Miguel Russo, el hombre que dejó huella en cada club y el DT argentino que en más partidos dirigió
Una carrera de 36 años que incluyó 16 clubes y 6 trofeos, pero también salvadas del descenso y clasificaciones para disputar copas
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Miguel Ángel Russo fue un hombre de fútbol. De esos que entienden el juego desde dentro, con la calma de un estratega y la pasión de un hincha. Con serenidad, con alegría y con muñeca para tomar decisiones fuertes cuando hace falta.
Su figura se hizo referencia de trabajo, humildad y perseverancia, desde el primer día hasta el último. Desde su debut como entrenador, a fines de la década de los ochentas, hasta sus jornadas finales en Boca, su carrera atravesó casi cuatro décadas, 16 clubes y una constancia y una vigencia poco comunes en un ambiente muy cambiante y volátil.
Russo se retiró como futbolista en 1988, luego de una brillante trayectoria en Estudiantes de La Plata, equipo en el que fue campeón del Nacional 1982, como eje de un recordado mediocampo combativo. Su destino estaba escrito del otro lado de la línea de cal para el momento en que colgara los botines. Y él no tardó en cumplirlo.
Su primera experiencia como entrenador se dio en Lanús, en 1989, cuando el club aún militaba en la primera Nacional B. En aquellos años Russo forjó su identidad de DT serio, formador y obsesivo por el trabajo táctico. Condujo al cuadro granate al ascenso a la A, al ganar el Reducido 1989/1990. Lanús volvió a bajar, pero su preparador construyó un equipo sólido que en la temporada 1991/1992 devolvió al club a la máxima categoría, esta vez como campeón del torneo.

Dos temporadas después, en 1993, volvió a su casa: Estudiantes. Condujo al equipo en el Nacional B y logró devolver al Pincha a la primera A. Aquel ascenso de 1994 fue el segundo logro de su carrera y el inicio de su consolidación como referente del club platense.
Tras su etapa en 1 y 57, siguió su camino por varios clubes de diversas categorías. Dirigió a, entre otros, Rosario Central, Colón y Los Andes, y en el milrayitas sumó otro ascenso a la A. En Rosario comenzó a afianzarse como un conductor capaz de potenciar planteles y sostener proyectos.
Si hubo un ámbito en el que Miguel Ángel Russo se sintió en casa, ése fue Rosario Central. El director técnico tuvo cinco ciclos en el club de Arroyito, cada uno con su propio matiz. El primero, entre 1996 y 1998, dejó huellas imborrables: el histórico 4 a 0 a Newell’s —no terminó el clásico por quedarse con seis jugadores— que hasta hoy es recordado permanentemente por los hinchas y una clasificación para la Copa Libertadores.
El regreso fue a fines de 2002, cuando el entrenador asumió con el objetivo de alejar al equipo del descenso y hasta lo llevó a disputar la Copa Sudamericana.
Más tarde, después de 16 años de carrera, finalmente Miguel se dio el primer gran gusto como DT: ser campeón de la primera A. Ocurrió en 2005, cuando su trayectoria alcanzó un punto de madurez. Russo tomó las riendas de Vélez y, en pocos meses, transformó al equipo en un gran campeón. En el Clausura el Fortín se coronó con autoridad, sustentado en una base sólida y en un funcionamiento colectivo que reflejaba la impronta de su director técnico. Ese campeonato fue ganado con figuras como Fabián Cubero, Leandro Somoza, Lucas Castroman, Leandro Gracián, Jonás Gutiérrez y Rolando Zárate.
El año 2007 marcó un antes y un después en su vida futbolística. Russo asumió la dirección técnica de Boca, un club que venía de años exitosos y exigía mantener el nivel. Miguel no solo cumplió, sino que además hizo historia. Ese año condujo al equipo a conquistar la Copa Libertadores, la sexta para el club, y hasta ahora la última.
Aquella campaña tuvo como figuras destacadas a Juan Román Riquelme, Martín Palermo, Rodrigo Palacio y Éver Banega. Boca fue el mejor, con 8 victorias, 3 empates y 4 derrotas en el certamen más prestigioso del continente. La consagración tuvo lugar en Porto Alegre, cuando Boca venció a Grêmio con un resultado global récord de 5 a 0 (3-0 en la Bombonera y 2-0 en Brasil). Fue el trofeo que lo elevó a la categoría de prestigiosos entrenadores del fútbol argentino.

Después de su paso por Boca, dirigió a San Lorenzo, Central, Racing, Estudiantes y Colón. En su tercer lapso en Rosario salvó del descenso al cuadro canalla, en la recordada promoción frente a Belgrano, y tiempo después, en el cuarto ciclo, lo hizo ascender, en la temporada 2012/2013. En todos los equipos dejó su sello: orden, disciplina y una gestión de grupo basada en el respeto. En la Academia, por ejemplo, fue clave en el proceso que luego desembocó en la coronación en el Transición 2014, ya bajo la conducción de Diego Cocca.
En 2017, Russo emprendió un desafío fuera del país: dirigir a Millonarios, uno de los grandes del fútbol colombiano. Su paso por Bogotá fue brillante. En diciembre de ese año, el equipo ganó el Torneo Finalización, cortando una serie de cinco años sin consagraciones.
Desde Millonarios FC, equipo profesional, directivos, cuerpo de apoyo y administrativo, enviamos un mensaje de fortaleza a nuestro querido Miguel Ángel Russo y toda su familia.
— Millonarios FC (@MillosFCoficial) October 7, 2025
¡Mucha fuerza Miguel! 🙌💙 ¡La Familia Azul está contigo!
"𝓣𝓸𝓭𝓸 𝓼𝓮 𝓬𝓾𝓻𝓪 𝓬𝓸𝓷 𝓪𝓶𝓸𝓻" ✨ pic.twitter.com/PXDbshRjnT
Apenas unos meses después, ganó también la Superliga de Colombia 2018, al derrotar a Nacional, de Medellín. En ese ciclo, además, fue distinguido como el mejor entrenador del año en Colombia. Fue entonces cuando se vio obligado a poner en pausa su carrera, ante la aparición del cáncer de próstata.
En diciembre de 2019, cuando Boca atravesaba una etapa de transición dirigencial luego de 24 años de macrismo, Román Riquelme, como vicepresidente segundo y responsable del Departamento de Fútbol, lo convocó. Russo asumió nuevamente con el objetivo de recuperar el orden y la competitividad. Lo logró de inmediato. En marzo de 2020 el equipo xeneize se consagró campeón de la Superliga Argentina, arrebatándole el cetro a River en los últimos minutos de la última fecha, con aquel recordado gol de Carlos Tevez a Gimnasia La Plata. En enero de 2021 Boca sumó otro trofeo: la Copa Diego Maradona, gracias a una victoria sobre Banfield por penales en la final.

Boca fue el trampolín para que Russo se relanzara como DT. Y entonces emigró a la lejana Arabia Saudita para conducir a Al-Nassr en 2022, en el cierre de la parte extranjera de su trayectoria, que incluyó también a Universidad de Chile, Salamanca, Monarcas Morelia, Alianza Lima y Cerro Porteño, además de Millonarios. Luego regresó a Rosario Central, en su quinto período, y lideró en 2023 una notable campaña en la Copa de la Liga Profesional, recuperando la identidad futbolística del equipo y metiéndolo de nuevo a copas internacionales.
A lo largo de su devenir como entrenador, Russo afrontó en 1284 partidos oficiales, cifra lo que lo ubica como el argentino que en más partidos dirigió en la historia. Conquistó seis títulos oficiales de campeón, cuatro locales y dos internacionales, y fue finalista en otros torneos continentales. Más allá de los números, dejó una marca en la forma de entender el fútbol: fue un DT que apostó siempre por la serenidad, la planificación, el diálogo y la coherencia.
No es casual, entonces, que ante la noticia de su fallecimiento todos los clubes hayan manifestado en las redes sociales su dolor. Porque Russo, además de un gran entrenador, fue una persona muy querida.
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