El lugar ideal para guardar las manzanas y que duren mucho más tiempo
Ni en la heladera ni en la frutera, descubrí dónde es el mejor lugar para guardar esta fruta y que no se ponga fea rápidamente; descubrí el paso a paso de cómo hacerlo
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En el mundo de la conservación de alimentos, las manzanas ocupan un lugar especial. Esta fruta es versátil y querida por muchos ya que puede disfrutarse durante todo el año. Aunque hay diversas opiniones sobre el mejor método de conservación, la congelación surge como una técnica eficaz para prolongar su vida útil.
Contrariamente a la creencia popular, el freezer no es solo para carnes y verduras. Las manzanas pueden beneficiarse enormemente de las bajas temperaturas, que ralentizan los procesos de descomposición y oxidación. Sin embargo, es crucial entender que la congelación alterará la textura crujiente característica de la fruta fresca.
La experta en alimentos agrícolas Gipe-Stewart explica al sitio Real Simple: “La congelación afecta la estructura celular de las manzanas, como ocurre con otras frutas”. No obstante, lejos de ser un inconveniente, esta transformación abre un abanico de posibilidades gastronómicas. Las manzanas congeladas son ideales para elaborar tortas, puré casero o una deliciosa mermelada.
Para obtener los mejores resultados, es fundamental seguir un proceso meticuloso. Comenzá seleccionando manzanas frescas y maduras, optando por variedades que se ajusten a tus preferencias de sabor y usos culinarios. Lavalas minuciosamente bajo agua corriente para eliminar cualquier residuo.
El siguiente paso es crucial: pelar y cortar. Aunque algunos prefieren congelar las manzanas enteras, pelarlas garantiza una textura más uniforme después de descongelarla. Cortalas en trozos o rodajas según tu preferencia, eliminando el corazón y las semillas si te parece necesario.
Para prevenir la oxidación y mantener el color y sabor originales, Gipe-Stewart recomienda una técnica especial: “Me gusta cortarlas primero en rodajas y luego esparcirlas en una bandeja para hornear”. Alternativamente, se pueden sumergir los trozos en una solución de agua con jugo de limón antes de congelarlos para evitar que se oxiden.
El proceso de congelación rápida es clave. Colocá la bandeja con las rodajas en el freezer durante algunas horas. Una vez congeladas, transferí las rodajas a bolsas herméticas o recipientes aptos para congelador. “Luego coloco las rodajas congeladas en una bolsa de plástico y las vuelvo a meter al congelador”, explica Gipe-Stewart. Esta técnica permite apilar las bolsas horizontalmente, optimizando el espacio y evitando que las rodajas se peguen entre sí.
No olvides etiquetar cada bolsa o recipiente con el tipo de manzana y la fecha de congelación. Esto facilitará la organización y te permitirá llevar un registro de la frescura de tus reservas. Mantené la temperatura del congelador constante y evitá abrir la puerta con frecuencia para preservar la calidad.
Las manzanas congeladas pueden conservarse durante varios meses. Cuando estés listo para utilizarlas, simplemente retirá la cantidad deseada del congelador.
Una ventaja adicional de las manzanas congeladas es su versatilidad en la cocina. Gipe-Stewart aconseja: “Cuando hornee con manzanas congeladas, no es necesario descongelarlas primero”. Podés incorporar las rodajas congeladas directamente en la masa de una torta junto con el resto del relleno. Solo tené en cuenta que deberás ajustar el tiempo de horneado y añadir aproximadamente veinte minutos al total.
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