Perdió el brazo a los 10 años y hoy es uno de los mejores tatuadores del mundo
La imagen fue capturada en 2014 durante una convención de tatuajes en Francia. Allí, se ve cómo un artista al que le falta el brazo derecho prueba por primera vez sobre un cliente y frente a varios espectadores, una máquina tatuadora ensamblada a su prótesis. Ese video subido a Youtube consiguió más de 10 millones de reproducciones en menos de 24 horas.
Así comenzó la fama internacional de JC Sheitan Tenet, el tatuador que perdió su brazo derecho a los 10 años en un accidente y que hizo de su prótesis una marca registrada, única en el mundo.
Durante su última visita a la Argentina por la edición 2018 del Tatto Show, LA NACION conversó con el artista sobre sus comienzos y cómo logró desarrollar su pasión más allá de su discapacidad.
"Dicen que soy una especie de tattoo ciborg, parte hombre y parte máquina", comenta entre risas Sheitan, de 33 años y quien habla en una mezcla de inglés y español, acompañado por un claro acento francés.
Su máquina tatuadora combina el metal plateado con el cuero negro de la prótesis, dándole un aspecto "retro futurista", según sus propias palabras. La coloca con facilidad en su antebrazo derecho y le permite hacer todo tipo trazados, dándole su particular estilo.
Su personalidad y presencia llaman la atención, tanto por su gran cantidad de tatuajes (ya perdió la cuenta) que decoran sus piernas, brazo y mano izquierda, antebrazo y cabeza; como por la facilidad con la que se traslada de una cálida simpatía a una fría seriedad, y viceversa, en cuestión de segundos, según el tema que esté tratando durante la conversación.
No le gusta hablar de ciertos aspectos de su vida. Las circunstancias en las cuales perdió su brazo derecho son un misterio dentro del mundo de los tatuadores. Uno que solo su familia y amigos más cercanos saben. "No importa cómo pasó, fue un accidente y punto. Lo importante es que lo pude superar rápidamente", afirma Sheitan, quien pasa la mayor parte del tiempo con su antebrazo derecho descubierto.
De hecho, agradece que el accidente sucediera cuando era tan joven. "Yo dibujaba con la mano derecha desde los 3 años. Cuando la perdí, era solo un niño y no tuve otra opción que aprender a usar la izquierda, haciéndome ambidiestro. Si me hubiese pasado como adulto, seguramente me habría costado mucho más y no sería tan hábil", asegura el tatuador, oriundo de Lyon.
Pasión por el arte
Aunque no proviene de una familia de artistas -su padre era carnicero y su madre trabajaba en un establo- siempre estuvo interesado en el arte y el diseño. Durante su adolescencia, se la pasaba dibujando los modelos de los que serían, sin saberlo, sus futuros tatuajes.
Cuando terminó sus estudios secundarios se anotó con mucho entusiasmo en la escuela de arte de Lyon. Pero su primera experiencia laboral como dibujante de planos para un departamento estatal lo decepcionó tanto que se alejó por un tiempo del mundo artístico.
A los 23, cuando trabajaba en un local de celulares y mientras estaba en la casa de un amigo tatuador, le pidió si le podía preparar una máquina para tatuarse a sí mismo con su mano izquierda en la pierna. "Ese día supe que esa era mi vocación. Quería trabajar de eso porque me apasionaba", recuerda Sheitan.
Los primeros tatuajes los hacía a cambio de poca plata en su casa. Después, un amigo le prestó su local para que atendiera a sus clientes a partir de las 20. Con el tiempo, empezó a ganar popularidad, siendo invitado a distintos eventos y trabajando como artista en ocho locales diferentes, distribuidos en París, Marsella y su ciudad natal.
La idea de la prótesis tatuadora surgió hace cuatro años, cuando JC conoció al ingeniero y escultor Jean Louis Gonzal. "Entramos en confianza durante una convención. Él me mostró algunas máquinas fascinantes que diseñó. Entonces le pregunté si me podía construir una prótesis tatuadora", cuenta.
Semanas más tarde, Gonzal le trajo un primer modelo, acompañado de una advertencia: "Funciona, pero no sé qué tan efectivo será". JC no tuvo mejor idea que probarla en un evento.
"Como de costumbre, estaba tatuando a un tipo con mi mano izquierda. Paré y le dije: ‘Voy a probar algo nuevo en vos. No tengas miedo’. Me coloqué la prótesis en el antebrazo derecho y continué tatuándolo. Fue una sensación rarísima y muy emocionante, porque después de casi 20 años volví a usar mi mano derecha", asegura.
El resto es historia. Ya consolidado como artista, abrió Bad Grass Tatto Gallery, su propio local junto a un socio en Lyon. "Si bien me entusiasma hacer giras, también me gusta trabajar en un lugar determinado. Esto me permite pasar tiempo con mi novia y su hijo de 10 años, que son mi nueva pequeña familia", reconoce.
Actualmente tiene turnos reservados hasta julio, ya que gente de toda Francia, e incluso otros países, viaja hasta su local. JC cree que los clientes no van solo por la pró- tesis, sino porque se ven inspirados por su historia de superación. De hecho, le escriben a diario personas de todo el mundo contándole cómo su vida los inspiró a sobrepasar distintas situaciones.
"El consejo que le daría a alguien que tiene una discapacidad es: ‘Hacé lo que vos quieres, en la forma que vos quieras o como mejor te salga’. Es importante que la gente entiende que ningún problema es tan grave como uno cree, que todo tiene alguna solución, por más loca que sea", concluye JC.
Más información:
- El Tattoo Show es una de las convenciones internacionales de mayor convocatoria a nivel mundial de la actividad; en 2017 recibió a grandes artistas de más de 15 países, 40 mil visitantes, más de 1.200 expositores y 700 tatuadores.
Fotos: Hernán Zenteno
Edición fotográfica: Fernanda Corbani
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