Los investigadores dicen que en los pueblos donde los habitantes salen, pasean, se encuentran, cuidan su huerto y conversan con sus vecinos son más felices y viven más. Está demostrado que los índices de longevidad son mayores en los lugares en los que se producen más encuentros sociales. Eso nos lleva a una primera conclusión: se trata de convertir nuestras ciudades en nuestros antiguos pueblos.
Si analizamos las urbes, éstas son imposibles de entender sin reflexionar sobre la intensidad de las relaciones que son capaces de generar. El crecimiento imparable y cada vez más acelerado de las ciudades hace que el foco en su correcto modelo de desarrollo sea más importante que nunca.
Esta preocupación está en todos los debates; tanto es así que las Naciones Unidas trabaja en el Objetivo 11, un sistema de desarrollo que tiene como meta lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Hoy en día más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y éstas solo ocupan un 3 por ciento de la superficie de la tierra. En 2050, esto significará que las ciudades serán el hogar de más de dos tercios de la humanidad (6000 millones de personas). Este rápido crecimiento ha traído un incremento exponencial de las "mega urbes", donde los barrios marginales ocupan grandes extensiones, por lo que se ha convertido en un problema de todos. En muchos de estos rápidos desarrollos se ha ido perdiendo el concepto de comunidad o comunidades. Recuperarlas, o hasta en muchos casos crearlas de cero, es la clave. Y ahí es donde aparecen esos lugares colectivos que se llaman "terceros espacios".
Son espacios intersticiales donde se crea el confort mental, sentido de pertenencia y la ansiada vida en comunidad. Y ahora son un valor en auge.
Empecemos por analizar de dónde viene el término. En el ámbito científico se llama tercer espacio al espacio intercelular, ése que se encuentra entre las células. La calidad y composición de ese tercer espacio nos pueden dar muchos datos de la salud de nuestro cuerpo entre otras cosas. En el ámbito inmobiliario y de ciudad, también nos da índices de la "salud" de ambos.
Este tercer espacio no es ni público ni privado, forma parte de nuestra vida urbana y nos hace sentir como en casa. En él pasan cosas y se genera interacción social. Analicemos los que conocemos. Los hay creados por los vecinos como, por ejemplo, el High Line de Nueva York. También, aquellos creados por empresas. En este punto, se destaca el trabajo de la cafetería Starbucks que logró que los consumidores se sientan como en casa. Por otra parte, están los sitios creados por la administración pública como el Matadero en Madrid, que se define como un espacio de co-creación urbana, y los efímeros en todas las ciudades como los festivales de música, ferias gastronómicas, y conciertos en espacios públicos. Todos suman y todos son necesarios.
También, podemos ver empresas que están creando modelos de negocio que han entendido esa necesidad de la sociedad y basan su estrategia comercial en este tercer espacio o espacio colectivo con gran éxito. Tal es el caso de The Collective, que está liderando el mundo del coliving con un edificio en Londres en el que viven más de 500 personas. Los desarrolladores presentan el concepto como "la solución perfecta para no sentirte solo a tu llegada a la ciudad". Estamos ante una propuesta muy eficiente para un gran reto inmobiliario: nuestras ciudades, grandes y complejas, demandan soluciones a escala humana que parecen sencillas pero que no lo son tanto ¿Sabremos hacerlo? •
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