En su tercera generación, conserva los atributos que lo colocaron como referente del segmento mediano: alto nivel de equipamiento y una mecánica probada y eficiente
El Volkswagen Vento fue considerado siempre como uno de los referentes de los sedanes del segmento C, debido no solo a su alto nivel de equipamiento sino también a sus distintas variedades mecánicas, que hicieron que durante mucho tiempo estuviera en el tope de las preferencias. Tras algunos años con apenas leves restyling, llega la tercera generación, producida en México y ofrecida en dos versiones: Comfortline y Highline, que probamos.
Como ahora está basado en la nueva plataforma del Golf, ganó un poco en medidas: es más largo (4,5 cm), más ancho (2,2 cm) y tiene más distancia entre ejes (3,8 cm). Además de eso, luce una estética definitivamente diferente, que remite a su hermano mayor Passat. El frontal es más agresivo, con una parrilla de nuevo diseño que baja casi hasta el paragolpes y luces más largas y angulosas; además, se le agregaron nervaduras bien marcadas tanto en el capot como en los laterales y que se extienden hasta la cola dándole más volumen y músculo. La caída de la luneta es también más pronunciada y derrama en una cola que estrena faros estilizados y un baúl con spoiler que le otorgan deportividad, algo similar, en este caso, a su hermano menor Virtus. Sin duda, estas modificaciones le vinieron muy bien y lo hacen mucho más estilizado y atractivo que el modelo anterior.
El interior es muy al estilo de la marca: sobrio, moderno y sin estridencias. Todo ahí está dispuesto hacia el conductor para que pueda accionar los comandos sin dejar de atender el camino. Y en ese sentido, la cantidad de chiches es soberbia: como muestra, posee dos enormes pantallas, una central táctil de 8" desde la cual se opera todo lo que hace al infotaintment y que tiene la función Active Info Display que permite ir cambiando la configuración del tablero (que no es otra cosa que otra enorme pantalla digital) para tener la información que el conductor prefiera. La computadora de viaje es, obviamente, híper completa.
La muy buena calidad de materiales y terminaciones (plásticos duros y bien encastrados, cuero ecológico, apliques, etc.), el óptimo espacio del habitáculo (cuatro adultos gozan de espacio de sobra), y una posición de manejo que es facilísima de encontrar gracias a los múltiples ajustes de la butaca (eléctrica en este Highline) y el volante, son otras de las mejoras. Y hay más equipamiento de confort: desempañador de espejos exteriores, asientos delanteros con calefacción y refrigeración, control de velocidad crucero, GPS, techo panorámico, cargador de celular inalámbrico, ambientador para cambiar los colores de las luces interiores. En lo que hace a seguridad es igual de completo: 6 airbags, frenos con ABS y EBD, controles de estabilidad (ESP) y de tracción (ASR), asistente de arranque en pendiente y anclajes Isofix, entre otros.
En lo que hace a la mecánica, cuenta con el muy conocido impulsor naftero con turbo TSI 1.4 L de 150 CV entre 5000 y 6000 rpm y 25,5 kgm de par desde las 1500 rpm, anexado a una transmisión automática Tiptronic de 6 marchas con convertidor de par (sigue sin recuperar la fantástica caja DSG que traían las versiones picantes de las generaciones anteriores; esa estará en la versión GLI con motor 2.0 L que llegará el año próximo).
Es un conjunto muy probado (por caso, es el mismo del Golf), que responde muy bien siempre (al tener el torque máximo tan abajo apenas hace falta darle un golpe de acelerador para que enseguida muestre la potencia) y que exhibe mucha soltura y suavidad en el paso de los cambios. Acelera de 0 a 100 km/h en 9 s, recupera de 80 a 120 km/h en 7,2 s y alcanza una velocidad máxima (declarada por el fabricante) de 220 km/h.
Además, y especialmente, es muy eficiente: al funcionar siempre bien relajado (en autopista gira a unas 2100 rpm a 120 km/h) los consumos son realmente austeros, con valores de 9,8 L/100 km en ciudad y 6,8 L/100 km en ruta a 120 km/h. Además, se puede optar entre cuatro modos de conducción: Eco, Normal, Sport y Personalizado (este último permite adecuar los distintos parámetros al gusto del usuario).
El comportamiento es el habitual en el Vento y que es el que le ha dado tan buenos resultados: marcha firme y aplomado en ruta, y se lo nota dócil y ágil para moverse por el tránsito urbano.
Está claro que a este Vento le sobran argumentos para volver a ser el referente, pero corre con una desventaja: su precio de $1.100.000 lo ubica entre los más caros del mercado.