Jimena Monteverde, la campestre
Entre General Rodríguez y Buenos Aires, la chef se las ingenia para no perderse de nada: vida de campo con su familia y programas porteños con sus amigos
1 minuto de lectura'

Jimena Monteverde vino bien preparada. Ropa planchada, maquillaje exprés y secador de pelo, unos minutos alistándose en el lobby del hotel Nina Suites, y está impecable para las fotos. Vivió en Bella Vista de muy pequeña, luego se mudó a una chacra en Pilar y ahora comparte una casa con su marido, Mariano, y sus hijos, Victorio y Amparo, en un club de polo en General Rodríguez. Lleva la vida de campo en el ADN. Y aprovecha las bondades de vivir entre tanto verde: salir a caminar o andar en bici, dormir en silencio, despertar con el canto de los pajaritos y no dar por sentada la señal de teléfono. Pero no todo es gallineros y huertas, ya que con muchísima frecuencia viaja a Buenos Aires para atender temas laborales y aprovecha para ponerse al día con sus amigos porteños más sibaritas, con quienes organiza salidas al teatro y visitas a nuevos restaurantes. Cuando su familia se lo permite y su agenda lo amerita, incluso se queda a dormir en este hotel. Allí también disfruta de algún bache para entregarse a los pequeños placeres de pintarse las uñas y ver tele sin tener que cocinar para nadie.
Agradecida de tener siempre trabajo, confiesa que sus momentos ociosos son pocos. Con una rutina laboral muy cambiante, hay una cosa que intenta respetar: no madrugar. A diferencia de su familia, odia levantarse temprano y prefiere las mañanas tranquilas en compañía de su mate y, si es necesario, quedarse despierta hasta altas horas de la noche. De hecho, cuando todos se van a dormir es cuando ella se apodera de la casa. “Me hago un tecito, me como un chocolate y tengo el control remoto todo para mí”. A esta chef noctámbula también le encanta ir al cine y salir a comer afuera por Pilar, especialmente con su marido y algún matrimonio amigo. Y si el invierno y la estufa de casa son más tentadores, Jimena cocina para su familia –como todos los días de su vida– y con Mariano disfrutan de un vino juntos. Victorio y Amparo heredaron de su mamá el gusto por la comida y la cocina, y son su público más exigente. Les encanta salir a comer en familia. Viniendo de una familia italiana, la carismática cocinera mamó desde chica la cultura de la comida como vínculo principal. Es típico de ella andar siempre con algo rico a cuestas para ofrecer a quienes se cruce en su camino, ya sea quien la atienda en el banco, quien le preste ropa para salir en la tele o su contador. Afortunados ellos.
A pesar de su notoria aversión por los aviones, los viajes están a la cabeza de su listado de ocio. “Cada pesito que junto o huequito que tengo, estoy pensando a dónde me puedo ir”. Siempre que las agendas de todos lo permiten, el clan de cuatro parte en familia a algún rumbo nuevo y fascinante. “Conocer culturas nuevas y comidas distintas te abre mucho la cabeza”, explica esta trotamundos, que también ha encontrado en el interior del país una riqueza incomparable en este sentido. “Tenemos un país espectacular, con gente muy capaz y comida riquísima. Los argentinos comemos muy bien y tenemos mucha variedad de productos”, asegura, orgullosa.
Ping Pong
¿Un recuerdo lindo de tu infancia? Llegar a la casa de mi nonna y, ya desde la puerta, sentir el olor a salsa de tomate casera y ver la mesa, de una punta a la otra, llena de ravioles caseros.
¿Ingrediente preferido de cada estación? En invierno me encanta la espinaca, como verdura de hoja. Después me gusta la rúcula. Los espárragos más para la primavera, también los alcauciles. En verano, me encantan las cerezas.
Si tuvieras que vivir en otra ciudad, ¿cuál sería? En Rosario, me gusta mucho.
¿Un postre para enamorarte? Un helado rico.
¿Una comida que no te guste? No hay nada que no me guste. Te diría quizás el mondongo. No me encanta, pero si lo tengo que comer, lo como.
¿Tres cosas que nunca faltan en tu cartera? Los maquillajes, la billetera y los chicles de menta.
¿Una situación en la que perdés la paciencia? Cuando manejo. Vivo arriba del auto, me saca la gente que se cruza y me ponen loca las motos.
¿Algo que tus hijos heredaron de vos? La cultura por el trabajo, la solidaridad y el gusto por la comida.
¿Un sueño cumplido? Trabajar en la tele como cocinera. La verdad es que nunca pensé que me iba a pasar y fue algo que me sucedió de casualidad. De chica jugaba con mis hermanos a darles clases de cocina cual Doña Petrona, ellos sentaditos mirando.
1Una familia de argentinos sufrió un robo en un barrio privado en Chile
2Por la baja matriculación, empiezan los cierres de grados en escuelas públicas porteñas y hay quejas
3Llega la primera ola de calor a Buenos Aires: hasta cuándo dura el fenómeno, según el último informe del SMN
4Bala perdida: un neurocirujano explicó por qué “es muy grave” la herida que tiene la niña y sugirió qué se puede hacer





