Procesan por femicidio agravado a un policía por el asesinato de una maestra en Santa Cruz
EL CALAFATE. La jueza de instrucción de Puerto Santa Cruz, Noelia Ursino, procesó y confirmó la prisión preventiva del policía Pablo Núñez como autor material y penalmente responsable del femicidio agravado por alevosía de Jésica Minaglia, su expareja. Hasta pocas semanas antes del crimen, el acusado y la docente de 30 años habían convivido y tenían un hijo, de 3 años. Según la Justicia, esa relación estuvo signada por la violencia de género.
Según surge del expediente, Jésica fue atacada por su expareja, el cabo 1° Núñez, quien le asestó los golpes en la cabeza de la víctima de manera sorpresiva, desde atrás, por la posición de los impactos en el cráneo. Fue entre las 19.30 y las 21.30 del 14 de abril pasado. La maestra no tuvo posibilidades de defenderse; intentó alcanzar la puerta para pedir ayudar, pero tras sufrir pérdida de sangre, agonizó hasta morir, la madrugada siguiente.
Si bien no hay aún testigos que hayan visto al policía en la casa, la reconstrucción de las últimas horas, las llamadas cruzadas entre ellos y las imágenes de la cámara de seguridad de esa noche, entre otros indicios recolectados durante la investigación, sitúan a Núñez como probable autor del hecho.
El asesinato de la maestra ocurrió en plena cuarentena por el coronavirus y pese a ello, sus amigas, compañeros de trabajo y la comunidad de Comandante Luis Piedrabuena, donde ella vivía desde niña, llegada desde Entre Ríos, no dejó de manifestarse. Lo hizo tanto a través de las redes sociales como con acciones públicas en las calles de aquella localidad situada 245 kilómetros al norte de Río Gallegos, a la vera del río Santa Cruz. La instrucción de la causa no escapó a las dificultades propias del aislamiento obligatorio y muchos testimonios fueron por videoconferencia, en una causa que en poco tiempo ya acumula cinco cuerpos.
A través de los testimonios tomados para la causa, Ursino reconstruyó que Jésica vivió una relación conflictiva con Núñez, imbuida en situaciones de violencia de género que se extendieron más allá del final de la pareja. El vínculo se extendió por diez años, según la causa, pero había encontrado su fin en las últimas semanas, hecho que el policía se negaba a aceptar.
La magistrada considera acreditado que Núñez "no aceptaba el final de la relación con Minaglia, que la acosaba permanentemente, que irrumpía en el domicilio de Jésica en busca de pruebas de una supuesta infidelidad, la llamaba continuamente por teléfono y la amenazaba diciéndole que no lo obligara a ir a hacer lo que no quería". Y reconstruyó situaciones de violencia verbal y económica que sufrió la joven durante la relación.
Según familiares y testigos que prestaron su declaración en la causa, el vínculo se había tornado conflictivo en las últimas semanas. Pese a ello, nada hacia presuponer el trágico final. En la causa se presupone que la publicación del video de la canción "Amor secreto", subido por otro hombre en el muro de Facebook de Jésica, habría sido una de las razones que desencadenó el femicidio atribuido a Núñez.
La tarde del 14 de abril el policía tenía bajo su cuidado al hijo de ambos; él llamó a Minaglia para pedirle que lo dejara una noche más con él, y para pedirle ropa y una mamadera. "Pasá cuando quieras", fue la respuesta de ella. Ese fue el último mensaje que escribió en su celular, a las 19.30. Después de esa hora, no respondió ningún mensaje de WhatsApp ni volvió a publicar en ninguna de sus redes sociales, en las que era muy activa. A aquel mensaje, Núñez respondió "Ok, voy en diez", y apagó su celular.
A partir del análisis de las cámaras de seguridad de la ciudad, tanto públicas como privadas, la Justicia pudo reconstruir que Núñez se dirigió, por lo menos, tres veces al domicilio que había compartido con Minaglia entre las 19.30 y las 21.30. Lo hizo en dos vehículos: primero, en su camioneta Toyota Hilux, y luego en el Ford Focus de su hermano.
"Es en ese lapso de tiempo que se produjo e ataque que terminó con la vida de Jésica Minaglia, surgiendo palmariamente que el hecho fue perpetrado por Núñez", afirmó la jueza Ursino.
De la evaluación de las diferentes pruebas surge que Jésica dejó de comunicarse a través del teléfono y de sus redes sociales a las 19.30. El ataque fue poco después de esa hora. Dos vecinos testificaron que cerca de las 21 horas escucharon tres o cuatro golpes, muy fuertes, como ruido de madera. Si bien se asomaron a la vereda, no vieron a nadie y desde el lugar donde se encontraban esos testigos la casa de Jésica no les quedaba visible.
El deceso de la maestra se produjo por un traumatismo encéfalo-craneano entre las 23 y las 5 de la mañana del 15 de abril, "tras sufrir agonía y pérdida de sangre", según la información pericial de la causa.
Según consta en el expediente, Jésica no presentaba signos de defensa. "No esperaba tal agresión. Núñez contaba con la confianza de Jésica y esto hizo que pudiera asestar los golpes en la cabeza de la víctima de manera sorpresiva, seguramente desde atrás, por la posición en el cráneo de los impactos y por como cayó la víctima al piso, quedando boca arriba, para empezar a perder sangre, y tratar de incorporarse entre el momento del hecho y el momento posterior, en el que muere".
La coartada
En la causa se acreditó que Núñez fue la última persona que vio con vida a Jésica Minaglia. Al arribar a la casa de sus padres, donde el policía vivía desde que se separó, encendió el teléfono y le envió mensajes a la víctima y después a la madre, para armar una coartada. "Claramente, Núñez utilizó los conocimientos de su profesión para no ser descubierto", afirmó la jueza.
Dentro de la causa también testificó un amigo del policía, que lo atendió en la estación de servicio YPF a las ocho de la mañana del 15 de abril. Sostuvo que Núñez tenía un comportamiento errático. Solo faltaban cinco horas para que la madre de Jésica, Nélida González, encontrara el cuerpo de su hija, ya sin vida.
Ella fue hasta la casa de la joven maestra por pedido de Núñez, que le decía que Jésica no le respondía las llamadas. Para la jueza, ese acto fue parte de las acciones del policía para intentar no ser descubierto.
Al tratar de abrir la puerta, Nélida González se encontró con el peor escenario que puede encontrarse una madre. De inmediato, le pidió a su hijo, que la había acompañado y esperaba afuera, que llamara a la policía. El joven, en medio de la confusión, llamó a Núñez, y el cabo fue quien dio aviso a sus colegas.
Núñez y los otros policías llegaron juntos al domicilio. Una vez allí, ya no lo dejaron entrar y quedó detenido. Hasta ahora, el policía se negó a declarar en la causa.