El presidente y la primera dama de Estados Unidos, Donald y Melania Trump, fueron recibidos en una segunda visita de Estado a Gran Bretaña y Carlos III los agasajó como nunca
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El castillo de Windsor fue escenario de una jornada histórica: en un hecho sin precedente para un presidente estadounidense, Donald Trump y su mujer, Melania Trump, fueron recibidos por segunda vez en una segunda visita de Estado a Gran Bretaña donde recibieron todos los honores reales. La ceremonia de bienvenida, que fue ofrecida por Carlos III, acompañado por la reina Camilla y los príncipes de Gales, incluyó procesiones en carruaje, triple guardia de honor con 1300 soldados y 120 caballos, un espectáculo aéreo y un impresionante despliegue de seguridad.




KATE Y MELANIA, EN SINTONÍA
Los príncipes de Gales tuvieron un rol clave: los recibieron (Trump le dijo a Kate “sos linda, tan linda”), se sumaron en varias actividades y compartieron la mesa en el banquete que fue el broche de oro. Una vez más, la princesa de Gales dejó claro que hace rato encontró su mejor versión en materia de estilo, y desplegó una serie de outfits impecables: coat-dress (un clásico de su guardarropa) para recibirlos, un equipo casual pero sofisticado para compartir con la primera dama actividades recreativas con scouts, y, un vestido espectacular firmado por Phillipa Lepley. Para lucirse como la reina que algún día será, se coronó con la tiara Cambridge Lover’s Knot, la de mayor relevancia institucional a la que tiene acceso del joyero real, además de la favorita de su suegra, la princesa Diana, y le sumó unos aros con diamantes en degradé que pertenecieron a Isabel II.



En el caso de Melania, sabe lo que le queda bien, incluso a riesgo de empujar los límites del protocolo, y tiene un guardarropa exquisito. Los trajes estructurados –como el de silueta New Look de Christian Dior con el que llegó o el de cuero de Louis Vuitton con el que visitó con la reina Camilla la Casa de Muñecas de la reina María de Teck– le quedaban pintados. Su versión más casual incluyó chaqueta tipo safari de gamuza y ballerinas; y la más glamorosa, strapless en crêpe con cinturón ancho, que marcaba su silueta, de Carolina Herrera.




UNA NOCHE MEMORABLE
El banquete se celebró en el salón San Jorge, y durante una semana se preparó la mesa larga, donde se ubicaron los 160 invitados, entre los que estaban la hija de Trump, Tiffany, el director ejecutivo de Apple, Tim Cook; el magnate de los medios Rupert Murdoch, y el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman. Los arreglos florales salieron de los jardines del castillo, del Palacio de Buckingham y de los jardines Savill, en Windsor Great Park, y el menú incluyó panna cotta de berros de Hampshire con galletas de manteca de parmesano y ensalada de huevos de codorniz, albóndigas de pollo (ecológico) de Norfolk envueltas en zucchini, y helado de vainilla con sorbete de frambuesa de Kent y ciruelas escalfadas.




A la hora de los discursos, Trump no sólo elogió a su “amigo” Carlos III, sino a los príncipes de Gales: “Su Majestad crio un hijo extraordinario, el príncipe de Gales. Es asombroso y creo que tendrá un éxito increíble en el futuro. Melania y yo estamos encantados de visitar de nuevo al príncipe William y de ver a Su Alteza Real la princesa Kate, tan radiante, tan sana, tan bella. Es un gran honor”, cerró.

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