Le dieron de alta al rugbier gay agredido por una patota: "Pensé que me mataban"
Jonathan Castellari recibió una golpiza hace una semana cuando salía de un local de comidas rápidas
Jonathan Castellari, el joven rugbier gay que el viernes pasado fue agredido por una patota en un local de comidas rápidas del centro porteño, fue dado de alta hoy y publicó en las redes sociales una carta en la detalló lo vivido. "Pensé que me mataban. Pensé que no iba a poder contar lo que pasó", dijo Castellari, que además contó intimidades de su vida.
A través de su cuenta en Facebook, el joven publicó un posteo en el que relató: "Tengo 25 años y me crié en La Paternal. Siempre supe que era homosexual, sin embargo, traté de amoldarme a lo que la sociedad esperaba que fuera. A los 16 años, decidí contárselo a mi vieja pero me fui de casa escuchando su voz. Me decía: Preferiría haberte abortado".
"Nací en una familia «tradicional» y en mi casa siempre se vivió el machismo: el sobrino que tenía que ir a debutar, la mujer que tenía que levantar la mesa mientras el hombre miraba el partido. Ni hablar si en la televisión aparecía una pareja de varones chapando: «Cambiá esta mierda», «poné otra cosa», «sacá a estos putos»", siguió.
También se refirió a su "dura adolescencia" y la discriminación constante que se vivía en su colegio: "El hecho de que no me gustara jugar a la pelota me convertía en un ser extraño: puto, maricón, gay".
"Soportar el peso de la mirada de los otros fue siempre lo más duro: esa mirada que te hace pensar que lo que sentís está mal porque va en contra de lo que el resto considera sano", expresó. Y aseguró que su padre fue el único que le dijo: "No me importa lo que hagas entre cuatro paredes, siempre te voy a amar".
Castellari está de novio con Gustavo, un paraguayo del campo, jugador de un equipo "tradicional" de rugby. En su relato, el joven contó como el club de su pareja está lleno de prejuicios: "Me mostró una conversación con sus amigos, donde estaban burlándose de uno que había puesto «me gusta» en la página de Ciervos Pampas (equipo de rugby gay). En su lógica, ese «me gusta» te convierte en puto".
Jonathan explicó que participar de un equipo gay de rugby le permitió superar ciertos temores, pero aseguró que la semana pasada "volvió" a encontrarse con la homofobia cara a cara.
"Esa madrugada, con Sebastián, mi amigo, salimos de un boliche y fuimos a desayunar al Mc Donalds. Estábamos esperando el pedido cuando entró un grupo de ocho pibes. Primero empezaron a insultarme, después comenzó la pesadilla. Me vi en el piso, bañado en sangre, completamente indefenso. Me pegaban piñas y patadas, mientras me decían «comé por puto», «tomá, puto de mierda»", contó Jonathan, pero agregó que hubo un grito que nunca olvidará: "Hay que matarlo por puto»".
El joven agredido señaló que el episodio que vivió le dejó varios interrogantes: "¿Qué habrán sentido otros adolescentes que todavía no pueden contar que son gays cuando vieron por televisión lo que me hicieron? ¿Habrán sentido que si «se les nota lo gay» los van a cagar a trompadas? ¿Que si eso pasa nadie se va a meter?".
Para finalizar Jonathan dejó un mensaje y un consejo para todas las personas: "Si te preguntás cómo podés ayudar a cambiar esta locura, educá, difundí, hablalo en tu casa, hablá con amigos, con tus hijos. No te calles, no seas cómplice. La homosexualidad no es una enfermedad y la homofobia es una forma de odio que se inculca mediante la discriminación. Ser gay es algo innato en nuestras vidas".