Quién es Enrique Shaw, el empresario que será beatificado por el papa León XIV
El empresario está cada vez más cerca de ser beato, tras el milagro atribuido a su intercesión que reconoció el Vaticano
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Enrique Shaw (París, 1921 - Buenos Aires, 1962) vivió apenas 41 años. Su vida fue corta, pero intensa. En cuatro décadas, el argentino que está próximo a ser beato fue marino, se casó, tuvo nueve hijos, fue director general de Cristalerías Rigolleau, presidente de Pinamar S.A. y también cofundador y presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
En resumidas cuentas, se lo recuerda como uno de los empresarios más disruptivos de la historia argentina: lejos de quedarse en las comodidades y privilegios que le ofrecía su situación económica, eligió la sencillez y se preocupó incansablemente por el bienestar y las condiciones de trabajo de sus obreros, con quienes aplicó a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, ganándose el apodo de “El empresario de Dios”.

Hoy, a más de 60 años de su muerte, el papa León XIV aprobó el decreto que certificó un milagro atribuido a la intercesión de este argentino, a quien el Vaticano ya consideraba Venerable desde 2021, cuando el papa Francisco reconoció la heroicidad de sus virtudes.
El futuro beato que nació en el Hotel Ritz de París
Nació en París, en febrero de 1921, cuando su padre, el empresario argentino Alejandro Shaw, trabajaba en esa ciudad. En ese entonces, su familia, conformada por su padre, su madre, Sara Tornquist Altgelt, y su hermano mayor, vivía en el Hotel Ritz, uno de los hoteles más lujosos de Francia.
Al poco tiempo, la familia regresó a la Argentina y se vio atravesada por la muerte prematura de la madre. Por entonces Enrique tenía apenas cuatro años. Su padre era protestante y, según cuentan las biografías, estuvo muy alejado de la fe durante la infancia de sus hijos. De todas formas, tras la muerte de su mujer, se comprometió a cumplir con su última voluntad: que sus hijos tuvieran una educación cristiana católica.

“Una persona clave en la vida de Enrique fue su tío Adolfo Tornquist, que era sacerdote. Él lo va a marcar y guiar en el camino de la fe, esa fe que lo llevará a tener convicciones fuertes, que lo ayudará a hacer una política de empresas con valores cristianos. También por la fe podrá sobrellevar la pérdida de su mamá, y una niñez muy solitaria, ya que su padre casi siempre estaba de viaje, como hombre de negocios”, contó a LA NACION en un artículo publicado meses atrás Cintia Suárez, coautora del libro Enrique Shaw, el apóstol de los empresarios (Editorial Catarsis).
Enrique estudió en el Colegio La Salle y a los 14 años ingresó como cadete a la Escuela Naval Militar de Río Santiago, decisión que le produjo discusiones con su padre, quien quería que él siguiera la vía empresarial de su familia.
En 1943, con 22 años, se casó con Cecilia Bunge, hija de Jorge Bunge, principal impulsor de Pinamar. Con ella, madre de sus nueve hijos, mantuvo, tanto durante su noviazgo como durante su matrimonio, una profunda historia de amor que quedó retratada en una conversación epistolar de aproximadamente 1.600 cartas. Fragmentos de estas cartas forman parte del libro Enrique y Cecilia. Cartas de amor (Logos, 2022), una compilación realizada por una de sus nietas, Sara Critto de Eiras.

Ya casado y con hijos, Shaw dejó su carrera como marino para ingresar de lleno en los negocios de su familia, a partir de lo que él consideró un llamado vocacional y espiritual a la vida empresarial.
Como directivo de la cristalería Rigolleau, cuentan sus biografías, el futuro beato conocía por su nombre a cada uno de los trabajadores, la dificultad de sus tareas y sus historias. Así se ganó su respeto y afecto.
En paralelo, también tuvo un rol activo en el directorio de Pinamar S.A, la empresa desarrolladora de la ciudad balnearia. Cuando la salud de su suegro comenzó a empeorar, Shaw asumió como vicepresidente. Tras la muerte de Bunge, el futuro beato fue nombrado presidente de la entidad. El nombre “Avenida Shaw” de la ciudad rememora su aporte a la historia urbana y social de Pinamar.

En 1952, el empresario católico impulsó la fundación de ACDE, acompañado por un grupo de 67 empresarios, y por el padre Manuel Moledo. Durante los años iniciales de la asociación, esta abordó temas como el salario familiar, los precios de los bienes esenciales y la libertad de enseñanza con un enfoque ético y social. Como presidente, Shaw concibió y empezó a desarrollar conceptos sobre el papel fundamental de las empresas en la economía y la sociedad de un país, un foco que la agrupación mantiene en la actualidad.
Hoy forman parte de ACDE cientos de ejecutivos, empresarios, emprendedores y profesionales independientes de todo el país, quienes se reúnen de manera periódica con el objetivo de “construir un ámbito de análisis y reflexión de la temática empresarial a la luz de los valores cristianos”.
Muerte y proceso de canonización
Enrique se enfermó de cáncer cuando se encontraba cerca de los cuarenta. La enfermedad avanzó rápido, cuentan sus cercanos. Él vivió este periodo con una actitud espiritual intensa. Los testimonios de su mujer, sus hijos, amigos y sacerdotes coinciden en que no se victimizó ni se quejó, y que mantuvo hasta sus últimos días la preocupación por su familia y sus trabajadores.

Fue poco después de la muerte de Shaw, a los 41 años, que se comenzó a trabajar en su causa de canonización que, en sus tiempos de arzobispo y cardenal de Buenos Aires, también impulsó Jorge Bergoglio. Fue él quien en 2001 pidió y obtuvo el permiso para iniciar el proceso de parte de la antes llamada Congregación de las Causas de los Santos.
El milagro que se le atribuye a Shaw es una curación científicamente inexplicable de un niño de seis años, golpeado por un caballo. El chico sufrió un grave golpe en la cabeza. Quedó inconsciente y necesitó un traslado aéreo y asistencia especializada. Sus padres, vinculados con la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), creada por el futuro beato, rezaron fervientemente a Shaw para pedir su intercesión. Y el niño se recuperó de manera inesperada, sin explicación médica, y volvió a su vida normal rápidamente, recordó la agencia AICA.
La promulgación de un milagro atribuido es el último paso que establece el Vaticano previo a una beatificación. Fuentes de la Iglesia argentina afirman que todavía no hay información sobre cuándo se llevaría adelante el próximo paso ni en dónde. La beatificación, afirman, no es inminente e incluso puede demorar unos meses.
Hay varios pasos burocráticos que deberán darse y anunciarse de manera previa. El primero es el decreto de beatificación y la fecha de la misma. Luego, dado que las beatificaciones tienen lugar en el país de origen de la persona, en este caso Argentina, la Santa Sede debe nombrar un delegado que viaje desde el Vaticano para llevar adelante la celebración.
Tras su beatificación, Shaw sería el primer beato identificado plenamente como un empresario moderno. Mientras que hay beatos y santos que ejercieron durante su vida como comerciantes o personas a cargo de pequeñas y medianas empresas, Shaw sería el primero perteneciente al mundo de las grandes industrias.
Tras su beatificación, será necesario certificar la existencia de un segundo milagro para poder canonizarlo.
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