Marina Salado Castro materializó el sueño de habitar un espacio en comunión con la naturaleza y con su propia obra.
- 3 minutos de lectura'
Con los primeros soles de septiembre, el aire del Bajo de San Fernando se carga de aroma veraniego, una brisa aliviadora empuja la puerta y deja oír el traqueteo de una máquina de coser. Quien la hace funcionar con destreza es la artista Marina Salado Castro, que habita esta casita con alma de bosque como se habita un deseo cumplido.
Noventa días pasaron desde la tarde en que Marina le llevó el boceto al constructor Bobby Rastalsky hasta que pudo traer sus cosas e instalarse. “Él es experto en sistemas sustentables de este tipo, así que entre los dos la fuimos diseñando. Aunque es tan chiquita que no tenía demasiadas posibilidades”, dice sobre esta planta lineal que, efectivamente, es muy simple.
"Siempre soñé con una casa de pescadores, el frente con las ventanitas, un cuarto de cada lado y, en el medio, la cocina-comedor. Un día la dibujé y en tres meses se hizo realidad."
Marina Salado Castro, artista textil y dueña de casa
Tesoro mayor de este hogar, la mesa de campo trae el recuerdo de la abuela amasando fideos. Aquí la regla de estilo es simple: “Solo hay lugar para cosas importantes”.
Diseño simple para una edificación sólida
La estructura está montada sobre pilotines que la preservan de humedades y permiten acceder a las cañerías para hacer reformas y arreglos sin romper el piso.
Rastalsky explica que uno de los secretos de estas estructuras es el paquete que conforma las paredes con lana de oveja como aislante acústico e ignífugo. Además, los aleros y la disposición horizontal de las tablas evitan que se acumule agua en las juntas.
Aunque de aspecto sencillo, Marina destaca la firmeza de su casa, donde ha pasado tormentas grandes sin sobresaltos ni filtraciones. “Se siente como un fuerte de madera”, asegura.
De lo general a lo particular
“Cuando llegué a la impresión botánica encontré el empujón que necesitaba para empezar a desarrollar mi obra”, resume Marina. Desde entonces, su conexión con la naturaleza se profundizó, y se empezó a hilvanar claramente el estilo de vida que la trajo hasta aquí.
"Como hay poquito espacio, es una casa-taller-galería: tengo un esquinero al que bauticé ‘La Mercería’, donde guardo hilos y herramientas, y mis obras están por todos lados"
Un estilo de vida
–¿Cuánto tuvo que ver tu obra en el proyecto de esta casa?
–Se fue integrando todo. Naturalmente, empecé a buscar una manera más productiva de vivir y hacer, pero −en realidad− siempre soñé con una casa así.
–¿Te proyectabas en un espacio pequeño?
–Me mudé muchas veces y, en el proceso, empecé a sentir que cada vez necesitaba tener menos: aquello que no usaba o que, de alguna manera no tenía sentido... chau, se fue. Acá hay muy poco, y lo que hay se usa, o tiene valor sentimental.
–Quedaron los objetos significativos.
–Exacto. Hay muy poquito, pero todo con alma. Siempre digo que esta casa tiene “alma de bosque”, por eso también se relaciona con mi obra. Tengo cositas que me acompañan como amuletos, objetos de mis abuelos o muebles de mi infancia que me recuerdan quién fui y lo que soy hoy.
–¿Podría decirse que conformaste un estilo?
–Sí. Sabés que a los talleres vienen grupos (la mayoría son mujeres) y siempre quedan encantadas con la onda del lugar. Al margen de que la casa le va a quedar a mi hijo, creo que también van a quedarle dos sensaciones: el olor a eucalipto y el ruido de la máquina de coser.
–Casi como un manual de uso de la casa.
–Siempre tuve talleres en otros lugares y cuando decidí instalarme acá, todo se simplificó. Bordar, por ejemplo, son horas sentada. Entonces, a veces me levanto a la mañana temprano, me hago unos matecitos y bordo en la cama hasta que el sol empieza a calentar. ¿Para qué tener un taller y trasladarme? Estuve viajando y visitando comunidades de mujeres y la mayoría trabaja así. Siento que es algo primario.
–Siguiendo el ciclo de la naturaleza.
–Fue una decisión. Todo el mundo va un poco más rápido; yo voy más lento, pero no paro.
"Una cosa fue llevando a la otra hasta llegar acá a vivir de esta manera, porque la realidad es que mi casa y mi obra son como notas de la misma canción."
Más notas de Casas de artistas
Vida y obra. Visitamos la sorprendente casa-taller de una artista argentina que vende sus cuadros en Europa, en un primer piso de Avenida Córdoba
Sorpresa en Barracas. El escultor Julio Pérez Sanz nos abre las puertas de su maravillosa casa-taller
Sobre piedra volcánica. Recorremos una obra de Luis Barragán, una joya de la arquitectura mexicana que hoy es casa de familia y centro cultural
Más leídas de Revista Living
Noches de cine y series. Ideas para ubicar la gran pantalla en el cuarto de manera práctica y estética
La elegancia en la sencillez. Restauraron la finca familiar en Sicilia, a tono con sus doscientos años de historia
Bien de campo. Renovaron un silo abandonado para convertirlo en una casa de huéspedes
Asombrosa. Madre e hija arquitectas diseñaron esta casa que emerge entre las piedras del Valle de Traslasierra