Catalina creó su taller su espacio de trabajo y creación en conexión con el mundo natural que opcupa un lugar central en sus obras.
El taller de Catalina Ruiz está ubicado en un sector de la casa familiar ubicada en Pilar. Aquí se instaló en 2020 cuando pintó 370 cuadros por encargo. Ese año, sus obras ofrecían una porción silvestre muy requerida en medio del encierro y, ella necesitaba espacio para trabajar a sus anchas. “Tenía cuadros por todos lados. De pronto, se hizo evidente que necesitaba un espacio exclusivamente para mí”.
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Así nació el proyecto de este estudio con taller y zona de exposición y, de alguna manera, se consolidó también la carrera artística de esta politóloga que se formó en distintas técnicas plásticas en Buenos Aires, Londres y Barcelona.
Apertura para crear
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"A veces, venir de otro lado te da perspectiva y, en mi caso, hace que todo sea mejor."
Catalina Ruiz
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El planteo original era un taller funcional, cerrado, con luz controlada. Pero, luego, Cata optó por un espacio donde desplegar también su visión estética.
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En la cara Sur se previó una mitad ciega para preservarla del frío. Ese sector, que da al potrero de los caballos, es el que corresponde al taller.
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“Cambió mucho la dinámica desde que puedo recibir acá. A la gente le entusiasma venir buscar su obra y, de paso, conocer el atelier”.
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El ceilo raso es de machimbre, las paredes están pintadas a la cal y el piso de cemento alisado. Unidos a estos materiales puros, los cuadros dan sensación de hogar
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“Si bien mi jornada es larga, también es muy intermitente, porque voy y vengo entre el taller y la casa”.
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La casa familiar
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Además de haber establecido la distribución a partir de dos largos sofás, la ambientación combina armónicamente la colección de tesoros familiares, incluyendo una obra de Cata frente a otra de su mamá, la pintora Magdalena Inurrigarro.
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Atardecer rural
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“Nunca me pierdo la hora del atardecer. Haberme instalado acá resultó fabuloso. Me siento tan inmersa en lo natural que todo lo veo, lo siento y lo transmito en la pintura”.
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