El femicidio de una madre, desde la lente de la cámara de su hija cineasta
Mara se recibió de comunicadora a fines del año pasado. Presentó su tesina de grado audiovisual y los docentes de la Universidad de Buenos Aires (UBA) la aprobaron. Pero la felicidad por lo logrado tenía algo muy especial, algo más profundo: en su documental, Mara Avila repasaba el femicidio de su mamá, María Elena Gómez, ocurrido hace más de 13 años. El relato fílmico describía también todo lo que ella misma tuvo que atravesar después de ese instante inicial de tragedia. Así de crudo. Hoy, casi 14 años después, esta mujer, una hija más de la cruenta violencia de género, está a horas de presentar esa película, Femicidio. Un caso, múltiples luchas, en la pantalla grande.
"El estreno [este jueves 7 en el cine Gaumont] será como un cierre del duelo. Por la memoria de mi mamá y por lo que nos pasa a todas las víctimas de femicidios", esta mujer de 39 años que, sin dudarlo, le puso su voz y su cuerpo a un relato que tiene punto de partida en los recuerdos. En esas fotos y cartas que describen a su mamá -a esa "mejor amiga", como la describe en la película-, asesinada el 19 de julio de 2005, una fecha que no olvidará jamás. Una fecha que transformó su vida y que la obligó a transitar un camino de lucha como hija de una víctima de femicidio.
Cuando en 1998 Mara decidió comenzar la carrera en la UBA su vida era otra. Vivía con su madre, que tenía 53 años y a quien allegados y alumnos de inglés llamaban "Miss Mariela". La chica había empezado a trabajar de manera gratuita en algunos programas de radio y televisión porque quería ser periodista. "Mi mamá siempre me apoyaba para que pudiera hacer lo que me gustaba", recuerda de aquellos días.
Pero de pronto, intempestivamente, Mara dejó de escuchar esas palabras de sostén. Ernesto Jorge Narcisi, pareja de su madre, la mató a puñaladas en Puerto Madero. El empleado del garaje donde la docente estacionaba el auto alertó a la joven de que algo habría pasado. Reconoció el auto de la víctima. Sonó el teléfono de Mara y un efectivo de la Prefectura le confirmó la horrible noticia. "No fue un crimen pasional. Fue un femicidio", enfatiza Avila. Lamentablemente, en aquel momento no existía el homicidio agravado por cuestión de género.
Mara no pudo hacer su duelo enseguida. Se puso al hombro la querella en el juicio penal –al cabo del cual Narcisi fue condenado por homicidio simple en 2007, aunque en julio de 2013 ya obtuvo la libertad– y otras cuestiones vinculadas a su madre. "Recién comencé a hacer el duelo cuando iniciamos el rodaje del documental", cuenta a LA NACIÓN. Eso fue en marzo de 2014, cuando docentes y profesionales de la comunicación le dieron el empujón que necesitaba para que se animara a narrar su historia en un largometraje. La realización del filme fue posible gracias a dos subsidios que obtuvo de parte del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa): uno para guión y otro para la producción.
A lo largo de los 88 minutos que dura el documental, Avila transitó por distintas emociones. "Fue duro el proceso. Sabía que sería demasiada la exposición", reflexiona Mara. Por primera vez fue a la esquina de Azucena Villaflor y Aimé Painé, el lugar de Puerto Madero donde su madre fue asesinada. Ese momento, recuerda, "se hizo muy difícil". También gritó de dolor mientras experimentaba una clase de danza contemporánea. Su cuerpo estaba exteriorizando la tristeza, lo que le quemaba adentro.
Pero Mara, protagonista de una historia que hubiese deseado nunca tener que contar, reafirma, azorada por la cantidad de mujeres asesinadas cada año: "Valió la pena. Era parte de la necesidad de seguir luchando, por este camino que las mujeres ya no abandonaremos. La situación de los femicidios se volvió desesperante". Está conforme: "Me siento con mucha paz. Hice todo lo mejor que pude".
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