Científicos determinaron las dos edades en las que el envejecimiento se dispara
Un estudio reveló que el proceso no es gradual, sino que experimenta aceleraciones significativas y drásticas en dos momentos
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El proceso de envejecimiento, a menudo percibido como un declive gradual e ininterrumpido a lo largo de la vida, fue reevaluado por un reciente y revelador estudio científico. Investigadores identificaron dos momentos exactos y cruciales en la adultez donde esto se acelera de manera drástica y perceptible. Este descubrimiento, que se basa en un análisis molecular sin precedentes, abre nuevas vías para comprender y abordar la salud en diferentes etapas vitales.
La investigación, publicada en la revista Nature, involucró a un equipo multidisciplinario de científicos de instituciones destacadas como la Universidad de Stanford en Estados Unidos y la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur. En el mismo, examinaron a un grupo diverso de personas con edades comprendidas entre los 25 y los 75 años. El método empleado fue el estudio minucioso de más de 135 mil moléculas obtenidas de muestras de sangre, piel y heces, donde buscaron patrones de cambio a lo largo del tiempo. Lo que los expertos encontraron fue una tendencia lejos de la constancia: el envejecimiento no es una marcha uniforme, sino que está marcado por saltos abruptos.
El primer hito significativo de esta aceleración biológica se registra de forma contundente alrededor de los 44 años. Este hallazgo sorprendió a los propios científicos, quienes inicialmente consideraban que una aceleración en esta franja etaria se explicaría principalmente por la perimenopausia en mujeres. Sin embargo, los datos revelaron que este cambio drástico también ocurre en los hombres. Al respecto, el Dr. Xiaotao Shen, coautor del estudio y miembro de la Universidad Tecnológica de Nanyang, afirmó: “Esto sugiere que, si bien la menopausia o la perimenopausia pueden contribuir a los cambios observados en las mujeres de alrededor de 40 años, es probable que haya otros factores más significativos que influyan en estos cambios tanto en hombres como en mujeres”.

En esta primera etapa crítica, las transformaciones moleculares identificadas se vincularon de manera específica con indicadores de salud cardiovascular y con el metabolismo de compuestos vitales como la cafeína, el alcohol y los lípidos, que son componentes esenciales como aceites y grasas. Las alteraciones en estas complejas rutas metabólicas sugieren el inicio de vulnerabilidades que tradicionalmente se asociaban con etapas más avanzadas de la vida, lo que reposicionó la mitad de los cuarenta como un período de intensa reconfiguración fisiológica.
El segundo punto de aceleración drástica en el proceso de envejecimiento fue claramente discernido en la década de los 60. En esta fase, los cambios moleculares se manifiestan prominentemente en el sistema inmunológico, la eficiencia de los riñones y el metabolismo de los carbohidratos. La disminución en la capacidad del sistema de defensa del cuerpo y las modificaciones en la forma en que el organismo procesa los azúcares son consistentes con el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades crónicas que suelen hacerse más prevalentes a partir de esta edad. Cabe destacar que, en ambos períodos de aceleración, también se observaron impactos en moléculas relacionadas con el envejecimiento de la piel y los músculos, lo que reflejó tanto un deterioro estético como funcional.
Estos descubrimientos proporcionaron una base molecular sólida para entender por qué la incidencia de ciertas patologías, como las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, tiende a dispararse después de los 60 años. Aunque el estudio actual abarcó hasta los 75 años, los investigadores no descartan la posibilidad de un tercer pico de envejecimiento alrededor de los 78 años, una hipótesis que deberá ser explorada en futuras investigaciones para completar el panorama. La trascendencia de estos hallazgos radica en su capacidad para influir en las estrategias de prevención y cuidado de la salud.

El profesor Michael Snyder, uno de los líderes de la investigación, enfatizó con determinación la urgencia de una respuesta proactiva. “No estamos cambiando gradualmente con el tiempo. Hay cambios realmente drásticos. Resulta que mediados de los años 40 es una época de cambios drásticos, al igual que principios de los 60, y eso es cierto independientemente de la clase de moléculas que observemos. Creo firmemente que deberíamos intentar adaptar nuestro estilo de vida mientras aún estamos sanos”, declaró al diario británico The Guardian. Su visión apunta a que la intervención temprana y consciente es fundamental.
Ante la evidencia de estas aceleraciones biológicas predeterminadas, los especialistas recomiendan con firmeza la adopción y el mantenimiento de hábitos de vida saludables mucho antes de que se alcancen estos picos de envejecimiento. Esto implica, de manera fundamental, llevar una alimentación equilibrada y rica en nutrientes esenciales, complementada con la práctica regular de ejercicio físico adecuado. Una gestión proactiva del estilo de vida podría, en efecto, atenuar significativamente los efectos de estas fases de envejecimiento acelerado, incluso con la posibilidad de tener una vida más larga y con mayor calidad.
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