La diseñadora Yasmin Anania crea piezas únicas a partir de materiales reciclados y deja que la creatividad fluya con libertad y propósito
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“Huella nace de las ganas de conectar con mi creatividad desde otro lugar. Quise explorar con el arte, que siempre me gustó mucho, y fusionar en mis obras técnicas tradicionales con elementos reciclados”, nos cuenta Yasmin Anania, diseñadora de indumentaria de FADU y dueña de Huella Atelier, su emprendimiento con apenas dos años de vida.

Los inicios
Antes de meterse de lleno en el mundo artístico, Yasmin fue diseñadora de vestidos de novia de alta costura, oficio que heredó de su abuela paterna. En 2023 fue madre y decidió cambiar el rumbo de su carrera. “Me había desencontrado un poco con la industria de la moda. Con Huella, todo empezó de manera intuitiva, haciendo obras a pedido, jugando con diferentes materiales como cuero, cerámica y telas. Mi veta creativa siempre estuvo a flor de piel”.

“En mis obras, traigo lo aprendido del universo textil. No hago arte tradicional pintando al óleo con un pincel, sino que exploro texturas y efectos con diferentes materiales. Me encanta trabajar con cosas en desuso, intento promover la sostenibilidad en el arte contemporáneo”, sostiene.

“Mis obras son abstractas y están inspiradas en las formas orgánicas de la naturaleza. Me inspira esa huella que deja, desde la espuma que flota en el mar hasta la lluvia en el asfalto. Estas formas son las que luego aparecen en mi arte y mis objetos”.

Una vez Yasmin estaba en la talabartería de su tío y se encontró con seis bolsas de residuos repletas de diferentes retazos de cuero. Les preguntó a quienes trabajaban allí qué iban a hacer con ellas y cuando respondieron que iban directo a la basura, decidió quedárselas y darles un nuevo sentido.

“Cuando se fabrica una billetera o una cartera, quedan retazos sumamente grandes de formas irregulares que no sirven para hacer otra pieza. Entonces, esa industria genera muchísimo desperdicio. No podía permitir que los tirasen. Estuve varias semanas ordenando los retazos por color y limpiándolos”.

Exploración y oficio
Poco a poco, empezó a experimentar con el cuero en sus diferentes obras. Aprendió cómo moldearlo con agua y después a pintarlo y coserlo. “Me encanta visitar los talleres, el oficio siempre me nutre. Los chicos que trabajan ahí me enseñan cómo trabajarlo”.

“Me gusta que mi arte refleje un profundo respeto por el medio ambiente y la intención de resignificar materiales que, aunque parezcan descarte, pueden transformarse en arte”.

“En mis cuadros uso una técnica mixta que se basa en el contraste entre lo acuoso y lo oleoso, donde el acrílico aporta capas de color, transparencia y velocidad, mientras que la pintura asfáltica -la que se usa para pintar el asfalto- profundidad, peso y una cualidad orgánica casi terrosa".

“La interacción entre acrílico y pintura asfáltica genera efectos inesperados como veladuras, grietas y mezclas que recuerdan a cómo la naturaleza desgasta las cosas con el tiempo”.

“Para mí, las manchas de mis obras vistas de cerca se asemejan a microuniversos. Algunos me dicen que se parecen a mapas o vistas aéreas”.

Lo tangible

“Los objetos surgieron desde la experimentación pura y el deseo de hacer un candelabro o un florero, pero sin tenerlo exactamente claro. Hago cerámica desde hace muchísimos años: con la cerámica, todo simplemente fluye. Quería crear algo que fuese más accesible a la gente, algo más tangible, más real. La obra de arte es para un público, un momento, algo más pensado”, contó de sus últimas creaciones.

“Para mí, los objetos simbolizan un ritual, ya sea el de prender una vela, adornar una mesa o un espacio en casa. Siempre me los imagino como acompañantes de la vida cotidiana”.

“Qué te inspira?”, le preguntamos, a lo que Yasmin respondió rápidamente: “La naturaleza. Allí hay una geometría que luego se repite en todo, como una secuencia”.

“Hay paisajes que conservo en mi memoria, como la Garganta del Diablo y la Quebrada de las Conchas en Salta, que me hicieron sentir como si estuviese caminando por Marte. Siempre fui muy observadora, desde chica”.
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