Bienvenido el carácter didáctico de la sentencia

La Corte hizo su parte en el diálogo político en el que todos estamos involucrados. Ha puesto en palabras de todos sus miembros lo que cualquier ciudadano más o menos informado entendía sobre los problemas constitucionales de la reforma del Consejo de la Magistratura.

La sentencia no trae sorpresas, se lee en ella cierta sensación de tener que volver sobre cuestiones que, por básicas, no dejan de ser fundamentales. Para algunos puede ser una sentencia demasiado didáctica, como una mala película argentina. Pero en un contexto en el que las sentencias contradictorias o incomprensibles no escasean, en que los tiempos judiciales son injustificablemente largos, la claridad y la celeridad de la Corte deben ser bienvenidas.

La sentencia tiene una disidencia que insiste en la ambigüedad del texto constitucional y en la crisis que estaría atravesando el Consejo, que daría lugar a la intervención cuasi constitucional de la actual voluntad mayoritaria. Aun esa disidencia es importante. Muestra el esfuerzo de un ministro de la Corte por juzgar la propuesta que logró la mayoría en el Congreso desde otra perspectiva y, en ese sentido, también enseña. La sentencia expresa, así, la completa situación de nuestro derecho: hay un acuerdo básico extendido, pero es un acuerdo calificado.

La Corte apuesta a la parte de nuestra cultura política que intenta armar acuerdos intertemporales a través de procedimientos complejos e incluyentes. El Consejo que surge de la Constitución y que refrenda esta sentencia sigue teniendo el desafío de trabajar con representaciones plurales, sin la aparente simpleza de un bloque mayoritario. Ojalá el resto de la cultura política argentina, el Consejo incluido, pueda acompañar a la Corte en esa construcción.