Hoy se cumple el primer aniversario del cuarto gobierno kirchnerista. ¿Se trata de un gobierno que no pudo hacer lo que esperaba, por culpa de la pandemia o del primer año del peor gobierno de la historia de la Argentina?
Todavía faltan otros tres años para responder. Pero los datos de los primeros 365 días son inquietantes.
Lo primero que hay que hacer, con urgencia, es desmentir al presidente Alberto Fernández cuando afirma que logró erradicar el hambre en la Argentina.
Lo desmintió con datos Agustín Salvia, responsable del observatorio Social de la UCA. Lo segundo es hacerte y hacernos las preguntas básicas. ¿Vivís mejor o peor? ¿El país está mejor o peor que cuando este gobierno asumió? ¿Tu economía personal y la de tu familia está mejor o peor? ¿Tu salario es más alto o más bajo que el del año pasado? ¿Hay más o menos trabajo en la Argentina? ¿Hay más o menos pobreza? ¿Más o menos indigencia? ¿Hay más o menos inseguridad? ¿Hay más y mejor o menos y peor educación?
Dejame responderte por lo menos la última.
Como comentamos ayer con Pancho Olivera, el año perdido en la educación, gracias a los Roberto Baradel de este mundo, le hará más daño a la Argentina que la propia pandemia.
Pero hablemos del gobierno de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner.
Que no intenten echarse la culpa entre sí, porque ambos son responsables de lo que estamos viviendo. El Presidente arrancó la gestión hablando de gobierno de científicos. Y terminó el año sin poder organizar un velatorio que pretendieron hacer eterno. Aprovecharlo, igual que aprovecharon a la muerte de Néstor Kirchner para extender el luto de la expresidenta por lo menos un año.
El Presidente impulsó la denominada cuarentena eterna y contrapuso la salud y la economía. Como si una cosa fuera la vida y otra la muerte. Terminamos con más de 40 mil muertos, uno de los países con más contagios y fallecidos por millón de habitantes de todo el mundo.
El Presidente cedió el poder real a la vicepresidenta. Y Cristina se lo está llevando puesto.
Pensemos juntos:
• Imposición de medio gabinete.
• Vicentin.
• Reforma judicial.
• Cambios de último momento en el cálculo de la fórmula jubilatoria.
• Impuesto a los grandes patrimonios.
• Entrega de millonarias cajas políticas a La Cámpora.
• Entronización paulatina de Máximo Kirchner.
Y la nueva avanzada de Cristina ayer.
Es decir: otro microgolpe institucional, al que habría que analizar con más detenimiento.
• Contra la Corte.
• Contra la constitución.
• Contra la división de poderes.
• Y contra Alberto Fernández también.
¿Qué hubiera dicho el otro Alberto, el Alberto de 2014, 2017 y hasta 2018 sobre el ataque de Cristina de ayer? La hubiera llamado golpista, destituyente, delirante y deplorable.
¿Pero qué fue lo que dijo? "Comparto mucho de lo que planteó. La Justicia no funciona bien".
El otro Alberto, el democrático, el que rechazó el proyecto de democratización de la Justicia, el que bancó la marcha sin discursos a favor de Nisman "hasta que el silencio aturda a la presidenta", hubiera repudiado esta foto. Con todas sus fuerzas.
Por eso, me permitiría sugerir, a quienes le gustan detenerse en los balances, que no se distraigan demasiado. Hay dos bombas de tiempo haciendo tic-tac, que no se van a detener ni siquiera en las fiestas, o en las vacaciones de enero. Una es la sombra de un nuevo desequilibrio en el mercado financiero. Una sombra que, ojalá, no termine con un nuevo salto del dólar y otra devaluación, desordenada y a la bartola. Y la otra es Cristina con el lanzallamas, emprendiéndola contra "los funcionarios que no funcionan".
Porque sigue teniendo en la mira a la ministra de Justicia Marcela Losardo, al jefe de gabinete, Santiago Cafiero, a Vilma Ibarra y a Gustavo Beliz también.
Y los va a volver a embestir. Igual que a Alberto, cuando menos se lo espere.