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Boca consiguió un respiro, aunque le queda claro que debe mejorar para el gran desafío
El equipo de Sebastián Battaglia sacó buenas conclusiones de cara al partido con River
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LA PLATA.– Boca todavía tiene cuentas pendientes y sigue lejos del ideal. Pero se sacó un problema gigante de encima: llegar al superclásico como perdedor. El equipo xeneize derrotó 1-0 a Estudiantes, en La Plata, por el gol de Luis Advíncula y el penal que atajó Agustín Rossi, cuando la historia estaba igualada. Un buen triunfo que, en el futuro, necesitará de un respaldo futbolístico.
La crítica a Boca, ese dedo acusador que no logra sacarse de encima Sebastián Battaglia, se explica desde el opaco funcionamiento del equipo. Porque los números, las cifras frías, indican otra cosa. El entrenador, en este proceso, cosechó el 64 por ciento de los puntos en 29 partidos y ya obtuvo un título. La estadística cierra por todos lados.
El problema, entonces, está en el juego. En la escasez de juego, en realidad. A Boca le cuesta superar a sus rivales –casi siempre con menor jerarquía individual– y también se le hace difícil instalar un estilo. No es sencillo identificar su matriz, su idea madre.
Más allá de estas dificultades, que contra Estudiantes tuvieron una continuidad, el conjunto de Battaglia se las ingenió para dominar al Pincha durante el primer tiempo. Boca buscó ser prolijo desde su salida, con un buen aporte de Marcos Rojo (bastante silbado en La Plata), y en un puñado de jugadas logró transformar posesión en peligro.
El más inquieto de la visita fue Sebastián Villa y justamente él fue partícipe de las cuatro situaciones más claras de Boca en la etapa inicial. En las dos primeras ejecutó tiros de esquina que terminaron con cabezazos apenas desviados (uno de Luis Vázquez y otro del ingresado Carlos Zambrano), en la tercera Mariano Andújar le tapó un mano a mano (en el rebote casi la mete Vázquez, pero Agustín Rogel y el palo salvaron a Estudiantes) y en la cuarta Andújar le sacó un potente remate.
Sociedades
En la primera mitad, Villa estuvo encendido, picante, aunque careció de socios que se involucraran más en la gestación de los ataques. Si bien Aaron Molinas realizó un par de pases incisivos, no gravitó todo lo que se espera de un futbolista con sus condiciones.
Si el elenco visitante no hizo demasiado, qué decir del Pincha. El equipo de Ricardo Zielinski, una de las sensaciones de esta Copa de la Liga, se mostró atado y solo pudo inquietar a su adversario en una ocasión: el mediocampista Manuel Castro se le escapó a Frank Fabra, el colombiano lo derribó en el área y el árbitro Fernando Echenique cobró la infracción. Sin embargo, Boca ahí tiene un especialista. Un experto en parar penales. Unos minutos antes del entretiempo, Rossi le adivinó la ejecución a Leandro Díaz, voló a su izquierda y tapó una pelota que si hubiera entrado se hubiese convertido en un problema grande. Con esa atajada, el xeneize evitó el nerviosismo para el inicio del segundo tiempo.
Y, justamente, en el comienzo de la etapa final, Boca abrió el marcador. Y lo hizo gracias a una excelente jugada: Molinas abrió la defensa con un toque profundo, Villa enganchó y mandó el centro, y Luis Advíncula cabeceó con justeza para vulnerar a Andújar. Del potencial 0-1, el xeneize se puso 1-0.
Pero la estructura del entrenador Battaglia posee grietas. No es un equipo confiable. Por eso, a la visita casi se lo empatan un par de minutos después: nadie marcó a Fernando Zuqui y el volante –de cabeza– se perdió el gol debajo del arco.
Más allá de un par de sobresaltos (Rossi contuvo dos remates riesgosos) y de que no brilló, el rendimiento de Boca fue un paso hacia delante. El equipo azul y oro mejoró en la parte ofensiva y sumó de a tres como visitante contra un rival que llegaba invicto en el plano local. Un triunfo que, además de los puntos valiosos, al conjunto de Battaglia le representa un poco de tranquilidad antes del superclásico. La derrota frente a Huracán generó un impacto grande y esta victoria, ante un oponente complicado, significa una inyección de serenidad a una semana del cruce con River.
Boca necesitaba paz y la consiguió en La Plata.
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