Qué opinan médicos argentinos del nuevo fármaco aprobado por EE.UU. para el Alzheimer y cuánto costará
Para algunos, está “flojo de papeles”; para otros, tiene una trascendencia todavía imposible de valorar
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La aprobación a través de un trámite rápido del aducanumab, un anticuerpo monoclonal que en teoría eliminaría depósitos de la proteína beta amiloide asociada con la enfermedad de Alzheimer, fue recibida en el país con opiniones tan encontradas como las que suscitó su visto bueno provisional por el comité de revisión de la FDA en los Estados Unidos.
“Estoy del lado de aquellos, como el panel de expertos de la FDA, que desaconsejaron su aprobación ya que no es claro su beneficio –comenta Pablo Richly, director del Centro de Salud Cerebral–. Creo que es una pésima noticia por su impacto económico sobre el sistema de salud. Espero que la Anmat no se haga eco de esta aprobación”. Según se anticipa, el tratamiento con esta droga, que se administra en forma endovenosa, podría costar alrededor de 56.000 dólares por año.
Con él coincide Marcelo Cetkovich Bakmas, director médico del Ineco: “Hay mucho ruido entre los expertos. Todo indica que está muy flojo de papeles. La estrategia de evitar la acumulación de amiloide fracasó en todo el mundo”, afirma.
Aunque durante mucho tiempo se atribuyeron los síntomas clínicos del Alzheimer (como la pérdida de memoria) a la acumulación de placas de beta amiloide en torno de las neuronas, esa teoría fue desafiada, entre otros, por el “Estudio de las monjas”, realizado en 1986 por David Snowdon, epidemiólogo y profesor de neurología de la Universidad de Kentucky, en un convento con un grupo de Hermanas de Notre Dame, en Minnesota. Entre las religiosas, de hasta 107 años y que habían donado sus cerebros a la ciencia, Snowdon pudo comprobar cómo incluso con cerebros muy deteriorados algunas llegaban a edades avanzadas sin síntomas.
Sin embargo, aclara Ricardo Allegri, jefe del Departamento de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni, nuevas investigaciones muestran que el amiloide sí contribuye a la fisiopatología. “El problema es que habría una ventana temporal para cada uno [de los factores que inciden] –explica–: la beta amiloide muy al principio, la proteína tau cuando la sintomatología clínica está evolucionada”.
Para este especialista, la aprobación del fármaco es una buena noticia. “Hay mucha discusión: dos estudios en espejo, uno positivo y el otro negativo, en la parte clínica, pero los dos ‘lavan’ el amiloide –destaca–. El segundo tiene menores dosis. Yo pienso que es un nuevo escalón para una enfermedad en la que hace 23 años se aprobó el último fármaco y era sintomático”.
Una enfermedad que es un tsunami
Por la prolongación de la vida que se registra en todo el mundo, la enfermedad de Alzheimer es considerada un verdadero tsunami en acecho para la salud pública. “¿Cuál es el punto crucial de la discusión? Los estudios se aprueban por el trámite acelerado porque se considera que hay un objetivo subrogado que dio una esperanza clínica favorable –explica Fernando Taragano, del comité científico de la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer (ALMA)–. Hay razonable expectativa de que las próximas investigaciones que se hagan en fase 4 ratifiquen la presunción actual de que la limpieza del depósito beta amiloide se va a traducir en beneficios clínicos. Entonces todo depende de dónde uno se quiera parar. Si tuviésemos una gran cantidad de fármacos se subiría la vara, pero como no hay medicamentos…”. Para Taragano, las dos mayores objeciones pueden ser, por un lado, su elevado costo, y por el otro, que se reportaron muchos eventos adversos de microhemorragias y microedemas. “No fueron muy importantes –aclara–, solo el 6% obligaron a suspender el medicamento. Y no se reportaron muertes. Habrá que ver si una pequeña modificación en el aspecto clínico pesa más que estos eventos”.
Finalmente, Gustavo Sevelever, director de docencia e investigación de Fleni, considera que la noticia es “impactante” y que su verdadera trascendencia todavía es imposible de valorar.
“Hay algunos aspectos que son fascinantes, como que es el primer tratamiento aprobado para atacar lo que hoy creemos que es el proceso biológico de la enfermedad (o al menos uno de ellos): el depósito cerebral de amiloide –dice–. La propia FDA reconoce que los datos son altamente complejos y que existen todavía incertidumbres no resueltas sobre el beneficio clínico. Sin embargo, es una terapia potencialmente valiosa en una enfermedad que hoy no tiene tratamiento eficaz. Lo que tenemos por delante es la evaluación en fase 4, donde podremos obtener datos de mayor valor probatorio, tanto positivos como negativos. También hay que destacar que muchos ensayos dirigidos contra la proteína amiloide fracasaron hasta el momento. No es (ni pretende ser) una terapia curativa. Lentifica la progresión en una población definida. Se abren unas enormes expectativas en un tema extremadamente complejo, del cual la comunidad médica de la neurología cognitiva deberá extremar sus capacidades clínicas para evaluar el impacto de aducanumab en la vida real”.
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