Horacio Rodríguez Larreta: sonrisas y tranquilidad, las claves para mantenerse fiel al guion
Su estrategia fue enumerar las obras encaradas durante su gestión y evitó los cruces directos con sus oponentes
"Cero a cero aburrido, sin opciones de gol", pronosticaba con lógica futbolística uno de los miembros de la mesa chica, mientras Horacio Rodríguez Larreta repartía besos y abrazos a propios y extraños, en la planta baja del amplio estudio central del Canal de la Ciudad.
Meticuloso y obsesivo, el jefe de gobierno porteño diseñó una estrategia basada en propuestas locales y en no devolver golpes de los opositores a su sueño de reelección. A juzgar por la provisoria evaluación de su equipo, el objetivo de evitar sobresaltos, sobre todo en su pelea con Matías Lammens, del Frente de Todos, se cumplió.
Llegado de la mano de su esposa, Bárbara Diez, Larreta se mostró relajado. "Racing es imparable", le dijo a Lammens, presidente de San Lorenzo, cuando posaron para la foto, antes de cruzarse durante el debate. Un sonoro beso a su esposa y bromas con Gabriel Solano (FIT) completaron la puesta en escena.
"A lo que me comprometo, lo cumplo", dijo Larreta, con su ya tradicional remera negra y con una media sonrisa, cuando inició su exposición. Sus exposiciones, con pocos titubeos y sin matices poéticos, tuvieron el estilo de "cercanía Pro" (mirando a cámara, tuteando a sus rivales), sin entrar en la batalla verbal que le propusieron sus rivales.
Ya de entrada, Solano criticó duramente la política "represiva" de los gobiernos nacional y porteño. Sin dudar, Larreta le recordó la cantidad de delincuentes apresados por cámaras de seguridad, "¿No creés que fue bueno lo que hicimos?", le preguntó. Solano no estuvo de acuerdo. A su turno, Lammens criticó la "corrupción" policial, la publicidad oficial y el control de las acciones de gobierno. Sin pestañear, Larreta habló de la baja del delito y de los policías en la calle.
Matías Tombolini (Consenso Federal) lo atacó por la suba de las tarifas de los colectivos. "Tenemos varias líneas de metrobús, la gente gana tiempo y seguridad. Me comprometo a llevar cámaras a todos los colectivos", retrucó Larreta, con "machetes" en una carpeta roja, que miraba cada tanto pero sin leer.
"Sólido el jefe", susurraban sus voceros, en un rincón, donde se mezclaban "leales" como Eduardo Macchiavelli y Christian Coelho, con los aliados Martín Lousteau, Graciela Ocaña y Maximiliano Ferraro.
Como se esperaba, el dirigente deportivo lo atacó por los presupuestos de educación y salud. Larreta contraatacó por primera vez, al recordarle que trabajaron "juntos en política social en el Bajo Flores, y nunca te oí criticar". Lammens le recordó que lo había "tentado" para "que fuera candidato en tus listas", y que se negó "porque tenemos diferencias". Larreta respondió, otra vez, con "hechos" y números. En el intermedio, pasadas las 22 y con Larreta rodeado por funcionarios y su esposa, abundaron las sonrisas. "Lammens estuvo flojo, leyó todo el tiempo. Con la chicana no pasó nada", minimizaba un funcionario macrista con aire triunfal.
Cuando retomó el debate, nada cambió. Larreta siguió la enumeración de lo hecho y las promesas a futuro. Lammens insistió, hacia el final, con sus críticas a las "prioridades" de la gestión, aunque reconoció las obras públicas. "La transformación la reconocen hasta los opositores", resumió Larreta y nombró por primera vez en la noche a Macri. "Seguramente hay problemas, pero gastamos treinta veces más en educación que en publicidad", replicó a Lammens, sin salirse del libreto hasta el final.