Hay piezas con historia, que forman parte del cofre real. El resto son creaciones que la Reina compró en algunos de sus viajes alrededor del mundo
Los insectos invadieron el guardarropa de la reina Máxima. Están en casi todos sus equipos, como una simpática y colorida plaga. Las imágenes que ilustran esta nota –tomadas durante compromisos de Estado– son contundentes: vemos tres mariposas doradas posadas sobre su hombro derecho, otra con piedras preciosas que se enredó en el pelo, una libélula prendida en su cintura, dos escarabajos bien distintos entre sí que hicieron nido en su pecho… Además de una intimidante familia de arañas gigantes que avanza hacia su cuello.
No sabemos con precisión cuándo le “picó” el gusto por los insectos, pero ya los convirtió, junto con los “maxicollares”, en uno de sus sellos de estilo. Ahora, la pregunta inevitable: ¿de dónde salieron tantos bichos? Algunos, los que están hechos con materiales preciosos, formaban parte del cofre real (como la mariposa de brillantes y esmeraldas que el rey Guillermo le regaló a la reina Emma).
Otros son creaciones contemporáneas de distintos joyeros, que fue comprando en sus viajes alrededor del mundo. Como en la tienda del arquitecto Celedonio Lohidoy, que la reina de Holanda suele visitar cada vez que aterriza en Buenos Aires. “Es una mujer joven de alma y aspecto, muy educada y decidida. Sabe lo que quiere, lo que le queda bien y se anima a combinar. No pide creaciones especiales: llega al local y elige entre las piezas que están a la venta. Es la clienta perfecta porque elige entre lo que hay, no se queja: si le gusta algo, se lo lleva”, dice Celedonio.