Antes del clásico, San Lorenzo venció 2-0 a Estudiantes en La Plata

LA PLATA.- Cómo convivir con la sombra mágica de la Copa Libertadores, esa es la cuestión. Jugar en el universo doméstico con la cabeza en el brillo internacional, todos los días, todas las semanas. Si hay encuentro copero entre semana, habrá mayoría de suplentes en el tránsito local. Si no hay presencia sudamericana en breve, todo el fervor puesto sobre la mesa del campeonato argentino. Así está conformado el escenario, sobre todo, con un torneo de largo aliento y una presencia masiva de elencos argentinos en la Libertadores; cuatro de ellos, poderosos.

El de esta noche fue un choque estelar. Porque fue la primera vez que se enfrentaron dos equipos que andan con el mismo dilema. Un hermoso dilema, claro. Se dio, entonces, el mismo concepto relatado líneas arriba. Estudiantes tiene un compromiso copero pasado mañana, en Asunción, contra Libertad, por el Grupo 7. San Lorenzo , por ahora, descansa, mezclado en las telarañas del Grupo 2. Así fue entonces: el León actuó con una mayoría de suplentes (apenas Schunke , Pereira y Gil Romero fueron titulares en el 1-1 contra Atlético Nacional el jueves que pasó) y San Lorenzo, con una cara refrescante, con una amplia mayoría de titulares. Y se notó, verdaderamente, en varios espacios determinantes del espectáculo. Estudiantes resultó el vértigo; San Lorenzo, la cordura.

La presión, sin embargo, la tuvo Estudiantes , que si ganaba, alcanzaba a Rosario Central en la cúspide. Corrió, metió, pero no le sobraron las ideas ingeniosas. San Lorenzo, en el dilema de atacar o defenderse que lo arrastra desde hace varios meses, volvió al oficio que más le agrada: el orden, el equilibrio, la templanza. En el primer contrataque serio, abrió el marcador, con una arremetida de Blanco , luego de un envío de Mussis.

Manejó el desarrollo el Ciclón, más allá de que el balón y la insistencia fueron platenses. El ingreso de Barrientos por Romagnoli motivó aún más ese concepto, luego de la interrupción durante siete minutos (entre los 17 y los 24 minutos del segundo capítulo) por un par de fases agotadas.

El hábil zurdo se animó y apuntó, convencido del adelantamiento de Silva, apenas pasó la mitad de la cancha. El balón recorrió ¡casi unos 50 metros! y se metió arriba. Una creación sensacional, un gol de colección. El asombro fue tan grande, que hasta surgieron tímidos aplausos, por la obra y por, acaso, su pasado con esa camiseta.

Una joya que le provocó escalofríos a Estudiantes y mayor serenidad a San Lorenzo. Lo que le quedó al partido tuvo una dosis extraordinaria de sensaciones agradables. Porque Estudiantes no se quedó, porque San Lorenzo se convenció de la goleada. Pero el León acabó apichonado. Y el Ciclón, ahora, está relanzado: ya se viene Huracán...

El gol de Blanco

El golazo de Barrientos