La casa de Marcelo Vila se define por la síntesis de su estructura, la lógica de su modulación y la potencia de su relación con el entorno.
2 minutos de lectura'
Chizhou es una ciudad china que pasó de uno a tres millones de habitantes en pocos años. La planificación y el diseño urbanístico de ese proceso, dirigido por el argentino Marcelo Vila, hoy es referencia global y buena muestra de una visión: “La arquitectura sirve para transformar la realidad, para mejorar la vida de la gente; cuando uno hace obra pública y de escala verifica que es posible hacer las cosas bien. Hay cierta trascendencia en la obra y eso es maravilloso”, postula este arquitecto profesor titular de la FADU-UBA, que construye, publica, expone y recibe reconocimientos tanto en la región como en el resto del mundo.
Vila no hace viviendas, por eso su propio refugio veraniego en La Pedrera es una oportunidad de acceder a su universo más íntimo. “Esta casa es un manifiesto: cuando llego acá, sé que estoy entrando en algo que me expresa entero en términos de pensamiento y de vida”, nos explica. “Elegí el terreno por la doble condición de sus visuales: de un lado, el campo uruguayo ondulado, vacas y una línea de eucaliptos; y del otro, un bosque de pinos que llega hasta el mar”.
Esta casa es una captura de exterioridad, una casa que no tiene interior.
Austera, regional y contemporánea
De los seis módulos que componen el volumen, los dos centrales se destinaron al gran espacio de cocina, living y comedor, con dos galerías que rematan los extremos como expansiones naturales de los dormitorios.
El diseño no está definido por el uso, sino por el paisaje y el clima. “Es un modo de capturar todo el tiempo la relación con la tierra, con el horizonte; para eso sirve la casa”, resume Marcelo Vila.
Matemática espejada
En el ambiente principal, dos rectángulos de 1,22 x 2,44m en mármol de Carrara conforman la mesada de la cocina con la pileta y la mesa de comedor.
Dos cajas blancas envuelven los placares de los dormitorios y, hacia el espacio central, contienen la heladera, los termotanques y otros artefactos, en una abstracción que genera vistas lo más limpias posible.
“Austeridad no es fingir pobreza, sino un uso inteligente de los recursos: toda esta casa es una estructura de hormigón de seis módulos de 4,88m, donde todo es múltiplo de 1,22 x 2,44m; son piezas enteras, sin corte, para un máximo aprovechamiento del material”.
Más notas de Casas de campo
En Canelones. Dejaron tan linda la casa original de su campo que hoy es su destino cada fin de semana
En Valparaíso. Entre árboles centenarios, un arquitecto construyó una casa de campo que honra la memoria de sus abuelos
Sobre la base de una antigua estancia jesuítica. “Nuestro desafío fue remodelar los espacios de Finca de Osma sin apagar sus voces ancestrales”
1Regalos de Navidad para la casa: 12 ideas de diseño para acertar con buen gusto
2Jardines que dialogan con la arquitectura: paisajes pensados para ser vividos
3Antes y de una terraza que era un espacio expuesto y se convirtió en un íntimo oasis urbano
4Dejaron tan linda la casa original de su campo en Canelones que hoy es su destino cada fin de semana








