Murió Silvina Luna: quiénes son las víctimas de Aníbal Lotocki que lo denunciaron por mala praxis
La actriz y modelo era parte de una larga lista de pacientes del cirujano plástico, que desde julio está inhabilitado para ejercer la medicina, mientras la Justicia revisa su condena a prisión
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La muerte de Silvina Luna, con tan solo 43 años, conmovió al país y puso la lupa de nuevo sobre su cirujano plástico, Aníbal Lotocki. La modelo y actriz padeció problemas de salud durante más de diez años luego de someterse a una cirugía estética en 2011 que le causó un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia renal. Su caso no es aislado: Luna es una de múltiples víctimas que denunciaron por mala praxis a Lotocki, quien desde julio está inhabilitado para practicar la medicina, tras haber sido condenado a cuatro años por el caso de la modelo y de otras tres mujeres: Stefanía Xipolitakis, Pamela Sosa y Gabriela Trenchi.
A mediados de 2011, Luna se sometió a una cirugía de aumento de glúteos en la clínica de Aníbal Lotocki. Tres años después tras realizarse varios estudios, descubrió que presentaba niveles elevados de calcio en sangre. Más tarde se supo que eso se debía a una intoxicación de metacrilato, que ingresó en su torrente sanguíneo y que le provocó un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia real, resultado de una mala praxis del cirujano.
Mariano Caprarola
El 17 de este mes, la muerte Mariano Caprarola, a sus 48 años, significó un duro golpe en el mundo del espectáculo. El panelista de La jaula de la moda también fue paciente de Lotocki y a partir de un procedimiento estético al que se sometió en 2010 desarrolló una insuficiencia renal que condujo a su fallecimiento.
El propio Caprarola había usado términos categóricos para referirse a él cuando fue consultado hace apenas un mes y medio: “No puedo decir la palabra ‘asesino’, porque eso lo va a dictaminar la Justicia cuando lo metan preso; pero cuando la Justicia lo ponga atrás de las rejas ahí voy a salir a decir que es un asesino. Hoy no puedo”, afirmó sobre Lotocki. En esa misma línea, aseguró que es un “momento muy triste” y definió a Luna como una “gran amiga”. A continuación, retomó el tema del médico y sus sensaciones sobre él: “No lo puedo nombrar. Cuando lo nombro me provoca un dolor en el alma tan grande... Fui garante de la clínica que tenía en Belgrano, imaginate el grado de confianza que tenía”.
Pamela Sosa
Fue pareja de Lotocki durante ocho años, entre 2006 y 2014. Si bien, en un principio ella defendió a su ex de las acusaciones en su contra, en 2015 ella misma le inició acciones legales. La modelo afirma que las inyecciones que le administró como parte de distintos tratamientos estéticos le habrían provocado diabetes y granulomas. Se convirtió así en una de las denunciantes famosas de Lotocki. Junto a Gabriela Trenchi, Stefanía Xipolitakis y Silvina Luna, Sosa llevó al profesional a la Justicia.
A comienzos de julio, Sosa se cruzó con Lotocki mientras este se encontraba en una entrevista en el piso de Telenoche. Allí, la mujer, de 38 años, que hacía años no tenía contacto con el médico, se despachó contra él, a tal punto que Lotocki abandonó la entrevista televisiva. “¿En algún momento él pidió perdón? ¿Y saben por qué no lo hizo? Porque es un enfermo psicópata y narcisista, que sigue pensando que lo que hace está bien. Yo vi cuando Lotocki traía las bolsas de polímeros, él mezcla eso con un líquido. Yo tengo aceite adentro de mi cuerpo, porque vale dos mangos y a Lotocki lo único que le importa es la plata”, dijo la modelo.
Gabriela Trenchi
Trenchi también denunció a Lotocki por la aplicación indebida de metacrilato, lo cual también le provocó severos daños renales: “Yo tengo estudios hechos en el Hospital Italiano y en la clínica Favaloro donde los mismos médicos me dicen que da miedo lo que ven, que es una bomba de tiempo. Me dicen: ‘que Dios te ilumine hasta cuando puedas vivir porque ese material no se puede sacar’. Y resulta que yo ese material no se lo pedí”, recordó en febrero de 2022. También contó las consecuencias que le generó la presencia de esa sustancia en su cuerpo: “Él no me dio el alta, me lo dio una enfermera a las dos horas de haberme operado, descompuesta. Después lo llamé miles de veces porque vomitaba, me descompensaba, me tenía que poner pañales de todo el drenaje y la sangre que me salía y me decía que tome esto y lo otro. Él no me vio nunca más […] El material hizo una ebullición en mi cuerpo y quedé descompensada, en terapia intermedia”.
Poco después de la muerte de Caprarola, Trenchi afirmó que Lotocki gozaba de protección política para ejercer en su consultorio: “Él está muy protegido, está en una clínica inhabilitada cerca de la casa y nadie va a inspeccionar, nadie va a hacer nada con todo lo que está pasando. La vida nuestra no vale nada, vamos cayendo de a uno y es como que no significamos nada para la Justicia. Evidentemente hasta que no le toquen un familiar de ellos o les pase algo grave... Ahí sí se mueven rápido. Ahora tocan la guitarra, toman café, no sé qué hace el Tribunal de Casación para no llevarlo preso”.
Stefanía Xipolitakis
La vedette no dio el mismo nivel de detalle que las otras denunciantes de Lotocki, pero hizo referencia a lo que le sucedió en un posteo de Instagram en el que empatizó con Luna: “Es un tema muy delicado y obvio que me compete a mí”, dijo, días antes del fallecimiento de la modelo. “A cualquiera de todas las que pasamos por las manos de ese asesino nos puede pasar lo que le está pasando a ella, porque tenemos una bomba en nuestro cuerpo”, enfatizó.
“Pasé muchos años de terapia para poder hablar de esto y, para que no me haga peor de lo que una ya lo lleva, lo expreso por acá. Para poder cuidar mi psiquis y poder seguir con mi alegría y mi música en mis momentos lindos, en donde fluye mi energía”, expresó la modelo, que apuntó que se encuentra fuera de la Argentina en estos momentos.
Cristian Zárate
En abril de 2021, el empresario se convirtió en el primer paciente de Lotocki en morir como consecuencia de las intervenciones del cirujano. Zárate tenía 50 años, era empresario en el rubro de la construcción y tenía dos hijos de su primer matrimonio, en ese momento, de 16 y 18 años. Se había criado en el barrio de San Justo y vivía entre Ramos Mejía y Luján. En esas dos localidades había comprado terrenos para hacer construcciones.
El empresario estaba interesado en que el cirujano le sacara un leve exceso de grasa a través de una dermolipectomía. Como también tenía una hernia abdominal, Lotocki acordó extraerla en la cirugía estética. La operación se realizó en la clínica Cemeco, de Caballito. Allí, Lotocki alquilaba un quirófano en el marco de la segunda ola de coronavirus. Por esa época, el gobierno de la Ciudad había decretado que solo debían realizarse operaciones de riesgo de vida.
Luego de las intervenciones, quedó en observación porque había perdido mucha sangre. A la medianoche se descompensó y fue asistido por el personal de la clínica, que procedió a sedarlo e intubarlo. Lotocki llegó una hora después y cuando le realizaba un examen clínico, Zárate sufrió un paro cardíaco. Desde la clínica se llamó al SAME, ya que el lugar no contaba con una unidad de terapia intensiva. Tras la muerte del empresario, Lotocki fue aprehendido en la clínica y luego liberado, pero un año más tarde fue condenado a cuatro años de prisión de cumplimiento efectivo, por lesiones graves y cinco años de inhabilitación para ejercer su profesión por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOC) porteño Nº28 por el caso de Luna, Xipolitakis, Sosa y Trenchi.
Fran Mariano
El exparticipante de Cuestión de peso (eltrece) forma parte de la lista de pacientes en guerra con Lotocki desde hace más de una década. A su primera consulta llegó por recomendación y con una promesa de acceder a una cirugía a cambio de nombrarlo en los medios (lo que se conoce como “canje”). En ese entonces, no realizó el procedimiento por un acuerdo con la producción del reality donde bajó de peso. Pero tiempo más tarde volvió a visitar al “cirujano de los famosos”.
“Vuelvo con él, siempre creyendo que era cirujano plástico y de los mejores. Le pedí que me retoque la nariz y el mentón. Me empezó a tocar la cara y me medía; me ofreció ponerme pómulos. Me propuso inyectarme agua fisiológica para probar si me gustaba y cuando me vi le dije que no me lo haga”, contó Mariano a LA NACION sobre aquella visita a la gran casona que utilizaba como consultorio. En ese momento, conoció el proceder del médico: aunque dijo que no quería pómulos, al despertarse de la anestesia, supo que la cirugía se le había realizado.
Al mirarse al espejo, el joven de entonces 21 años no reconoció su rostro. “Tenía toda la cara nueva; cuando lo cuento me pone la piel de gallina. Cuando le dije que no era lo que quería, me consoló y me dijo que no pasaba nada, que me iba a deshinchar. Fue muy convincente. Decidió sobre mi cuerpo sin mi consentimiento”, asegura. Aquella manipulación se extendió durante muchos años: Lotocki procedía en el cuerpo de Fran como quería y le aseguraba que el resultado sería excelente, tal cual las palabras de Fran Mariano. “Él me tenía atrapado, era un encantador de serpientes”, recordó.
Virginia Gallardo
En el caso de la panelista de Nosotros a la Mañana, en 2008 decidió acceder al servicio ofrecido por Lotocki para el levantamiento de glúteos. Al respecto, recordó cómo fue el procedimiento, al estar consciente durante la intervención. “Es un producto que es como una goma, como más líquido, como un pegamento. Lo vi. Él ponía en un bowl un polvito y un líquido, lo vi. Vos estás consciente, son diez minutos, dos inyecciones con anestesia local. Va una inyección en cada glúteo”, detalló y explicó que ese producto produce inflamación y luego se endurece como un “cemento”. Según sus palabras, es esto lo que produce daños severos en la salud. En su caso es “un dolor constante en la zona intervenida”.
Desde entonces, Virginia busca cómo revertirlo y no encontró una solución efectiva para terminar con su padecimiento. “Si quisiera sacármelo me tienen que abrir de lado a lado y rebanar el músculo. En mi caso, no migró. Yo hago actividad, y con el músculo genero elasticidad y produce cien veces más dolor. Cuanto más entreno, más duele”, explicó, al ejemplificar que la única respuesta que consigue es mantenerse sin hacer nada. “Confío en mi profesional. Como estoy yo hoy es mejor no hacer nada y rezar al cielo que esto continúe así de por vida”, afirmó.
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