Machos con pistola: denunciaron a sus compañeros policías por violencia y cuentan su historia
En un informe titulado "Machos con pistola", publicado por Telefé Noticias, cuatro mujeres policías expusieron la injusta situación a la que quedaron sometidas por denunciar violencia física, psicológica, sexual o laboral en manos de compañeros de las fuerzas de seguridad que poseen cargos jerárquicos. La mayoría de las mujeres que denunciaron penalmente a sus agresores, que hoy continúan en sus funciones, debieron afrontar la apertura de una carpeta psiquiátrica.
"Pensé que me iba a matar"
La subteniente Norma Beatríz Castro relató que desde hace 15 años trabaja como policía y que, actualmente, no realiza tareas operativas sino administrativas y que trabaja en un horario reducido de 20 horas semanales sin uso de arma de fuego ni uniforme. Su agresor, el ahora procesado Sergio Ivar Vieyra, era subcomisario de la jefatura departamental de Villa Luzuriaga, La Matanza, cuando Castro le pidió un traslado por la mala relación que tenía con su jefe.
La reacción de Vieyra ese 7 de febrero de 2013 fue, dentro de la comisaria, agarrarla de los pelos y pegarle patadas. "Pensé que me iba a matar y me fui con una compañera a hacer la denuncia en la fiscalía", contó. "Me dejó un hundimiento en el brazo". Vieyra, en su defensa, declaró que Castro había amenazado a toda la comisaría y que le había pegado a una embarazada. "Te dabas cuenta a simple vista de que eso era una mentira", agregó Castro. Pero por eso, fue detenida en una comisaría de Tapiales por orden de la fiscal Nuñez, de la UFI 8. "Fue una detención arbitraria, no se hizo debate oral, todo el tiempo con animosidad de que las cosas no salgan a la luz", dijo.
Tras pasar el fin de semana presa, la Junta Superior pudo constatar que Castro estaba golpeada. "Igual le tenemos que dar licencia psiquiátrica", le respondieron. Para Castro, esa licencia es como una mancha indeleble que queda para siempre en la carrera de un policía. "Toda esa sumatoria de cosas contribuyeron a que yo hoy no sea una mujer íntegra o que mi vida se detuviera en 2013", señaló ante cámara.
Vieyra continúa en sus funciones como jefe comunal de la jefatura departamental de la ciudad balnearia de Pinamar y está procesado por amenazas, lesiones, abuso de autoridad e incumplimiento de deberes de funcionario público por el Juzgado N°3 de La Matanza.
"Te ataría a una cama y te haría cosas"
Carina Morales trabajaba como penitenciaria en la Unidad 19 de Saavedra cuando en noviembre del año pasado comenzó a sufrir acoso sexual por el entonces subdirector del penal 16 del servicio penitenciario bonarense, Jorge Maidana. "Me decía: ‘Las cosas que le metería a ese culo (sic)’ o ‘te ataría a una cama y te haría cosas’", contó. "Era muy difícil. Al principio lo pude sostener y después ya no, lo comencé a tutear, a dejar de respetarlo. Le decía: ‘¿Cuántas veces te voy a decir que no?’".
Ante los comentarios de Morales, Maidana no se amedrentaba y le respondía que, como jefe, tenía acceso a todos los legajos del personal y que podía averiguar su dirección, ir hasta su casa y pegarle un tiro en cada pierna. "Me tuve que ir de la Unidad", contó. "Muchas noches sentí miedo a ser violada, miedo a la agresión física. Nunca me llegó a tocar pero tengo la misma sensación que si me hubiese violado; estoy con ataques de pánico, hay noches que no duermo, tengo mucha angustia".
En este transcurso Maidana fue ascendido: ahora es director del penal 19. "Una junta médica me levantó una carpeta psiquiátrica y me obligó a ir a trabajar. Yo llorando les pedía que lo revean porque había denunciado al director. No les importó y me mandaron a cumplir tareas diurnas", expresó. "Tenía un legajo impecable y, ahora, como vulgarmente decimos nosotros, estoy como un cachivache, como la gente que no iba a trabajar y que daba problemas al sistema, lo más injusto es que él ahora es mi director y yo estoy en mi casa sin trabajar y sin protección del Estado y de la Justicia para mis hijas", señaló la mujer. "A mí se me está investigando y a él no", contó entre sollozos.
"Mirá lo que me haces hacer, esto es culpa tuya"
La subinspectora Mercedes Martínez contó que fue premiada en numerosas oportunidades en su trabajo, pero que cuando denunció por violencia de género al padre de su hija, la apartaron. Su agresor, Ángel Eduardo Notarfrancesco, era Principal de la Dependencia de drogas peligrosas de la Comisaría 23 de la Ciudad. "Me amenazaba con el arma, había golpes, arañazos... todo tipo de violencia habida y por haber", enfatizó. "Cuando veía que se empezaba a poner violento le corría el arma para que no la viera, hasta que un día él agarró el cuchillo y se cortó las venas: ‘Mirá lo que me haces hacer, esto es culpa tuya’, me decía".
Martínez habló con los jefes de Notarfranceso pero no le dieron importancia a sus comentarios. Cuando finalmente radicó una denuncia, el médico legista forense le dijo: "Sabes lo que pasa, acá si no venís con medio cuerpo golpeado, desfigurada…". A los cinco meses se acercó al juzgado: "Misteriosamente me dijeron que la fiscal y el juez consideraron que no había falta".
A Notarfranceso lo ascendieron a subcomisario. "A mí me mandaban a la evaluación psicológica, donde me dijeron: ‘Usted está con tendencia suicida, hay que sacarle el arma", relató Martínez.
Fiamma, la hija de ambos, que también sufría violencia por parte del policía, también habló con Telefé Noticias. Ella contó cómo, en una oportunidad, y luego de que su padre protagonizara un episodio de violencia, la apuntó con el arma para que le entregara su celular. "Él decía que si me pegaba, mi mamá se iba a enojar porque me iba a dejar marcas, entonces hacía cosas que no dejaban marcas físicas. Era como un demonio", dijo su hija. En 2012 Notarfrancesco murió a causa de una sobredosis. Desde 2016, Martínez está fuera de su cargo.
"Se me dejó sin el 100% del sueldo y sin la obra social de mis tres hijos"
Viviana Almirón, que durante 14 años perteneció a la policía de la provincia de Buenos Aires, contó que su caso también posee elementos de violencia de género. La mujer relató que, un día de lluvia, por una orden de un jefe, salió en moto por un operativo, tuvo un accidente y quedó internada.
"En 2017 se me notificó de la inactividad por el simple hecho de enfermarme. Yo estaba legalmente justificada por la Dirección General de Sanidad. Ahí está la violencia", dijo. "Se me dejó sin el 100% del sueldo y sin la obra social de mis tres hijos. El mayor nació con talasemia y el tercero con una displasia muscular y un retraso madurativo". A pesar de los reclamos al ministerio de Seguridad bonaerense todavía no ha recibido una respuesta.