En San Martín de los Andes, Marta y Luis encontraron su lugar en el mundo y levantaron esta casa que parece salida de un cuento
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Nos gusta sumergirnos en largas excursiones a través de nuestro archivo porque siempre encontramos gratas sorpresas. En este caso, viajamos bastante en el tiempo y rescatamos la historia de esta casa que nos enamoró por su arquitectura, su entorno soñado y la profunda calidez de sus dueños, Luis y Marta, que llegaron a San Martín de los Andes al mismo tiempo que otras parejas amigas, todos provenientes de Adrogué, provincia de Buenos Aires. A los memoriosos y a quienes la van a leer por primera vez, les deseamos que la disfruten.
"Todavía recordamos el momento exacto en que vimos este terreno por primera vez. Era enero, habíamos salido a caminar, y de pronto nos encontramos con una curva totalmente tapizada de flores de amancay".
“Nuestro amigo, el arquitecto Guillermo ‘Taco’ Rey, nos ayudó a ubicar la casa dentro del terreno y su socio, Pablo Velasco Suárez, hizo el diseño preliminar. Para ellos fue un desafío, porque los recursos económicos eran escasos”. Su premisa fue partir de un galpón para dar la estructura interna y utilizar cuatro enormes basas que habían pertenecido a un antiguo puente. “Estas se ubicaron como columnas que, partiendo del dormitorio principal, terminan sosteniendo las cabriadas del techo a dos aguas”.
San Martín de los Andes creció ocupando los terrenos planos que se extienden entre los cerros, donde los caminos no existían. Hoy se pueden ver las luces de casas construidas casi en las cumbres.
“La parte social se ubicó arriba para ganar mejores vistas al cerro Chapelco. Tiene una una terraza de madera que también hace las veces de galería a los dormitorios en el segundo piso”
Aprovechando las basas estructurales, propusimos una casa que mostrara los huesos y trabajar la piel por detrás: dejamos a la vista la estructura de madera y armamos la aislación por fuera
El estar, el comedor y la cocina están integrados; en un momento se pensó en separar la cocina con una barra, pero la idea pronto fue descartada. En el comedor, el protagonismo lo tiene la mesa de quebracho. Para contrarrestar su peso, Marta eligió sillas de diseño moderno, en ratán con estructura de hierro. A un costado, un antiguo mueble de oficina es un vajillero abierto.
“Estructuralmente, todo lo que está en contacto con los movimientos del suelo y la tierra es de piedra granítica de la zona, muy rustica y casi sin trabajar. La madera en ningún caso toca el terreno”
“Los inviernos son largos, y la vida es más puertas adentro. Leemos, escuchamos música, miramos películas, cocino, pinto y hay muchas actividades culturales para hacer en el pueblo. En verano, el jardín ocupa la mayor parte del tiempo”, nos contaba Marta.
"El sotobosque suele ser muy cerrado, poblado de rosas mosqueta, radales, saucos, helechos y más. En enero, de forma natural, florecen los amancay; en febrero, las mutisias"
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