Cómo prevenir quemaduras en casa durante el invierno y qué hacer en caso de accidente con calor o fuego
Con las estufas y el agua caliente los riesgos aumentan en invierno; cómo prevenir accidentes y qué hacer (y no hacer) si ocurren, paso a paso
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Las quemaduras son lesiones frecuentes durante los meses fríos. Estufas, fuegos, agua o aceite calientes y todo tipo de fuentes de calor se convierten en parte de la rutina hogareña en invierno. Pero también son, lamentablemente, causa de accidentes. Por eso, lo mejor que se puede hacer es evitar que ocurra.
Parece una obviedad, pero no siempre lo tenemos presente: no hay que avivar el fuego con combustibles ni encendedores improvisados, se debe tener sumo cuidado al manipular líquidos calientes, y prestar especial atención si hay niños cerca. Ellos son especialmente vulnerables.
A la hora de cocinar, las ollas deben ir en las hornallas más cercanas a la pared, evitando dejar los mangos y las asas al alcance de una mano curiosa que pueda derramar agua o aceite caliente generando graves consecuencias. Por el mismo motivo, el termo del mate y las tazas de café o té debe estar siempre lejos de su alcance.
Las estufas y las garrafas deben ser manipuladas con precaución, y es indispensable un mantenimiento adecuado y periódico. Las bolsas de agua caliente se desgastan con el tiempo y se rompen. También pueden perder su tapa, y no deben usarse para dormir. La prevención, en todos estos casos, es clave.
Pasos a seguir
Cuando la quemadura sucede, es fundamental saber cómo actuar. En primer lugar, mantener la calma. Esa tranquilidad que parece tan difícil en el momento es esencial para ayudar adecuadamente a quien se quemó o para ayudarse a uno mismo si es el caso. Luego, lo inmediato es colocar la zona afectada bajo agua corriente fresca. Esto ayuda a detener el proceso térmico y a aliviar el dolor.
No es necesario usar suero fisiológico: el agua de la canilla está bien y, en general, es más accesible en cantidad suficiente. Tampoco debe estar a muy baja temperatura, o congelada: no hay que aplicar hielo. Agua fresca corriente y abundante por más de 10 minutos es una excelente medida, porque detiene el avance del calor y el proceso de la quemadura.
También es importante retirar la ropa y las joyas de la zona afectada. Pero con una salvedad fundamental: si alguna prenda o accesorio está pegado a la piel, no hay que tironear. En ese caso, mojar igualmente, aunque no se desprenda, y dejar que lo evalúe un profesional.
Si la quemadura es extensa, hay dolor intenso, dificultad para moverse o signos de descompensación, no hay que dudar en llamar a una emergencia médica.
Cuando hay flictenas -es decir, ampollas- lo recomendable es no romperlas. La piel levantada actúa como una protección natural de la zona quemada. Manipularlas sin indicación puede facilitar infecciones o empeorar la lesión.
También se pueden colocar cremas o ungüentos con acción reparadora, pero siempre con criterio: no todo lo que calma es adecuado. En niños pequeños, cuando por desesperación se los mojó en exceso, se puede envolverlos en sábanas secas y limpias mientras llega la asistencia. Recordemos que, ante quemaduras extensas, uno de los riesgos es la hipotermia.
Si necesitan acudir a la emergencia por sus propios medios, la mejor forma de trasladarse es colocando una gasa o pañuelo limpio embebidos en agua sobre las quemaduras hasta conseguir asistencia médica.
Los no
Tan importante como saber qué hacer es tener claro qué no debemos hacer. Nunca aplicar remedios caseros, alimentos, plantas, ni productos que no estén específicamente diseñados para uso en la piel. La pasta de dientes, por ejemplo, es un error común que puede empeorar la lesión.

Tampoco debe colocarse hielo ni agua muy fría: además de dañar más los tejidos, pueden inducir hipotermia o provocar una quemadura por congelamiento. El alcohol o el agua oxigenada tampoco se recomiendan.
En lo posible, es mejor evitar el algodón: la pelusa se adhiere a la piel dañada y luego es muy doloroso retirarla. Deben evitarse las pomadas con antibióticos o corticoides sin indicación médica. Y por sobre todas las cosas: no perder la calma. La persona herida necesita contención, claridad y asistencia rápida.
Los sí
Tener un botiquín bien preparado también puede marcar una gran diferencia. ¿Qué incluir? Gasas estériles, vendas de gasa, vaselina, o ungüentos reparadores de venta libre. El suero fisiológico puede servir, pero en general será necesario en cantidades que no siempre tenemos en casa, por eso reitero: el agua corriente es una herramienta eficaz y suficiente en la mayoría de los casos.
Las quemaduras pueden dejar secuelas físicas y emocionales, e incluso poner en riesgo nuestra vida. Por eso, estar preparados puede cambiar una historia.
Por Lucía Torroba Werner
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