Con un empate se nos iba a complicar todo
LONDRES.– Había que ganar sí o sí ante Nueva Zelanda, estaba clarísimo. Con un empate se nos iba a complicar la clasificación para las semifinales, y la verdad que esperar resultados no es nada lindo. En realidad, hay que ganar cada partido de los Juegos Olímpicos. Podés estar contenta después de un triunfo y disfrutarlo unas horas, pero lo más aconsejable es meterte enseguida en el próximo compromiso. Este encuentro ante las neozelandesas era clave, pero todavía nos toca enfrentar a dos rivales muy fuertes como Alemania y Australia. ¿Cómo es cada uno? Las alemanas juegan muy parecido a nosotras; les gusta el control de la pelota y crear jugadas distintas a partir de Natascha Keller, que fue la abanderada de su país en la ceremonia. Australia, en cambio, es un conjunto muy corredor, que juega a otra velocidad.
Realmente estoy muy feliz no sólo por la victoria, sino también por la manera cómo rindió Argentina. Al final me puse hasta de defensora, jugué un poco más retrasada, tratando de recibir las pelotas divididas al área. No tengo un puesto fijo, voy rotando y me acomodo a las necesidades en cada momento del partido. Aparte, por lo general me ponen una marca permanente y no puedo recibir muy fácil en el medio. Lo que más rescato contra Nueva Zelanda es que hubo mucha solidez en todas las líneas de la defensa y, lo que es mejor aún, mantuvimos esa tensión competitiva que quizás habíamos perdido un poco contra Estados Unidos. Creo que éste es el camino. No quiero olvidarme de agradecer a los argentinos que nos acompañaron desde las tribunas; estuvo bueno, porque ayudó a motivarnos más. Ojalá nos acompañen hasta el final. Fuera del hockey, me encantaría ir a ver en estos Juegos a Juan Martín del Potro; no conozco Wimbledon. Hasta ahora, no vi ningún deporte en vivo en Londres, pero lo primero que hacemos con las chicas, cuando nos despertamos, es encender el televisor y mirar alguna disciplina. Cuando tenía 20 años iba a presenciar todos los partidos en vivo; ahora prefiero quedarme en la Villa Olímpica descansando ¡Quizá sea la edad!