Monóxido de carbono: cómo ingresa el gas tóxico al cuerpo y qué provoca en el organismo
El “asesino silencioso” no tiene olor, color ni sabor, pero puede provocar síntomas graves para la salud; cuáles son las medidas para prevenir la intoxicación
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Sin sabor, olor ni color, el monóxido de carbono puede causar estragos al ingresar al organismo. Este gas tóxico -que se genera a partir de la combustión incompleta de recursos como el carbón, la madera o el petróleo- provoca síntomas que van desde los más leves, como nauseas, vómitos y embotamiento, hasta los más severos, como convulsiones, arritmia, coma y la muerte. Tal es el caso de la familia del barrio porteño de Villa Devoto, en donde una cinco personas, entre ellas una niña de cuatro años, fueron encontradas muertas en una casa familiar por intoxicación.
El monóxido de carbono (CO) ingresa al organismo de los seres vivos a través de la respiración. Así llega a los alveolos pulmonares, en donde se produce el intercambio gaseoso, se pega a la curva de la hemoglobina y ocupa el lugar que originalmente le pertenece al oxígeno. “El monóxido tiene 250 veces más afinidad por la hemoglobina que la molécula de oxígeno. La hemoglobina tiene cinco o seis espacios para la proteína de oxígeno y el gas tóxico los ocupa todos”, explicó a LA NACION Francisco Dadic, médico toxicólogo.
Al ocurrir esto, los tejidos de los principales órganos del cuerpo humano -tales como el cerebro, el corazón y el riñón- dejan de recibir oxígeno y comienzan a obtener únicamente monóxido de carbono. “Cuando no le llega oxígeno el tejido sufre”, añadió Dadic.

De esta forma, a través de la hemoglobina -proteína encargada del transporte del oxígeno que ingresa desde los pulmones hacia los tejidos en la cadena de respiración-, el monóxido provoca distintos mecanismos de destrucción de los tejidos, que pueden derivar en hipoxia -falta de oxígeno- y en hipoxia histotóxica, que ocurre cuando las células del cuerpo no pueden utilizar el oxígeno disponible a pesar de que el suministro de oxígeno a la sangre y los tejidos es el adecuado.
“La sintomatología la vemos a nivel respiratorio, cardíaco y cerebral. También se puede producir lo que se conoce como peroxidación lipídica, inflamación y alteraciones de la proteína en los músculos, lo que provoca que el sistema inmunológico reaccione y genere secuelas tardías”, detalló el director de toxicología de la Fundación Iberoamericana de Salud Publica.
En resumen, cuando una persona inhala monóxido se genera una gran falta de oxígeno en el cuerpo -hipoxia- que, sin una intervención rápida, puede provocar fallas orgánicas, estado de coma y hasta la muerte. “El tiempo depende del nivel de concentración de monóxido en el espacio: si es muy alta, el efecto es más nocivo”, expresó el toxicólogo y agregó: “No hay un tiempo exacto porque la concentración puede alargar o retrasar el proceso. Si el nivel es muy alto, te podés morir a los pocos minutos; pero si la concentración es baja en el ambiente, se empieza con síntomas leves".

Los síntomas de una intoxicación
Los signos de envenenamiento por CO varían según el nivel y la duración de la exposición pero, según detalló Dadic, los síntomas más comunes incluyen:
- Dolor de cabeza
- Mareos y debilidad
- Náuseas y vómitos
- Dolor en el pecho
- Confusión mental
- Pérdida de conciencia
Ante una intoxicación leve, la medida más efectiva es la exposición inmediata al aire fresco. En casos más severos, el tratamiento habitual es la administración de oxígeno con una mascarilla. En situaciones extremas, se recurre a una cámara hiperbárica para forzar la absorción de oxígeno en la sangre.
Cómo prevenir la intoxicación por monóxido de carbono
- Revisar periódicamente las instalaciones de gas: es clave asegurarse que estufas, hornallas y calefactores funcionen correctamente. Si la llama se ve amarilla o anaranjada, se debe contactar a un gasista matriculado.
- Ventilar los ambientes todos los días: aunque la temperatura baje, es esencial permitir la entrada de aire fresco. Abrir puertas y ventanas al menos una vez al día ayuda a renovar el oxígeno y evitar la acumulación de gases tóxicos.
- No dejar encendidos los artefactos durante el descanso: dormir con la estufa prendida representa un riesgo alto. Si el artefacto no tiene salida al exterior, puede liberar monóxido de carbono mientras las personas duermen, lo que dificulta la detección de síntomas.
- Instalar detectores de monóxido de carbono: son dispositivos de bajo costo que permiten detectar el gas a tiempo.
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