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Cuando todo parecía llevar la dinámica normal de un martes en el Open Británico, Scottie Scheffler sacudió la rutina y dejó reflexiones para pensar más allá del deporte: se centró en el propósito del ser humano. Royal Portrush, club privado situado en el condado norirlandés de Antrim, vibró con su segunda práctica mientras miles de espectadores pisoteaban los pastizales de ese fabuloso link que alberga este año a la cita más tradicional del golf. Y en medio de las pruebas de distancias y caídas, allí estaba el N° 1 para hablar sobre el sentido de pegarle a la pelotita con un hierro.
“¿Es genial ganar torneos y lograr lo que he logrado en el golf?”, se preguntó el texano de 29 años en la conferencia de prensa. Enseguida se respondió: “Sí, me hace llorar de solo pensarlo, porque he trabajado toda mi vida para ser bueno en este deporte. Tener esa sensación de logro, creo, es una sensación genial. Vivir tus sueños es muy especial, pero al final, no estoy aquí para inspirar a la próxima generación de golfistas ni para motivar a alguien a ser el mejor jugador del mundo, porque… ¿qué sentido tiene? Esta no es una vida plena. Es plena por la sensación de logro, pero no por lo más profundo del corazón”.

Devoto religioso, casado con Meredith y padre de Bennett, de apenas 14 meses, Scheffler aparenta tener la vida perfecta. El graduado de la Universidad de Texas ganó tres majors (Masters 2022 y 2024 y PGA Championship 2025), 16 títulos del PGA Tour en total, la medalla dorada olímpica en París 2024 y una ganancia solo en premios oficiales de 87.896.470 dólares. Una carrera increíble, sobre todo si se considera que se unió al circuito más importante del mundo hace apenas cinco años. Sin embargo, lo que consigue en la cancha no se traslada en una felicidad total, según su enfoque. Son más preguntas que respuestas; un replanteo aplicable no solo a exitosos deportistas de elite, sino a cualquier persona que alcanza el máximo nivel en su ámbito.
“Mucha gente llega a lo que creía que les llenaría la vida, y alcanzas el número uno del mundo. Y se preguntan: ´¿Para qué?´. De verdad lo creo, porque… ¿para qué? ¿Por qué quiero tanto ganar este torneo?”, argumentó Scheffler, que siguió hilando ideas: “Es algo con lo que lucho a diario. Es como ir al Masters cada año; me pregunto por qué tengo tantas ganas de ganar este torneo de golf. ¿Por qué tengo tantas ganas de ganar el Open? No lo sé, porque si gano, será genial durante dos minutos. Luego, la semana que viene, oye, ganaste dos majors este año; ¿qué tan importante es para ti ganar los playoffs de la FedExCup? Y volvemos aquí, a las preguntas”. En esta línea, cerró su pensamiento: “De verdad que sí; trabajamos tan duro para momentos tan pequeños. Soy un poco enfermo; me encanta esforzarme, practicar y vivir mis sueños. Pero al final, a veces simplemente no le entiendo el sentido. Me fascina el desafío y poder jugar a este juego para ganarme la vida. Es una de las mayores alegrías de mi vida, pero… ¿satisfará mis deseos más profundos? Para nada”.

Una de las preguntas frecuentes que recibe este golfista es si será capaz de obtener el Grand Slam, la colección de los cuatro majors del calendario. Si se impone esta semana, sólo le quedará el US Open para unirse a ese selecto grupo de seis jugadores: Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus, Tiger Woods y Rory McIlroy, que se sumó este año luego de atrapar el Masters. De todas formas, Scheffler suele atajarse ante la demanda de resultados y calma la ansiedad en medio de la vorágine. “No es que a principios de año me siento y digo que quiero ganar equis veces; que quiero ganar tantos majors; que quiero ganar tantos torneos. Eso no es algo que yo haga. No me funciona. Tengo sueños y aspiraciones que siempre me esfuerzo por alcanzar, pero al final, intento mantenerme presente. Intento practicar mucho cada día. Siento que, en mi caso, cuando empiezo a mirar demasiado al futuro, soy un poco procrastinador. Así era en la escuela”.
También apuntó a esa sensación de larga vigencia que suele seducir a los golfistas: “Si miro mi carrera y digo que quiero ganar, digamos… cinco majors, a veces tienes esa invencibilidad que te hace pensar: ‘voy a jugar golf profesional toda mi vida; esta etapa nunca va a terminar’. En definitiva, no lo es, y solo voy a hacer esto por un tiempo limitado. Lo que mejor me funciona es simplemente estar presente, seguir esforzándome, que diría es lo más divertido. Me encanta practicar y eso es lo que disfruto hacer; intento sacar el máximo provecho de mí cada día”.

Scheffler puede reflejar en la cancha un perfil de jugador robótico, sin sentimientos. Pero no duda en darle un lugar de preferencia a su entorno más íntimo. “Al volver a casa intento agradecerle a diario a mi mujer por cuidar de nuestro hijo. Mi familia es mi prioridad; realmente lo es. Tengo la suerte de poder venir aquí a jugar al golf, pero si el golf llega a afectar mi vida familiar o la relación que tengo con mi esposa o mi hijo, ese será el último día que juegue aquí para ganarme la vida”.
¿Eso significa que no le importan los resultados? Todo lo contrario: “Perder es horrible. Lo odio. De verdad. el golf es un deporte en el que se pierde mucho más de lo que se gana. En el basquetbol o fútbol americano, donde solo hay dos equipos, se puede ganar mucho más de lo que se pierde. Estaba mirando las estadísticas del tenis: era uno de los mejores jugadores, no sé si Federer, Djokovic o alguien más. Solo ganaron el 48% de sus puntos, o algo así. Pero me encanta jugar al golf, competir y vivir mis sueños. También me encanta ser padre y cuidar de mi hijo”.
"I love putting in the work. I love getting to practice. I love getting to live out my dreams. But at the end of the day, sometimes I just don't understand the point."
— PGA TOUR (@PGATOUR) July 15, 2025
Scottie Scheffler opens up about what fulfills him.@TheOpen pic.twitter.com/INLQf2XyoG
Desde las 6.20 de nuestro país, el texano compartirá la salida estelar de este jueves con dos campeones del Open: el norirlandés Shane Lowry (2019, Royal Portrush) y el norteamericano Collin Morikawa (2021, Royal St Georges). Es una cancha par 71 con dramáticos cambios de elevación y que se extiende por 7381 yardas. Se estableció en 1888 y lo increíble es que en 2005, con solo 16 años, Rory McIlroy fijó el récord del campo con 61 golpes en el Campeonato Amateur de Irlanda del Norte.
Entre tantos números de relieve, Scheffler es el primer jugador desde Tiger Woods en 2007 en lograr 100 semanas consecutivas como número 1 del mundo del ranking. Acumula 112, desde el 22 mayo de 2023. Esta cita en Royal Portrush es una nueva oportunidad para que empiece a volverse poderoso en un trazado completamente diferente de los que abundan en el PGA Tour: “Creo que esta cancha se ajusta a mis puntos fuertes, porque me gusta hacer las cosas de forma muy creativa, un punto que aquí es algo imprescindible. Cada año que venimos, empiezo a aprender un poco más”, apuntó. Jugó el Open en cuatro oportunidades y sus mejores actuaciones fueron un 8° puesto en Royal St George’s 2021, en su debut, y un 7° lugar en su última participación, en Royal Troon 2024. En las dos restantes, superó el corte y terminó en el top 25.



