Nano: un galán certero, la heroína que no fue y el escándalo que casi condena a la novela a un cambio de horario
Protagonizada por Gustavo Bermúdez y Araceli González, se convirtió desde su estreno en la novela más vista de las tardes de El Trece con un romance que mezcló policial, ecología e integración
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Con un promedio de 28 puntos de rating, algo impensado para los números de la televisión argentina de hoy en día, Nano se convirtió, en 1994, en la telenovela elegida por los espectadores. A 30 años de su estreno, aún permanecen algunas escenas icónicas en los televidentes más memoriosos, aquellas que tenían como escenario natural el parque acuático Mundo Marino, que, por ese entonces, era la cita obligada para veraneantes de la Costa Atlántica y en donde se veían las hazañas protagonizadas por animales marinos amaestrados.
Justamente, en ese espacio, se enmarcaba la historia, donde Nano (Gustavo Bermúdez) era uno de los entrenadores que había encontrado allí un refugio para huir de la realidad. Enfrentado a su padre, Noel Espada (Arturo Maly), y cansado de la mala relación con su mujer (Emilia Mazer), una villana de antología, Nano mantenía una vida “oculta” a los ojos de los demás. Su rutina diurna en el oceanario, contrastaba con su otra actividad, la delictiva: bajo el apodo de “El Gato”, por las noches se dedicaba a robarle a los más ricos para repartir el botín entre los más necesitados, como una suerte de “Robin Hood” contemporáneo. Además, mantenía un vínculo extramatrimonial con Crista (Silvia Pérez), aunque su relación nunca llegaba a consolidarse.
En Mundo Marino, un día conoce a Camila (Araceli González), una joven que, tras presenciar el asesinato de su madre, perdió la memoria y el habla, pero se comunica por el lenguaje universal de señas. Aunque provienen de mundos completamente diferentes, la pareja, comenzará una historia de amor entrañable, aunque repleta de obstáculos. Nano trascendió fronteras, se vio en más de 70 países, se dobló o subtituló en más de 20 idiomas y tuvo hasta su versión latina en la cadena Univisión como Te amaré en Silencio, con Eduardo Yañez y Ana Carolina de Fonseca, en los roles de Bermúdez y González.
“Todo lo que hice con las orcas fue muy movilizador y emocionante”, cuenta Bermúdez a LA NACIÓN. “Recuerdo todo ese recorrido hasta llegar a conectar con las orcas y la oportunidad que me daban en Mundo Marino, ya que ellos eran muy estrictos y responsables”, suma el actor, que luego de la exitosa experiencia con Nano, protagonizaría Sheik y 1000 millones -una vez más, con González-, Alén, luz de luna y Alas, poder y pasión.
La telenovela originalmente se iba a llamar Camila, la hija del silencio, con la dupla Bermúdez y Andrea Del Boca. Cuando finalmente la actriz optó por quedarse en Telele para otro proyecto, Torres rebautizó la producción como Nano, en referencia al apodo de uno de sus ídolos, Joan Manuel Serrat. “Todo parte de algo no planeado, el único que tenía todo firmado era yo y, sin pedirme exclusividad, pude hacer Nano en Eltrece, y Perla Negra en Telefe”, le dice Torres a este medio. “Escribir para Gustavo fue un placer; él nunca fue el acompañante, él fue un protagonista masculino, si ves el peso en Celeste y en Celeste, siempre Celeste, en Antonella, fue más que importante. Acá pasó lo mismo: yo sabía dónde ganaba Gustavo, dónde llegaba al corazón y trataba de explorar esas escenas cuando escribía. Pensábamos muchas cosas y sentíamos de la misma manera; él nunca fue un machista en la vida real y me venía bien, porque arrancaba con galanes un poco machistas, pero con el correr de los capítulos se hacían más hombres y menos machos”.

A Bermúdez y González los secundaban Emilia Mazer, Cecilia Cenci, Lydia Lamaison, Graciela Pal, Andrea Pietra, Alejandro Awada, Alejo García Pintos, Mercedes Funes y Mario Pasik, entre otros. Estos dos últimos, que hacían de padre e hija, fueron objeto de cuestionamiento por un episodio que terminó con el pedido del COMFER (Comité Federal de Radiodifusión) de trasladar la telenovela a las 22.
“Tuvimos una situación bastante difícil”, recuerda Torres. “En un momento me llaman del canal porque había desarrollado una historia de dos capítulos entre el padre y su hija de 15 años en la que se hablaba del clítoris. Por entonces, el 90 por ciento de los hombres no sabían para qué era, y diría que el 50 por ciento de las mujeres tampoco. Todo empezaba con una escena en la cual están charlando los personajes, y la joven le pregunta a su padre: ‘¿Qué es el clítoris?’ y el padre se abatata, porque en aquella época había cosas que no se podían hablar con las hijas. Sin saber qué decir, el padre se va, y en la siguiente escena el hombre está con Nano y le pregunta si las orcas tienen clítoris. Nano se sorprende, pero cuando su amigo le explica que su hija le preguntó por el tema, le dice que se asesore, que compre libros. Finalmente, él consigue vencer la vergüenza que le da ese tema tabú y termina hablando con su hija, dándole información. Eso fue elogiado en el Corriere della Sera diciendo por fin en una telenovela se animaba a hablar de educación sexual”, revela el guionista.
Desde su canción original, “Abrázame”, interpretada por el cantante Carica, un vendedor ambulante que interpretó la letra escrita por Patricia Sosa, refería a las características de la heroína sordomuda: “quiero gritar tu nombre hasta que lo atrape el viento”, “a veces sobran las palabras si tu mirada es la que habla”, “puedo ser la voz de esta pasión” ó “yo te puedo amar en el silencio”.
En la telenovela, además de las clásicas idas y venidas románticas, se les sumaban temas como desórdenes alimenticios, educación sexual, homosexualidad, integración, memoria, ecología y hasta se dio el lujo, gracias a la ficción, de volver a una línea de telenovelas protagonizadas por hombres, en una saga iniciada con Enzo Viena (Nino), Claudio García Satur (Rolando Rivas Taxista), Arnaldo André (Amándote) y que terminó con Bermúdez como su máximo exponente.
Nano fue un hito en la televisión local, y también lo fue para su protagonista masculino: “Fue una experiencia única. Muy emocionante. Creo que después del nacimiento de mis hijas fue lo más emocionante, dejando algunos peldaños en blanco, por supuesto, porque soy un papá muy fanático de sus hijas (risas)”, resalta Bermúdez.
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