Redes solo desde los 16: empezó en Australia un inédito experimento social de resultados imprevisibles
La apuesta de prohibir de acceso a los menores de esa edad da los primeros pasos, entre el rechazo y la incertidumbre
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MELBOURNE.– Darcey Pritchard, de 15 años, eliminó Snapchat de su teléfono hace aproximadamente un año cuando sintió que el algoritmo la absorbía.
Su amiga Luca Hagop, de la misma edad, pasó recientemente más de 34 horas en Instagram en una semana, compartiendo videos de mascotas y otros reels “tan aleatorios que son graciosos porque son tan poco graciosos”.
Amelie Tomlinson, de 14 años, se mantiene en contacto con sus amigos en Snapchat y, hasta hace poco, casi no tenía el número de teléfono de nadie.
A su amiga Jasmine Bentley, de 15 años, no se le permite usar redes sociales, pero sueña con ser creadora de contenido.
Los dos grupos de amigas, que viven en los suburbios del este de Melbourne, Australia, ofrecen una pequeña ventana a las relaciones salvajemente diferentes que los adolescentes de hoy tienen con las redes sociales. Pero están unidas en un frente: no creen que la nueva ley australiana que prohíbe a los menores de 16 años tener cuentas en redes sociales, y entró en vigor hoy, cambie mucho sus vidas.
Australia aprobó la ley hace un año, preparándose para ser un caso de prueba para lo que muchos padres dicen que se siente como la tarea sisífica de esta generación: proteger a los chicos de los riesgos asociados con las redes sociales hasta que sean capaces de navegar por ellas de manera responsable.

Pero estos adolescentes, nacidos alrededor de la misma época en que se lanzaron por primera vez Instagram y Snapchat, son nativos digitales. La mayoría sabe cómo usar VPN, lo que puede ayudarles a evadir la prohibición. Muchos falsearon sus edades cuando se registraron por primera vez, para superar la edad mínima de 13 años solicitada para muchos servicios de redes sociales. Otros utilizaron la información de sus padres para obtener cuentas, o tienen hermanos mayores cuyas identidades pueden cooptar.
Las redes sociales están demasiado profundamente integradas en sus vidas. “Es como nos comunicamos”, dijo Amelie.
Darcey afirmó que algunas de sus amigas habían estado hablando de migrar a nuevas aplicaciones. “No vas a detener a estas personas”, sentenció.
¿Reconfigurar impulsos?
En los últimos años, los padres de todo el mundo lidiaron con una creciente alarma sobre los perjuicios de las redes sociales para la salud mental, el potencial del acoso en línea y los efectos en los cerebros en desarrollo.
Australia fue uno de los primeros países en aprobar una ley nacional para abordar esas preocupaciones. En diciembre pasado, estableció los 16 años como edad mínima para las cuentas de redes sociales, lo que significa que cientos de miles chicos perderían las suyas. Otras naciones, como Malasia, siguen el ejemplo con planes similares.
Australia está poniendo la carga en las empresas dueñas de las plataformas para mantener a los menores de esas edad fuera y no penalizará a los padres o niños que violen la ley. Los funcionarios, incluido el primer ministro Anthony Albanese, intentaron moderar las expectativas de que la ley vaya a ser una solución rápida.

Dicen que están apoyando a los padres que se sienten impotentes ante el atractivo de las redes sociales y la presión de grupo entre los adolescentes. Anika Wells, la ministra de Comunicaciones, describió una nueva realidad casi idílica con niños rebosantes de tiempo para deportes, repostería o aprendizaje de un nuevo idioma.
Pero estará lejos de ser tan simple. Las vidas y amistades de muchos adolescentes de 13 a 15 años están entrelazadas con las redes sociales, incluso si no están en ellas.
Por ejemplo, cuando Darcey y sus amigas jugaban a un juego de adivinanzas en línea, muchas de las pistas eran memes que todos los demás habían visto en Instagram. Cuando Amelie y una amiga llegaron a la escuela 15 minutos antes de la primera campana, hicieron cuatro videos de TikTok. Cuando Jasmine se maquilla, se graba a sí misma, aunque no esté en redes sociales. Y cuando la madre de Luca murió hace unos años, le resultó útil escribir sus sentimientos en un servidor anónimo en Discord.
¿Puede una ley reconfigurar esos impulsos?
Actualmente, diez servicios de redes sociales están cubiertos por la prohibición: Facebook, Instagram, Kick, Reddit, Snapchat, Threads, TikTok, Twitch, X y YouTube. Las empresas sostuvieron que no creen que una prohibición general sea la mejor manera de mantener a los chicos seguros, pero que, sin embargo, desactivarán las cuentas de los menores de 16 años.
“Nos están quitando algo que crecieron en nosotros y se convirtió en una parte más de nuestras vidas cada día”, dijo Jasmine.
Dos aplicaciones populares en Australia en las semanas previas a la ley fueron Yope, una aplicación para compartir fotos dirigida a la Generación Z, y lemon8, una alternativa a TikTok propiedad de la misma empresa matriz, ByteDance, lo que presagia un posible juego del gato y el ratón con los reguladores.
“El caballo ya se desbocó”
Cuando Amelie intentaba convencer a sus padres para que le permitieran usar TikTok, defendió su caso en una carta de cinco páginas, a espacio sencillo, sobre no querer sentirse excluida.
Su madre, Catherine Best, recordó que sentía que los padres habían perdido el control hace años. Cuando Amelie acababa de empezar la escuela primaria, Best eliminó YouTube del iPad que la escuela requería para su hija porque veía videos de desempaquetado de juguetes sin parar. La escuela insistió en reinstalarlo porque los maestros usaban videos educativos en YouTube en clase.

“Esa fue realmente la puerta de entrada”, dijo Best, y agregó que la nueva ley es demasiado poco, demasiado tarde. “Siento que el caballo ya se desbocó”, apuntó.
Amelie comentó que, al igual que muchos de sus amigos, tenía dos cuentas de TikTok, ambas configuradas como privadas: una para amigos cercanos y otra para un grupo más amplio. La cuenta con sus amigos tiene su edad establecida en 19 años, por lo que no está preocupada por perder el acceso.
Pero ahora estaba intercambiando números de teléfono con amigos por primera vez en previsión de perder su cuenta de Snapchat. Este mes, la aplicación le pidió que verificara su edad –establecida en 16 años– con una selfie y la aprobó como lo suficientemente mayor para seguir usando su cuenta.
Amelie admitió cuánto recurría a su teléfono. El tiempo de pantalla “se dispara” durante las vacaciones escolares. “Es instintivo agarrar el teléfono –dijo–, lo cual no me gusta”.
Jasmine, su amiga desde el principio de la escuela secundaria, afirmó que sentía que el uso de las redes sociales de su generación era malinterpretado por los adultos. A pesar de que ella no está en redes sociales, su grupo de amigos a menudo filma videos de TikTok cuando salen.
“Hay mucha libertad creativa. Estamos haciendo otras cosas además de ver videos y desplazarnos, hay mucho más en ello”, destacó.
Su padre, Craig Bentley, dijo que incluso si Jasmine estaba inevitablemente expuesta a las redes sociales, se sentía mejor sabiendo que siempre estaría con un amigo, en lugar de desplazarse sola.
Bentley, que es profesor de secundaria, relató que había sido testigo de cómo las mentes jóvenes cambiaban a medida que los teléfonos inteligentes se volvían más omnipresentes: las capacidades de atención se acortaban y la autorregulación disminuía.
En cuanto a la ley, consideró, cualquier efecto sería para mejor. Como mínimo, dijo, enviará el mensaje de que Australia no tolerará que estas aplicaciones tomen el control de una generación.
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