Los dos hermanos querían quedarse en la ciudad pero tener su propio pulmón verde; aprovecharon la expertise de ella, arquitecta, para materializarlo en un mismo lote.
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Lado A: el universo de Cecilia y Santiago
La arquitecta Cecilia Gómez Abuin se las ingenió para cumplir con los ideales que tenía para una casa propia: la quería ubicada dentro del mapa porteño, con luz natural, jardín, pileta, ambientes integrados y una planta baja a nivel de la calle. “Esa pulseada se la gané a Sebastián, por haber sido yo quien estuvo a cargo del proyecto”, anticipa, entre risas, la creadora de Monoestudio, quien convenció a su hermano de embarcarse en lo que define como una “vecindad”.

“Se trata de dos casas de tamaños casi idénticos, cuya distribución se amolda a los distintos formatos familiares. “Nosotros somos cuatro: mi marido, Santiago Pinasco [dueño de la galería de arte Espacio Pinasco]; mis dos hijos, de 12 y 15, y yo. Ellos son seis, con chicos de entre 4 y 22 años. Las dinámicas, por ende, difieren”, detalla.

“En algún momento pensamos en dejar un paso común para que cruzasen con facilidad entre primos, pero de inmediato recalculamos y optamos por mantener cada cual su privacidad. En la práctica, sin embargo, acudimos a algún que otro grito o traficamos comida a través de una de las ventanas de servicio”.

Antes de dar inicio a la obra, el terreno era casi un baldío. “Acá había una casa chorizo, pero cuando llegamos no tenía ni techo ni puertas; solo quedaban algunas paredes ahogadas entre plantas”, recuerda Cecilia.

"Con mi familia, queríamos salir del formato departamento y tener verde sin irnos de la ciudad. Como era difícil encararla compra de un lote solos, le propuse a mi hermano compartirlo. Aceptó e hicimos dos casas apiladas, cada una con su patio y su pileta. "
Arq. Cecilia Gómez Abuin, fundadora de Monoestudio y dueña de la casa A

“Los materiales se exhiben en bruto: el hormigón visto, la madera casi sin lustre, las aberturas de chapa. Los revestimientos, entonces, tenían que ser acordes: opté por mosaicos en los pisos y calcáreos en las paredes, piezas que, al igual que las losas y los tabiques, tienen una base pétrea”.

La pileta coquetea con los colores de la biblioteca, la madera y el óxido de las aberturas. “Conseguimos construir una en planta baja y otra en la terraza, de modo que ambas viviendas tuvieran las mismas comodidades”.

“Las ventanas son de chapa, por la nobleza material que buscábamos. Me costó convencer al resto, porque no tienen las prestaciones de las de PVC, pero me gusta su flexibilidad para diseñar tamaños y jugar con colores distintos”.


El piso exterior se construyó con viejas maderas ferroviarias, que consiguieron en una tienda de demolición y que después cepillaron y amuraron.

Calidad homogénea

“La casa es muy relajada. Prácticamente no hay jerarquía entre los ambientes: la cocina y el comedor están unificados, como también lo está mi lugar de trabajo. Haber optado por detalles similares en todos los espacios, como una única madera, consolida esta lectura homogénea”.

El color de los espacios privados
“Fui intensificando la paleta en los distintos pisos. La planta baja es mayormente blanca por una cuestión de luminosidad; la del medio tiene un tono verdoso suave; la última es más oscura", explica Cecilia.


“Reparo mucho en el uso del color, una herramienta de alto impacto y bajo costo relativo”.

“Me permití volcar en mi cuarto ideas que siempre quise ejecutar y que es difícil que un cliente quiera comprar: piso negro, paredes azules, luz cenital. Es una suerte de microclima escenográfico”.


Lado B: la casa de Sebastián y Constanza
El ingeniero Sebastián Gómez Abuin siente que fue un acierto haberse arriesgado a construir esta vecindad junto con su hermana. “Teníamos dudas respecto de cómo funcionaríamos, pero hoy compruebo que nos suma muchísimo estar cerca y en familia: los chicos van y vienen, nos cuidamos las casas cuando no estamos, compartimos herramientas... La clave, por supuesto, está en no ser invasivos”.

Para cumplir con la premisa central de tener privacidad, su hermana diseñó minuciosamente la posición de las ventanas, de modo que ninguna mirase a la otra vivienda.
La casa de Cecilia y Santiago Pinasco empieza en planta baja y ventila al contrafrente y a un patio central; la de Sebastián y Constanza Bauzá empieza un nivel más arriba, da tanto a la calle como a otro patio interior y tiene, además, una terraza rodeada de verde, con quincho y pileta.

“La pandemia nos dio tiempo de sobra para catapultarnos no solo al paisajismo sino, también, a la fabricación de muchas de las piezas de madera que visten las paredes de la casa”, agrega Sebastián, tras aclarar que varias de las decisiones tomadas contaron con la supervisión estética de su hermana. Así funciona el vecindario.


"Las plantas bajas aprovechan el ancho del terreno, de 7,80m, y se abren por completo a los patios. Como permite sostener grandes vacíos sin columnas, el hormigón fue clave para la buscada fluidez entre ambientes."
Arq. Cecilia Gómez Abuin, hermana de Sebastián, dueño de casa

“Las dos casas fueron concebidas en simultáneo. Comparten un mismo lenguaje, una misma materialidad y una espacialidad similar, que se adapta a cada familia. Lo que sí varía, aunque sin demasiada disrupción, es la paleta de colores que eligió cada uno", dice la arquitecta.

"Somos una familia de seis, y para la dinámica diaria fue fundamental pensar distintos ambientes donde cada uno pudiera estar tranquilo: la terraza, el patio, los livings. Cada centímetro cuadrado está muy aprovechado."
Ing. Sebastián Gómez Abuin, hermano de la arquitecta y dueño de casa


“Mi hermana influyó mucho en nuestra elección de equipamiento y terminaciones. Con su aval, nos arriesgamos con detalles como el revestimiento de la cocina (que suma trama y color) y la unificación de todas las paredes en un verde azulado”.

Espacio privado
Los quiebres del techo de la planta alta responden a las tangentes que exige el Código de Edificación, que la arquitecta decidió dejar exhibidas. “No incomoda en absoluto que le saquen un poco de altura al dormitorio. Por el contrario, creo que generan un efecto interesante en el ambiente”, dice Sebastián.

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