Awake: cómo es la cirugía de cerebro que se realiza con el paciente despierto
Esta operación, donde se aplica una técnica que comenzó a popularizarse en la Argentina a partir de los años 2000, hoy se practica en hospitales públicos y privados
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En el quirófano, el silencio no es absoluto. Un leve zumbido de los monitores acompaña la respiración pausada del paciente, de apenas 24 años, que yace despierto en la camilla. Un equipo de especialistas, liderado por los neurocirujanos, Matías Baldoncini y Mickaela Echavarría, se mueve por el quirófano con batas quirúrgicas y precisión coreográfica. El brillo frío de las luces del quirófano resalta la concentración en los rostros de los neurocirujanos. La incisión está hecha. El cráneo, parcialmente abierto, expone el cerebro que será explorado en detalle para sanar al paciente.
De repente, una voz firme y tranquila pregunta: “¿Qué ves en la pantalla?”. Es Mónica Garavaglia, la neuropsicóloga. Se lo dice al joven paciente, que responde sin titubear: “Un lápiz”. Es un momento crítico. Cada palabra articulada es una confirmación de que el área del cerebro que controla el lenguaje sigue intacta.
Este diálogo entre el paciente y el equipo médico define la esencia de la cirugía “awake”, una intervención quirúrgica que parece extraída de una película de ciencia ficción pero que es una realidad en instituciones médicas como el hospital público Petrona V. de Cordero en San Fernando.
“En el caso de este paciente, el objetivo de la cirugía es extirpar un glioma alojado en el área motora suplementaria, una región crucial del cerebro responsable de la coordinación de movimientos complejos, la articulación del lenguaje y el control emocional. Este tipo de tumor plantea un desafío único, su extracción debe ser lo suficientemente agresiva para evitar que siga creciendo, pero sin comprometer funciones esenciales para la vida cotidiana”, describe Baldoncini.
La técnica utilizada es una mezcla de ingeniería médica y confianza entre los expertos y el paciente. Mientras los neurocirujanos trabajan con precisión milimétrica, el paciente colabora activamente, respondiendo preguntas, moviendo extremidades o identificando imágenes en una pantalla. Cada respuesta es un indicativo de que las áreas funcionales están a salvo.
La preparación: más que solo técnica
Días antes de la cirugía, el joven había sido sometido a extensas sesiones de preparación. Garavaglia lo guió a través de pruebas diseñadas para evaluar su lenguaje, memoria y coordinación motora. “Esto es lo que harás en el quirófano”, le explicó, mientras le mostraba imágenes y objetos. Estas sesiones no solo sirvieron para entrenarlo, sino también para establecer una conexión emocional que sería vital durante el procedimiento.
La cirugía despierta no es solo un desafío físico, sino también emocional. Cuando al joven le explicaron que estaría consciente mientras lo operaban, su reacción inicial fue de asombro y preocupación. Sin embargo, el apoyo constante del equipo médico disipó sus temores.
En el corazón del procedimiento
La cirugía comienza con una craneotomía, un procedimiento en el que se retira temporalmente una parte del cráneo para exponer el cerebro. Con electrodos colocados directamente sobre la superficie cerebral, los neurocirujanos comienzan a estimular pequeñas áreas mientras el paciente realiza tareas. Un leve cosquilleo eléctrico activa distintas zonas del cerebro, revelando un mapa funcional único para ese paciente.
“Di qué ves”, repite la neuropsicóloga, mientras un cirujano aplica una suave descarga en una región específica. Si el paciente no puede responder, inmediatamente el cirujano detiene la estimulación y esa área es marcada como inoperable, un recordatorio tangible de la precisión quirúrgica necesaria.
“Se utilizan electrodos que permiten estimular las diferentes áreas del cerebro que necesitamos trabajar. Al estimular podemos identificar si el área es segura o no para acceder al tumor. En caso de no ser segura, porque observamos alguna falla en las pruebas que va haciendo el paciente, la identificamos con unos stickers para delimitar la zona segura de acceso y avanzar con la resección del tumor. A medida que se reseca el tumor el paciente continúa realizando las pruebas y estimulamos nuevamente con esos electrodos para controlar que no estemos dañando ninguna función del cerebro. De esa manera avanzamos con la resección hasta que detectemos alguna alteración, es decir respetando el límite funcional del cerebro del paciente”, detalla Baldoncini.
Entre tanto, el equipo monitorea de cerca los signos vitales del paciente. Los anestesiólogos, Florencia Rodríguez y Leandro Montaña, vigilan con atención para asegurarse de que la ligera sedación permita al paciente mantenerse cómodo, pero lo suficientemente alerta para colaborar.
La cirugía no es solo un ejercicio técnico, es una especie de arte que busca lograr el equilibrio entre remover la mayor cantidad de tumor posible y preservar las funciones del paciente, lo que los especialistas llaman “equilibrio oncofuncional”. En palabras de Baldoncini, referente del equipo, “no se trata solo de extirpar un tumor, sino de hacerlo sin comprometer la calidad de vida del paciente”.
A lo largo de las cuatro horas que dura la operación, la tensión en el quirófano es palpable, pero también lo es la confianza en el equipo interdisciplinario. Los neurocirujanos avanzan con precisión, guiados por las respuestas del paciente y los datos aportados por el neurofisiólogo, Darío Savini.
La cirugía Awake en la Argentina
La cirugía “awake” no es una novedad, pero su aplicación en hospitales públicos como el Petrona V. de Cordero demuestra el avance de la neurocirugía en la Argentina. Este procedimiento, que combina tecnología de punta y un enfoque humano, no solo salva vidas, sino que también preserva la capacidad del paciente para hablar, pensar, sentir y conectar con otros.
“En la Argentina, el uso de esta técnica comenzó a popularizarse a partir de los años 2000, con la introducción de métodos de estimulación cortical intraoperatoria para garantizar que las áreas vitales no se vean afectadas durante la cirugía. El origen de esta técnica se remonta a la neurocirugía funcional, que comenzó a aplicarse a mediados del siglo XX, pero fue con el desarrollo de las tecnologías de mapeo cerebral y estimulación cortical directa que la cirugía en paciente despierto se consolidó como una práctica común. Este tipo de cirugía se realiza en varios centros de la Argentina, públicos y privados. Nuestro equipo ya desarrolla este tipo de cirugías en el Hospital Petrona V de Cordero en San Fernando como también en el Sanatorio Mater Dei, en la ciudad de Buenos Aires”, explica Baldoncini.
El despertar después del despertar
Al término de la cirugía, el joven es trasladado a la unidad de cuidados intensivos para un monitoreo exhaustivo. Aunque la recuperación inicial es rápida, el camino no termina allí. La neuropsicóloga continuará trabajando con él, asegurándose de que sus funciones cognitivas y motoras se mantengan intactas. Además, es probable que reciba terapia física y ocupacional para consolidar su mejoría.
El joven, ahora en recuperación, se prepara para retomar su vida con una nueva perspectiva. Mientras tanto, el equipo médico celebra el éxito de una intervención que enfrentó un tumor resguardando cada rincón del cerebro.
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