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El alcohol es la sustancia psicotrópica y psicoactiva que produce cambios en el cerebro cuyo consumo aumentó considerablemente en los jóvenes en los últimos años. De hecho, el incremento más significativo ha sido en mujeres que hoy beben bebidas alcohólicas en la misma proporción que las mujeres. Por eso, conocer sus efectos sobre el organismo y consumirla de una forma responsable es clave.
El 20 por ciento se absorbe en el estómago a los 10 minutos tras ser ingerido mientras que el restante 80 por ciento va al intestino. El consumo inhibe o altera el funcionamiento de una enzima llamada ADH u hormona antidiurética, y provoca aumento del deseo de orinar. Su principal y más conocido efecto está a nivel del SNC o cerebro. Es por eso por lo que se la considera una sustancia psicotrópica (llega al cerebro) y psicoactiva (produce modificaciones en él). Además, se metaboliza en el hígado, razón por la cual los alcohólicos crónicos suelen ver afectado ese órgano, llevándolo a la cirrosis y a la pérdida total de función.
Su mayor concentración en sangre suele alcanzarse a los 30-90 minutos luego de su consumo, pero puede permanecer hasta 18 horas en el organismo. Tiene una amplia distribución, llega a casi todos los órganos (cerebro, hígado, riñón, corazón), también atraviesa la placenta y se excreta por leche materna, motivo por el cual está contraindicado durante el embarazo y la lactancia.

Si bien, inicialmente, provoca desinhibición y euforia, es un depresor de las facultades cognitivas y de la mente. Está demostrado que, al manejar, el alcohol disminuye reflejos, altera la percepción de las distancias, aumenta la sensibilidad a la luz y reduce el campo visual.
La respuesta es si. A continuación cuáles son y cómo nos afectan.
Si se ingieren grandes concentraciones de manera precipitada, rápidamente, habrá dosis altas en el torrente sanguíneo. Siempre es aconsejable una pausa de entre 30 a 40 minutos con cada bebida para controlar el efecto. Hay que recordar que el pico plasmático ( mayor concentración en sangre) se da a los 30-40 minutos tras el ingreso al organismo. Por eso se desaconseja un consumo veloz, hay que hacerlo de manera pausada
El uso de drogas o medicamentos puede aumentar o modificar el efecto psicoactivo del alcohol. El individuo podrá alcanzar severos cuadros de coma, convulsiones y depresión. Esto es frecuente en asociaciones con benzodiacepinas (conocidos como medicamentos para dormir) y algunos anticonvulsivantes. O, incluso, en los peligrosos casos de la jarra loca, en donde se mezclan todo tipo de fármacos psicoactivos con alcohol. No se aconseja la ingesta de ningún tipo de alcohol mientras se consumen medicamentos. En cuanto a las drogas, la cocaína potencia su efecto nocivo cuando se consumen juntas.
Hay personas que, por cuestiones biológicas (mayor o menor cantidad de enzimas que lo degradan o diferencias en la función de los neurotransmisores cerebrales) tienen mayor tolerancia a sus efectos nocivos o, al menos, necesitan concentraciones más elevadas para provocar el mismo efecto que en los demás. La realidad es que estos casos son una minoría. La mayoría de los que desarrollan tolerancia es porque lo consumen frecuente y reiteradamente. Es importante aclarar que la tolerancia no evita sus efectos nocivos, sino que suelen verse más tardíamente y asociado con unconsumo problemático.
Los alcoholizados se mueren por hipotermia o hipoglucemia. En el imaginario colectivo, las “opciones” de ayuda y tratamiento son bastante diversas.Nunca colocar en agua fría o dejar a la intemperie a la persona alcoholizada. El alcoholizado pierde calor, el frío no lo despierta, sino que agrava su sintomatología. Si bien durante muchos años, incluso en las guardias, se indicaban ampollas de cafeína, se ha demostrado que esto puede provocar una convulsión. Además, en caso de un sensorio alterado (bajo nivel de conciencia) puede provocar una aspiración y que el contenido de esta infusión caliente se vaya al pulmón, en vez de al estómago.
Si el nivel de conciencia es bajo, se puede provocar una asfixia o neumonía por aspiración de su propio vomito. Esta medida, aunque cuestionable, solo es útil si el nivel de conciencia es adecuado y la ingesta de alcohol es reciente. Además, puede generar daños en la mucosa del tubo digestivo.
En cambio, sí hay que hidratarlo si se encuentra consciente, fomentar la hidratación con agua y, en caso de que se desencadene el vómito, ayudarlo con su correcta expulsión.
Colocar al paciente en posición lateral de seguridad. Para esto, hay que acostarlo boca arriba, levantar el brazo izquierdo por encima de su cabeza y llevar el talón derecho hacia su nalga. Luego, su mano derecha por detrás de su cuello, como si quisiera rascarse la espalda y, por último, girarlo en bloque hacia el lado izquierdo. El paciente debe quedar recostado con la cabeza de costado porque, en caso de vomitar, no afectaría la vía aérea.
También hay que controlar su respiración y su frecuencia cardíaca. Otro consejo es abrigarlo con una manta, campera o cualquier cosa que tenga a su alcance y sirve para tal efecto. Hay que recordar que estas personas pierden calor y la intención es que no se disipe tanto.

Con buena suerte, en 6 a 8 horas, el efecto del alcohol habrá desaparecido
La conocida “resaca”, que consiste en nauseas, obnubilación y cefalea, es secundaria al efecto tóxico del alcohol en sangre, principalmente, por deshidratación a nivel cerebral.
Como todos los órganos, el cerebro crece y se desarrolla a lo largo del tiempo. Hay áreas que cumplen funciones básicas (respirar, mantenerse de pie o dormir) y otras más complejas, con funciones elaboradas, por ejemplo, generar ideas, controlar impulsos primitivos (sexo, comida, otros) y hablar. Las sustancias psicoactivas y el alcohol producen afección en esas áreas y modificaciones estructurales que llevan a daños irreparables en muchos casos. Además, el órgano experimenta un fenómeno de neuro plasticidad, es decir, se adapta al accionar de la sustancia y modifica su estructura real. Este es uno de los mecanismos de la adicción y, de hecho, más del 50% de las personas adictas en el mundo empezó su consumo durante la niñez y adolescencia. Como si fuera poco, el adolescente tiene regiones cerebrales, como las del área frontal -que controla los impulsos-, inmaduras, por eso, y por otros fenómenos psicosociales cree ser indestructible y cae en actitudes temerarias y riesgosas que dan lugar a accidentes.
Lo primero es no confrontar. Un actitud paternalista o autoritaria para alguien que está bajo los efectos del alcohol o alguna sustancia psicoactiva es contraproducente. Además, si tiene un consumo problemático, confrontarla va a producir un alejamiento y dificultará el abordaje posterior. En cambio, sí ofrecer comida e hidratación durante el consumo. Es recomendable que por cada vaso de alcohol se beban dos de agua. Hablar con acompañantes suele ser un abordaje eficiente y suficiente para reforzar y concientizar a su grupo de contención. La mejor manera de prevenir es educar y la mejor manera de educar es con el ejemplo.
El autor es médico toxicólogo, Hospital Durand y Sanatorio Las Lomas, director de Toxicología Hoy.
