¿Por qué tardaste tanto en dedicarte de lleno a la actuación?
-Yo de pequeño tenía dos grandes pasiones: la interpretación (de hecho, hice una serie a los 13 o 14 años), y la publicidad y el marketing. Cuando terminé el colegio, decidí estudiar Dirección y Administración de Empresas y considere que la actuación me acompañaría como hobby durante toda mi vida. No sé por qué, es lo que sentí en ese momento.
-¿Y cuándo hiciste el clic?
-Fue cuando retomé las clases de teatro. Iba una vez por semana y me empecé a dar cuenta que yo esperaba toda la semana que llegue ese día porque realmente ahí me lo pasaba bien. Hasta que una mañana me planteé: “¿Qué pasa si mi hobby se convierte en mi profesión?” Y así lo hice. Me fui a estudiar interpretación a Nueva York, y nunca más paré.
-Imagino lo difícil que habrá sido tomar la decisión…
-¡Muy! Renuncié a mi empleo sin saber qué me deparaba el destino. Fueron semanas y semanas de no dormir, de pensar: “¿Rompo toda la trayectoria profesional y salto al vacío?”. Lo que tenía claro es que no quería llegar a viejo preguntándome: “¿Qué hubiese pasado si ese día hubiese dado el paso?”. Dicen que el fracaso es no intentar algo y yo creo que es así. Si lo intentas y no sale, bueno… Pero al menos lo probaste, te diste una oportunidad sino te quedas sin descubrir muchas cosas de esta vida.
-Y por lo visto, el cambio valió la pena…
-¡Claro que sí! Ya son casi 15 años trabajando de lo que más me gusta y cada día doy las gracias por haber sido valiente y tomar esa decisión. Por haber encontrado algo que hace que cada día valga la pena.
-¿Hay algo que cada tanto extrañes de esa vida anterior? ¿El anonimato? ¿El tener horarios más normales?
-No, la verdad que no. La fama o el reconocimiento en la calle es algo inherente a la profesión. Si te dedicas a esto, tu deber como actor es corresponderle a la gente. Es un halago que te digan que les gusta tu trabajo o te feliciten por ello. Estoy muy contento por el reconocimiento que me proporciono también estar del otro lado porque ahora, por ejemplo, he montado una productora con mi hermana (Aina Clotet), que también es actriz, y hay una parte empresarial que conozco y no me da miedo. Le encuentro un sentido y un por qué a todo lo que hice antes.
-La oportunidad perfecta para mechar ambas facetas…
-Exacto. Si bien ya no me imagino volviendo a trabajar en una multinacional, sí me veo siendo un poco capitán de las historias que quiero contar. No soy de sentarme con los brazos cruzados a esperar que me llamen o sucedan las cosas. Soy un tipo muy activo, me gusta estar siempre creando cosas.
-¿Qué tiene que tener un proyecto para que digas que sí?
-Tres cosas: que la historia explique algo, que a nivel actoral sea un reto y trabajar con gente que me apetezca; que el viaje sea bonito. Y aquí en este proyecto lo fue desde el día uno. Desde el día que hablé con la productora, me di cuenta de la humanidad que había detrás, de cómo se abordaron los personajes (más allá de la historia), porque se trabaja mucho en la psicología de cada papel.
-En esta serie, se habla de muertes, asesinatos y algunas verdades un tanto oscuras… ¿Cómo hace un actor para quitarse de encima la carga de su personaje al final del día?
-Cuando te entregas en cuerpo y alma (porque si lloras, lloras de verdad), llegas a casa y estás destrozado. Pero un tema es la parte física y otra la parte psicológica, donde yo lo tomo como un juego. Cuando uno es niño y está jugando a ser un pirata puede ser el más malo del mundo, pero si tu mamá te llama a comer, te giras y dices: “Ya voy”. Entonces es fundamental entender que esto es un juego, porque uno puede acabar volviéndose loco sino. Aun así, después de escenas que implican una carga emocional muy grande, llegas a casa y a lo mejor no tienes ganas de irte de fiesta; eso pasa a menudo. Pero tienes que dejarlo que fluya y desaparezca.
-Una sensación, salvando las distancias, que debés haber experimentado a menudo en tu casa, siendo hijo de un médico...
-¡Todo el tiempo! Yo me acuerdo de mi madre diciendo: “Cuidado con papá, hoy tiene mala cara porque se le ha muerto un paciente”. Creo que esa filosofía de buscar lo que me gusta y luchar por mis sueños es gracias a mi padre que siempre me decía: “Oye, hoy estás y mañana no. Vive la vida, trabaja y lucha por tus sueños porque no sabemos cuánto durará esto. No somos eternos”.
-Viendo todo el camino recorrido hasta acá, ¿qué le dirías a ese jovencito que tanto temor tenía de dejar su vida como empleado administrativo?
-Hay una frase que he aprendido a lo largo de los años que es: “Si al miedo lo miras a la cara, se vuelve coraje”. Creo que el miedo no tendría que condicionarnos ni limitarnos en nuestras decisiones, uno tiene que luchar por lo que quiere siempre. Y si trabajas, las cosas se dan de una manera u otra, así que le diría que siga luchando y que nunca tire la toalla.
Amor en el set
Sensible, romántico y familiero, Marc Clotet es tan correcto y respetuoso que hasta pide disculpas por no hablar de su matrimonio de casi dos años con Ana de Armas (se casó en 2011 en una íntima ceremonia en la Costa Brava), ya que no quiere incomodar a nadie. “Ya pasaron 10 años y cada uno tiene su vida y su carrera”, se excusa amablemente.
Y si bien el ser reservado con su vida privada ha sido una elección a lo largo de su vida, su mirada se ilumina cuando habla de su familia, esa que formó junto a la actriz Natalia Sánchez, a quien conoció sobre las tablas y con quien desde 2014 vive una gran historia de amor. “Me siento feliz y afortunado de tener la familia que hemos formado con Natalia y los dos pequeños”, confiesa en referencia a sus hijos, Lía de 3 años y Neo de 1 año y medio.
-¿Cómo fue volver a trabajar con tu mujer en esta serie?
-Trabajar con Natalia es trabajar con la persona que más confianza tengo, con la cual me entiendo a la perfección. Nosotros nos enamoramos así, trabajando en una obra de teatro que se llamaba Amantes. Es un gusto, nos la pasamos muy bien porque cuando te miras sabes todo lo que hay detrás, quién es cada uno y en qué momento estamos. Y eso es muy bonito. Ojalá que podamos trabajar juntos muchas veces más.
-Tienen dos niños muy pequeños... ¿Te cambió la paternidad?
-¡En un cien por cien! La paternidad te cambia la vida por completo y quien diga lo contrario, miente. Dejas de ser tu referente y pasas a tener, en mi caso, a dos personas que son tu vida y por las que piensas ante cada decisión que tomas. Ya no decides por ti solo. Además de que es un rol que requiere de mucho trabajo pero lo importante es compartir momentos de calidad.
-¿Cómo hacen para organizarse con la crianza entre tanto trabajo y tantos viajes?
-Ahora tengo la suerte de que Natalia se ha podido quedar en Madrid con ellos. Pero cuando ella estrenó una serie para Netflix, fui yo el que los he cuidado y así vamos tratando de compaginar y conciliar todo el tiempo. Aunque debo reconocer que ella es una madre full time, tiene un merito y una dedicación absoluta. Yo intento serlo todo lo que puedo y quiero serlo mucho más, pero ella me gana (risas).
-En lo que son un gran equipo es en las campañas solidarias que hacen juntos como, por ejemplo, #YoMeCorono, la iniciativa que lanzaron en busca de una vacuna contra el covid...
-Mi padre (Bonaventura Clotet) es médico y en los ‘80 fue uno de los pioneros en la lucha contra el SIDA. Siempre estuvo muy vinculado a la investigación y cuando apareció el coronavirus volcó todo su conocimiento a esta nueva pandemia que nos cambió la vida a todos. Así que con Natalia nos propusimos ayudar porque hacían falta muchos recursos para investigar y creamos la iniciativa #YoMeCorono que fue un boom a nivel mundial. Se sumó Sharon Stone, Pedro Almodóvar, Antonio Banderas, Lionel Messi, Tiziano Ferro, entre muchos artistas. No sólo ha recaudado muchísimo sino que aún sigue activa. La idea es ayudar en lo que cada uno pueda para hacer un mundo mejor. Porque como cree Joaquín, mi personaje en UPD, hay que luchar fuerte si queremos cambiar este mundo.
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