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El deporte de España vive, desde hace más de quince años, al calor del fenómeno Rafael Nadal. Cualquier tenista nacido en ese país que pretenda competir profesionalmente ya sabe: si se destaca de joven será comparado, casi de inmediato, con el ganador de 20 trofeos de Grand Slam, aunque ello sea un absurdo.
Carlos Alcaraz, de 18 años, asume el desafío, probablemente, como nadie lo ha hecho en este tiempo. Diestro, de revés de dos manos, murciano y entrenado por un ex número 1, el Mosquito Juan Carlos Ferrero, el chico rompe el molde y hace ruido. Un ruido enorme. Acaba de tumbar a Stefanos Tsitsipas, el tercero del ranking mundial, el subcampeón de Roland Garros y ex campeón del Masters.
Fue durísima la batalla: 4 horas y 7 minutos. Fue cambiante: la ganó el español por 6-3, 4-6, 7-6 (7-2), 0-6 y 7-6 (7-5). Y fue importante: el chico se clasificó para los octavos de final del US Open. Un chaval en el pedestal.
Compacto de Alcaraz vs. Tsitsipas
Así como el colosal zurdo de Manacor conquistó Roland Garros a los 19, Alcaraz ya tiene con este triunfo estadísticas extraordinarias. Una muestra:
“Tiene la cabeza bien amueblada para asumir la presión y los halagos que su tenis provoca, así que estoy convencido de que lo veremos ganar algún grande y optar por el número uno. Es el relevo natural de Rafael”, aventuró, sin vueltas, Toni Nadal, tío y formador del Matador, en el diario El País. ¿Qué hace distinto a Alcaraz, un tenista de 1,85 metros? Su talento, claro. También, su madurez.
Segundo de cuatro hermanos, fue inscripto de chico por sus padres en un equipo de fútbol de salón para saciar su hiperactividad, pero Carlos terminó prefiriendo la raqueta. “Tiene un entorno favorable. Es un chaval tranquilo y de una ciudad no muy grande [NdR: El Palmar, localidad de 24.000 habitantes del municipio de Murcia], donde las posibilidades de despiste son menores. Ahora está dándose a conocer, y nosotros vamos avisándole lo que puede pasarle”, afirmó Ferrero, el campeón de Roland Garros 2003 que lo guía. “Por los viajes y convivir con gente mayor que yo, creo que estoy madurando un poquito antes que los chicos de mi edad”, apuntaba Alcaraz, hijo de Carlos (director de la escuela de tenis de su pueblo) y Virginia Garfia (una ex empleada).
Es hincha de Real Madrid y admira al actor Will Smith y su película favorita es Rocky. Escucha reggaetón, lo agrada el golf, su superficie predilecta es el polvo de ladrillo, sueña con conquistar Roland Garros y disfruta de la vibra que encuentra en Nueva York. Habla inglés a la perfección y desde hace dos años trabaja con una psicóloga. Es amigo de varios tenistas españoles y también del australiano Alex De Miñaur (hijo de una española y un uruguayo), ya que coinciden en los entrenamientos en Alicante.
El gigante de representación IMG ya lo tiene entre sus filas y marcas como Nike y Babolat, que patrocinan a Nadal, lo acompañan. Alcaraz construyó su propio camino, pero también, como apuntó El País, es un “hijo de la pirámide federativa”. Recibió ayuda de la Real Federación Española de Tenis (RFET) con becas y se benefició de la competencia local. La RFET, con el anhelo de impulsar la base y la aparición de talentos jóvenes, multiplicó la cifra de torneos de categoría ITF, challengers y juniors.
Alcaraz tiene un estilo dinámico y ofensivo y le gusta cerrar los puntos en la red. Pablo Carreño Busta, 16º del ranking, no olvida el día en que lo conoció. “Fue en 2017. Coincidimos en el O2 de Londres, en el Masters de 2017. Peloteó conmigo en un escenario como ése y no fallaba una bola. Tenía 14 años y ya se veía que era un poco diferente”, recordó el asturiano, en Atptour.com. “Me gusta jugar de forma muy agresiva, con muchos tiros ganadores. Mi estilo es más o menos como el de Roger Federer, yendo a la red”, comentó tiempo atrás, desinhibido.
“Tendrá que convivir con la presión y con la inevitable comparación con Nadal”, manifestó Toni. Alcaraz parece blindado para asumir el desafío y honrar el futuro legado de Rafa. Ya le había ganado a David Goffin (14º), Casper Ruud (26º), Cameron Norrie (29º) y Nikoloz Basilashvili (31º), todos en 2021.
En Nueva York ya pronuncian su nombre a la perfección.