Visitamos una posada familiar al norte de Creta que, con detalles muy sencillos, se distingue entre un mar de ofertas: un buen ejemplo para transportar a estas playas.
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“Nadie va a venir a una posada en el cerro, en vez de estar sobre el mar; están locos”, decían le decían los vecinos. Sin preocuparse por ser el criticado profeta en su tierra, Nikos Psaltakis seguía creyendo que una hostería apartada del ruido de la costa (pero con vista al Mediterráneo) sería un éxito.

Compró este terreno lleno de olivos en Koutouloufari, al norte de de Creta, hace ya 40 años. Junto con sus padres, Stella y Georgos, transformó el olivar en un exuberante jardín y construyó cuatro departamentos: uno para vivir y tres para alojamiento. Así comenzó Villa Ippocampi.
La biografía del hotel pronto se fundió con la historia de amor de Nikos y Lydia, su mujer holandesa. La familia creció y la villa también, pero ni lo uno ni lo otro cambiaron su espíritu. Hoy, su “casa de huéspedes” -como les gusta llamarla- cuenta con 11 departamentos y dos suites. “No queremos crecer más”, dicen, seguros de conocer el secreto de su encanto.
Donde priman los detalles

El jardín es fruto de años de dedicación de la madre de Nikos. Lugareños y huéspedes habituales conocían su rutina y la veían todos los días subiendo la barranca en scooter para cuidar de sus plantas.

Armonía y austeridad

Pintura y pincel son parte del equipo de limpieza para mantener el blanco níveo de las habitaciones. “Retocamos cada punto en las paredes antes de que lleguen los siguientes huéspedes”.

Sin necesidad de muebles caros, la familia creó espacios preciosos cuyo atractivo radica en la armonía material, la autenticidad y la atención a los textiles y colores.

Las camas de obra están construidas según el método tradicional de la isla: base de hormigón, estructura de madera para que los colchones “respiren” y una terminación pulida que les da aspecto fresco.

Amor por lo genuino

“Lo genuino siempre está de moda”, reza el mantra de este refugio con pisos tradicionales griegos, muebles hechos artesanalmente en obra y hasta cortinas bordadas por la abuela.

“Trabajamos constantemente en los detalles más finos, pero de una manera muy cuidadosa, como para que nuestros visitantes no los reconozcan tan fácilmente”, comparten los dueños de Villa Ippocampi.

Estilo local

Bajo una sombra verde, el café junto a la pileta es, por supuesto, una de las costumbres preferidas en Villa Ippocampi.


El azul indicado

Como todo, el azul no es cualquier azul: Lydia quería un tono específico que había visto en un pequeño café de montaña y consiguió que en la isla hicieran ese color especialmente para ella.

Con vistas a la animada costa norte de Creta y comandada por la familia Psaltakis, la villa ofrece un refugio entre el silencio del mar y el cerro.

El imaginario griego en todo su esplendor: el cielo limpio de los filósofos, el mar de los héroes míticos y el sol permanente desde el principio de la historia.
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