Máximo tiene nueve años y cumplió su sueño de ser Infante de Marina por un día
A través de la fundación Make a Wish, el niño pudo pasar una jornada inolvidable con el Batallón de Infantería de Marina N°3 de Zárate; la misión que se le encargó y las enseñanzas que se llevó
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Máximo es un niño de nueve años a quien le diagnosticaron Sarcoma de Ewing y que el pasado miércoles pudo cumplir su sueño más deseado: el de ser soldado por un día. Infante de Marina, para decirlo con mayor exactitud. Gracias a la fundación Make a Wish y a la buena predisposición del Batallón de Infantería de Marina (BIM) Número 3 de Zárate, el pequeño de Quilmes pasó toda una jornada completa dentro del ámbito militar donde, con uniforme de Infante y todo, izó la bandera, participó de un entrenamiento, almorzó con sus camaradas de armas y hasta cumplió una complicada misión en el medio del monte.
“Máximo es un ser muy positivo y muy soñador, que expresó su deseo de ser soldado”, señaló a LA NACION, Romina Heis, voluntaria de Make a Wish, que fue la encargada de llevar adelante el sueño del niño.
Romina entonces comenzó a buscar la manera de darle forma al sueño de Máximo, que entre todas las ramas militares había elegido ser Marine. Así llegó a contactar al Capitán de Fragata IM Fernando Romero López, comandante del BIM3, Almirante Eleazar Videla, que mostró desde el vamos la mejor disposición para convertir al niño en Infante de Marina por un día.
“Fue algo muy especial. Desde que me llegó la posibilidad de hacer este sueño dije que sí, tenemos que hacerlo, tenemos algo para darle a este chico. Le dije al personal de mi unidad que, más allá de las órdenes, mías, esto lo tenían que vivir y sentir. Y eso es algo que se demostró en la forma en que cada uno de los hombres y mujeres del batallón llevó adelante la tarea”, explicó, a LA NACION, el Comandante del BIM3, Romero López.
Como una muestra del compromiso asumido por el Capitán de Fragata Romero López con el sueño del pequeño, en el regimiento grabaron un video para enviarle a Máximo, donde los infantes del BIM3 decían que tenían que cumplir una misión muy compleja y para ello necesitaban un “infante de marina valiente, astuto y sagaz”. Sobre el final del video, tres infantes con sus uniformes y armas gritaban a cámara: “Máximo, te necesitamos”.
“La cara de felicidad de Máximo al ver ese video fue indescriptible”, contó Heis, que luego destacó que el día de la experiencia del niño en el BIM3 “nada fue improvisado: desde el momento en que llegó hasta el final fue todo armado con mucho amor y cariño”.
En efecto, Máximo vivió toda la jornada como un verdadero Infante de Marina. Ni bien llegó al regimiento, acompañado por sus papás, Andrea y Fernando, recibió un uniforme que le habían hecho a medida, con las insignias y hasta su apellido bordado. También le dieron los borceguíes de la infantería. “Se visitó, fue con el comandante a izar la bandera y lo nombraron infante honorario”, subrayó la voluntaria de Make a Wish, que también participó de la experiencia.
En el discurso del nombramiento de Máximo como Infante honorario destacaron “sus destrezas como soldado y su gran capacidad para enfrentar las adversidades que se le imponen”.
Día de entrenamiento
A lo largo del día, el niño participó de una intensa jornada con actividades militares. Junto a sus camaradas, Máximo entrenó, aprendió a hacer fuego, a construir refugios, esquivar trampas y otras técnicas de supervivencia. Almorzó en el monte con su marmita y bebió de su cantimplora; luego llegó el momento de pintarse la cara para cumplir con la misión encomendada: recuperar un maletín oculto en medio de la vegetación con una documentación importante.
El pequeño pero profesional infante, con la misión cumplida -fue, además, el jefe de su grupo- se embarcó junto a sus padres en las lanchas Guardian 22 para navegar brevemente por el río Paraná.
“Destaco del batallón que fueron únicos, porque le dieron amor, contención y apoyo. En cada momento le regalaron una sorpresa, un termo, un gancho para que cuelgue la mochila, un arma de mentira y su diploma de infante de Marina”, señaló Heis, que resaltó la felicidad que mostró el pequeño en todo momento y la habilidad que exhibió en su rol como uniformado: “Uno de los infantes me dijo: ‘Parece que toda la vida fue soldado’”.
Además de hacer que el niño de nueve años viviera una jornada completamente inolvidable y cargada de emociones, los integrantes del BIM3 tenían claro el sentido de acompañar a Máximo en el cumplimiento de su sueño. Esto se refleja en las palabras de despedida que le dedicó el Capitán Romero López al pequeño.
En ese sentido, el comandante del batallón expresó: “Es un gusto que seas un infante de Marina como nosotros. Un placer tenerte acá, y quiero que sepas que el batallón 3 es tu segunda casa. Cada vez que necesites algo, que busques energía, un consejo, un amigo, sabés que en el batallón 3 estamos todos nosotros para acompañarte”.
“Una inyección de amor”
“Quiero destacar el amor que le dieron a Máximo, fue la clave del éxito desde este deseo”, dijo Romina Heis y agregó que el niño quiere volver al batallón. “Le encantó, quiere ir a otra misión”, explicó la voluntaria de Make a wish que se puso al hombro este sueño y añadió que el niño se tomó muy en serio su rol: “En todo momento se sintió un infante de Marina y se sintió parte del equipo. No tuvo miedo, no tuvo dudas. Le encantó y quiere ir a otra misión”.
El Capitán de Fragata Romero López se refirió también a la experiencia y reflexionó: “Yo soy la cara visible, pero la magia la hicieron todos los que trataron con Máximo en los distintos lugares donde fueron pasando. Ver la sonrisa de Máximo es impagable, me cuesta poner en palabras la satisfacción que nos generaba ver su sonrisa de plenitud, un gesto que nos llena mucho. Estamos encantados de lo que vivimos”.
“La experiencia fue increíble. Para Maxi por supuesto que fue el mejor día de su vida, y para nosotros también”, relató Andrea, la mamá de Máximo, a LA NACION, para resumir lo que vivió su hijo en el batallón. “Él ahora, si pasa un control policial, lo saluda y le dice: ‘Yo soy Infante de la Marina’. Y le hace el saludo militar -continúa Andrea- y no se le va la sonrisa. En general, es super positivo, pero además, tiene una sonrisa extra. Fue una experiencia increíble”.
“Para nosotros como papás fue increíble ver como tanta gente le dé tanto amor a tu hijo de forma desinteresada. Ese día vimos la humanidad en su máxima pureza. De todas las formas y de mucha gente. Fue como una inyección de amor en el momento justo”, concluyó la mamá del pequeño Infante de Marina que no le teme a las misiones difíciles.
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