Así es el pueblo de Estados Unidos que se beneficia de las detenciones y deportaciones del ICE
En medio del endurecimiento de las políticas migratorias federales, la localidad de Winnfield, en Louisiana, se convirtió en uno de los centros más activos
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Mientras que muchas comunidades en Estados Unidos se oponen abiertamente a los operativos de detención de inmigrantes, hay otras donde estos procedimientos federales generaron un impacto favorable en sus finanzas. Tal es el caso de Winnfield, un pequeño pueblo ubicado en la región norte de Louisiana, cuya economía resurgió a partir de un contrato con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
El acuerdo con ICE que cambió el rumbo económico de Winnfield
Winnfield, históricamente conocida por su actividad maderera, enfrentó una profunda crisis económica a medida que la industria se automatizó y la infraestructura de transporte cambió. La construcción de una autopista interestatal desvió el tráfico comercial y turístico de la zona, lo que derivó en una fuerte reducción demográfica y el cierre de múltiples negocios del centro.

Sin embargo, en los últimos años, el ICE apareció como una oportunidad de revitalizar el recurso local. De acuerdo con un reporte de The Washington Post, hace seis años, la agencia federal firmó un contrato con las autoridades del condado de Winn para utilizar su prisión como centro de detención migratoria.
La instalación, que ahora cuenta con una capacidad de aproximadamente 1600 camas, se convirtió en el mayor centro de detención del estado de Louisiana y uno de los más grandes a nivel nacional.
Este cambio significó una inyección directa de recursos federales. Se crearon nuevos empleos, se mejoraron instalaciones y aumentaron los servicios en el área. Oficiales y unidades especializadas del sheriff, sistemas de videovigilancia y hasta programas de capacitación han sido posibles gracias a los ingresos generados por el contrato de detención.

El rol de los contratos federales en la economía local
En zonas rurales como Winnfield, donde una cuarta parte de la población vive bajo la línea de pobreza, según el medio estadounidense, la llegada de estos fondos transformó el panorama financiero. El contrato le garantizó el pago por un porcentaje mínimo de camas ocupadas, lo que aseguró ingresos estables, incluso si la ocupación disminuye temporalmente.
El sheriff del condado, Josh McAllister, detalló a The Washington Post cómo estos fondos permitieron la expansión de su personal, la adquisición de equipo especializado y el lanzamiento de nuevos servicios comunitarios, como unidades caninas y asistencia para adultos mayores. Incluso mencionó planes para incorporar programas de jardinería para los detenidos, así como mejoras en el control animal.
El fenómeno que ocurre en Winnfield no es aislado, en el llamado “corredor de detención” del sur de EE.UU., hay numerosos pueblos pequeños que albergan sitios similares. La región concentra algunos de los mayores centros de detención del país norteamericano, especialmente en Texas, Georgia, Mississippi y Louisiana.
Según datos de TRAC Immigration, Louisiana ocupa el segundo lugar en número de personas bajo custodia del ICE, solo detrás de Texas. El Centro Correccional de Winn promedia más de 1500 detenidos por día. Este nivel de actividad convierte a la prisión en un eje económico fundamental para la zona.

El dilema entre beneficios económicos y derechos humanos
Para muchos en Winnfield, los beneficios tangibles de la presencia del ICE se reflejan en calles más iluminadas, mejores escuelas y mayor empleo. Pero el debate ético sobre el papel de los centros de detención en comunidades empobrecidas sigue abierto.
Grupos pro-inmigrantes como Detention Watch Network advierten que este modelo económico, basado en la retención de personas por su estatus migratorio, distorsiona los objetivos de justicia y compasión que deberían guiar la política migratoria del país norteamericano. Sostienen que los incentivos financieros están configurados para aumentar las detenciones y reducir costos por persona, una fórmula que ha llevado al crecimiento sostenido del sistema en las últimas décadas.
Mientras las conocidas "ciudades santuario" en otras partes de EE.UU. se enfrentan con el gobierno federal por políticas de deportación, pueblos como Winnfield hallaron una forma de mantenerse a flote en un contexto económico adverso.
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