El secreto detrás de las joyas que Carlos le regaló a Lady Di: por qué no las quería usar
Las únicas piezas que realmente valoró de parte del príncipe fueron aquellas obsequiadas con motivo del nacimiento de sus hijos
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Lady Diana Spencer era trece años menor que el príncipe Carlos. Mientras que él tenía 32 años, ella tenía 19 y un guardarropas alejado completamente de lo que se puede esperar de una princesa. Así fue como tuvo que salir a comprarse ropa: “Tenía un vestido largo, una camisa de seda, un par de zapatos elegantes y eso fue todo”, admitió Lady Di en su momento en una antigua grabación de audio y agregó “de pronto, mi madre y yo tuvimos que comprar seis de todo”.
Lo que no pudieron comprar, debido a su excesivo valor, fueron joyas, pero eso fue remediado por Carlos que ya al primer mes de estar saliendo le regaló a Diana un anillo de diamantes.

El anillo de compromiso
Diana eligió su anillo de compromiso a partir de una selección realizada por Garrard, el joyero real, entre más de una docena de ejemplares que fueron enviados desde Londres hasta el castillo de Windsor. Allí fue donde la futura princesa se decidió por un anillo de oro formado por catorce diamantes que rodean un zafiro oval de Ceilán. Si bien la pieza es espectacular, cuentan que no era la más grande ni la más costosa.
Las joyas durante el matrimonio
Al principio de su matrimonio, el príncipe Carlos llenó de joyas a su joven esposa: le regaló un reloj de oro, una pulsera de diamantes art decó y un par de aros de brillantes color esmeralda.

Para recordar el nacimiento de William, Carlos le regaló un collar de oro compuesto por un disco que llevaba grabado el nombre de su primogénito. Sin embargo, luego de la llegada de Harry, por quien le obsequió un brazalete de oro, los presentes de su marido se hicieron cada vez más esporádicos. Además, dada la mala relación de la pareja, Diana no usaba ninguno de los regalos de Carlos.
De hecho, muchas de las joyas utilizadas por la princesa no eran obsequios de Carlos, sino préstamos de la corona como un impresionante anillo cuadrado de esmeralda que Diana usó en un partido de polo en 1989.
Hasta el final de su vida, las únicas dos joyas que Diana conservó de su exmarido fueron el collar de oro que éste le regaló por el príncipe William y el brazalete también de oro que le obsequió por la llegada de Harry.
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