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Guillermo Coria dejó la capitanía de la Copa Davis con altibajos, buen vínculo con sus últimos dirigidos y un conflicto que lo alteró y condicionó
Luego de tres años, se terminó la función del Mago sin que pudiera cumplir su anhelo: “Ganar la Copa que no pude como jugador”; el cruce con Zeballos marcó un antes y un después
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“La Argentina no puede tener sólo una Copa Davis. Como capitán quiero ganar la Copa que no pude como jugador”. La sentencia de Guillermo Coria fue en octubre de 2021, poco antes de cumplir 40 años, al convertirse en el 31er. capitán nacional en la historia. Vaya paradoja: lo hizo en reemplazo de Gastón Gaudio, su verdugo en la final de Roland Garros 2004. Tras una desganada conducción del Gato, Coria asumió con apetito, prometiendo no sólo sentarse en la silla, sino también estar pendiente del tenis femenino y del día a día en desarrollo.
“No jugué mucho la Davis y me da bronca”, reconoció. Su vínculo con la Copa como jugador no fue amigable. Tuvo un debut tardío, en 2004, ya siendo 4° del mundo, en el 5-0 ante Marruecos, en Agadir. En 2005 jugó las últimas tres series: 5-0 vs. la República Checa en Buenos Aires, 4-1 vs. Australia en Sydney y en la derrota 4-1 de las semifinales contra Eslovaquia (le recriminaron haber llegado al límite a Bratislava tras jugar la final del ATP de Pekín).
Coria, miembro de la comisión directiva de la Asociación Argentina de Tenis desde mayo de 2018, llegó a la capitanía con la experiencia de haber encabezado una academia para chicos y adolescentes de nivel escuelita y competición en Fisherton; no había viajado con jugadores profesionales por el ATP Tour. También había sido uno de los integrantes del “triunvirato de capitanes” del equipo, junto con Gaudio y Guillermo Cañas, en la serie de 2018 ante Colombia (4-0, en San Juan), luego del despido de Daniel Orsanic.
A fines de 2021 organizó una reunión con asado y fútbol con los jugadores disponibles para “presentarse” y conocer sus inquietudes; sumó a Martín Tero García y Leonardo Mayer como ayudantes. Se apoyó en los integrantes de los equipos de los jugadores (entrenadores, preparadores físicos) y les abrió las puertas en las prácticas y concentraciones. Se hizo cargo del equipo en un momento de transición generacional, con Guido Pella y Diego Schwartzman dejándole el lugar a Sebastián Báez, Francisco Cerúndolo y, más tarde, a Tomás Etcheverry. En 2022, durante su primer año en el cargo, sostuvo en el dobles a Horacio Zeballos (junto con Máximo González), un jugador con el que finalmente se enemistaría.
El sorteo para el debut de Coria fue favorable. Por los Qualifiers, a la Argentina le tocó recibir, en marzo de 2022, a la República Checa. Fue 4-0 en el BALTC, con el éxito de Báez (en su debut en la competencia) ante Jiri Lehecka como el punto más destacado. Ya con la serie definida, Coria decidió que su hermano, Federico (había reemplazado a Federico Delbonis, lesionado), jugara el cuarto punto (triunfo ante Vit Kopriva). Así, la Argentina ganó una de las 16 plazas disponibles para la fase de grupos de las Finales y, en septiembre, viajó a Bolonia. Pero perdió con Suecia (2-1), Italia (2-1) y Croacia (3-0).
A partir de ese momento algunas cosas fueron cambiando. Coria equivocó la estrategia del primer día ante Suecia, colocando como singlista a Báez (llegó muy bajo, con siete derrotas consecutivas, teniendo que jugar en una superficie incómoda para él, en cancha dura indoor) en lugar de Cerúndolo (de mejor performance bajo techo). Hace unos días, antes de viajar a Málaga, mirando hacia atrás, dijo: “No tuvimos series que dijera: ‘Fue un fracaso’. Te puedo decir contra Suecia, ahí a lo mejor tendríamos que haber ganado”. Elias y Mikael Ymer, que batieron en los singles a Báez y Schwartzman, eran 119° y 98° del mundo.
El equipo nacional salió cuarto de cuatro países en la zona (se clasificaban dos). Se falló el primer día y no se logró remontar la situación. Coria, además, debió enfrentar algunas diferencias tensas de vestuario y por una de ellas, incluso, a regañadientes, tuvo que interceder Agustín Calleri. Pese a que no era su función, el presidente de la AAT ingresó en el vestuario y habló con Zeballos, ya que el marplatense no tenía ganas de disputar el punto de dobles ante Croacia, cuando la serie ya estaba definida (finalmente Zeballos y González jugaron y perdieron; fue 0-3 ante los balcánicos). La situación, confirmada por LA NACION, irritó a Calleri: no le gustó haber tenido que actuar como si fuera el conductor del equipo. Zeballos no volvió a jugar la Davis.
Si hubiera avanzado a los cuartos de final, la AAT habría tenido un ingreso de US$ 500.000, según le comunicaron en ese momento a LA NACION desde el grupo Kosmos, organizadores junto con la ITF (hoy, enfrentados).
En medio de la fiebre por Qatar 2022, el sorteo de los Qualifiers 2023 arrojó un cruce incómodo: Finlandia, de visitante. Dificultoso por la fecha y la distancia (a pocas horas del inicio de la gira sudamericana sobre polvo de ladrillo, valiosa para los argentinos; los jugadores pasarían del calor extremo de Australia a la temperatura bajo cero de Finlandia, para regresar al verano en esta región) y por el poderío del rival, con Emil Ruusuvuori como líder. A Coria se le presentó un gran desafío: tratar de convencer a la mayor cantidad de “titulares”.
Schwartzman, Zeballos y Báez se bajaron del viaje. El equipo en Espoo se formó con Fran Cerúndolo (con dos series jugadas), más Facundo Bagnis y Pedro Cachin (ambos debutaron) y los doblistas González y Andrés Molteni (en la Davis sólo habían jugado juntos en 2017, ante Kazajistán, cuando la Argentina descendió un año después de ganar el título). En superficie dura, rápida y bajo techo, los locales ganaron 3-1. “Siento tristeza por los chicos que vinieron hasta acá y pusieron la cara”, declaró Coria. Calleri y el vicepresidente Mariano Zabaleta, tampoco estuvieron en Finlandia, pero se programó una charla entre los tres al regreso del equipo; en la mesa chica de la AAT empezaron a evaluar nombres -no vinculados a la Legión como jugadores- para la capitanía 2024.
Pero en septiembre de 2023 la Argentina debió jugar un repechaje para evitar el descenso a la zona Americana. El sorteo deparó un fuerte alivio: ante Lituania y de local. Coria mantuvo a Cerúndolo y a los doblistas, Báez regresó y Etcheverry se sumó por primera vez. En medio de los festejos por el centenario del primer partido de la Argentina en la Davis (en 1923, ante Suiza), no faltaron los nervios, pero los albicelestes asumieron el favoritismo en el polvo de ladrillo del BALTC y ganaron 4-0 (Tommy debutó con la serie definida y ganó el cuarto punto), asegurándose un lugar en los Qualifiers 2024.
A diferencia de las rispideces de 2022, la Argentina cerró la Copa Davis 2023 con una serie positiva, con una convivencia interna saludable. Coria expresó su deseo de continuar (“Ojalá que pueda seguir”, dijo) y, antes de fin de año, celebró como capitán en los Juegos Panamericanos de Santiago, donde Facundo Díaz Acosta ganó la medalla dorada. La capitanía de la Copa Davis para 2024 se presentaba muy codiciada por el abanico de jugadores jóvenes y de categoría disponibles, además de las opciones para armar un dobles competitivo (Zeballos todavía parecía estar adentro de los posibles convocados), y porque el capitán, además, acompañaría a los tenistas a los Juegos Olímpicos de París.
Distintas tormentas llevaron a la mesa chica de la AAT a pensar un potencial reemplazante de Coria. Es más, la dirigencia pensó en sustituirlo por un coach de distinto perfil. Pero la armoniosa serie ante Lituania, el desinterés de la AAT por tener un potencial foco de conflicto interno y el agradecimiento público de los jugadores hacia el capitán pusieron en stand by el cambio. También un sorteo favorable para los Qualifiers 2024 (Kazajistán, de local) ayudó a no buscar un brusco golpe de timón. Claro que no faltaron las charlas entre Coria y la mesa chica de la dirigencia para reforzar las pautas de trabajo y evitar nuevas situaciones incómodas.
“¿Cómo no nos vamos a ilusionar con ganar la Davis, si tenemos un equipazo?”, le dijo Coria a LA NACION en enero pasado, antes de la serie con Kazajistán en Rosario, la ciudad que eligió para vivir. Se puso al frente de las gestiones para que el Jockey Club fuera la sede. Además, se acordó de que Zeballos volviera al equipo (en lugar de Molteni), porque el marplatense necesitaba sumar una participación en 2024 para estar reglamentariamente disponible para los Juegos Olímpicos. Sin embargo, pocos días después del anuncio, Zeballos se bajó por una supuesta lesión en el hombro izquierdo y entró Molteni.
Báez llegó a Rosario tras haber alcanzado la tercera ronda de Australia por primera vez. En los ensayos en el Jockey se mostró en mejor forma que Cerúndolo y Etcheverry; sin embargo, Coria eligió a los dos últimos para el primer día. Fran ganó y Tommy cayó. El dobles argentino sufrió, pero triunfó en tres sets. Cerúndolo perdió el cuarto punto. Y Báez, que debió jugar el primer día, recién entró en el quinto punto, con toda la presión en sus hombros. Con drama, salvando dos match points en el tie-break del tercer set, venció a Dmitry Popko; fue un desahogo. El equipo nacional caminó por la cornisa, sufrió innecesariamente y estuvo a un punto de caer ante un rival inferior, que jugó limitado (con tres jugadores para los cinco puntos), pero resolvió el problema y después de dos años regresó a la fase de grupos de las Finales.
La Argentina tuvo un guiño en el sorteo para septiembre: evitó el viaje a la sede en China (Zhuhai) y esquivó a las potencias como Italia, Australia, Alemania y Estados Unidos. Canadá, Finlandia y Gran Bretaña, en Manchester, sería el desafío. El camino parecía armonioso, pero en junio explotó uno de los mayores conflictos de la gestión Coria: Zeballos, el mejor doblista nacional de la historia, que en mayo se convirtió en el primer argentino en alcanzar el N° 1 del ranking ATP, no fue convocado para París 2024. Incomprensible desde el aspecto deportivo. “Estoy triste. Mantenía la esperanza de ir”, dijo Zeballos.
La medida de Coria y de la AAT generó sorpresa y detonó versiones cruzadas y hasta segundas lecturas. González y Molteni hicieron méritos para actuar en París 2024, pero en menor medida que Zeballos. Ambos son representados por Summa, la agencia en la que Zabaleta, vicepresidente de la AAT, es uno de los socios. Y ese conflicto de intereses en el que está envuelto el extenista de Tandil a partir de sus múltiples tareas comerciales en el tenis sin dejar el cargo en la Asociación volvió a hacer ruido.
El 25 de junio, la AAT convocó a la prensa en un hotel porteño. Visiblemente incómodo ante la insistencia por saber las razones de la polémica decisión, Coria sostuvo su nominación en que, “desde el primer momento”, pensó llevar a cuatro singlistas, que “no era fácil romper una pareja consolidada” (en referencia a Molteni y González) y que la decisión fue “ciento por ciento deportiva” y no por cuestiones “externas”. “Apoyo plenamente la decisión”, agregó Calleri.
En los Juegos Olímpicos, finalmente, el equipo argentino, con Coria y Mercedes Paz como capitanes, presentó la máxima cantidad de jugadores hombres posibles (seis) y dos mujeres. La delegación compitió en todas las categorías, pero en la mayoría de los casos se quedó pronto sin posibilidades de medalla.
Dos meses después de que Zeballos no fuera seleccionado para París, Coria contactó al zurdo para preguntarle si estaría disponible para la fase de grupos de la Davis en septiembre. La respuesta de Zeballos fue negativa. “Nuestra relación no es buena. Opinamos totalmente diferente (...) Tener que estar durante una semana con un capitán con el que pensás muy diferente, hace que sea imposible rendir bien”, le comunicó Zeballos a distintos periodistas poco después de hablar con Coria. Vaya curiosidad: en la rueda de prensa previa a París 2024, Coria le apuntó a la prensa y señaló que la ausencia de Zeballos no lo descartaba para el futuro: “A lo mejor ustedes (los periodistas) se hacen otra película, pero la relación es espectacular”. Los hechos mostraron otra cosa.
Tras las declaraciones de Zeballos, Coria se sintió expuesto y dio su versión: “No hay nada raro ni personal (…) Obviamente no es agradable leer que Horacio tenga algo personal conmigo y lo que declaró, pero respeto lo que él dice, como respetamos en dos de las tres series que fue convocado y no estuvo disponible. Lo importante es que todos los jugadores sabían cuáles eran los requisitos y las prioridades que se les iba a dar para estar en los Juegos Olímpicos: el compromiso con la Copa Davis. Eso fue. No hay nada raro y así pasó”. En la convocatoria para París 2024, Coria le dio prioridad al “compromiso” demostrado por la Davis; la ausencia de Zeballos ante Finlandia (en 2023) y contra Kazajistán le restó posibilidades. Y la Argentina se privó de tener a su doblista de mayor jerarquía.
Desde entonces, Coria se mostró crispado ante el que no pensaba igual. “Yo no pienso en los intereses que hay vinculados a quien los representa ni nada; trato de mantener la unión del equipo, la química (...) No soy ningún estúpido, ni mala leche”, sentenció antes de viajar a Manchester.
El equipo llegó a Inglaterra ocupando el puesto N° 20 de los países de la Copa Davis, el lugar más bajo desde que se introdujo el ranking en 2001 (la clasificación se basa en los resultados de los últimos cuatro años; en el caso argentino abarcó las capitanías de Gaudio y Coria). En el comienzo de la fase de grupos, la Argentina cayó 2-1 con Canadá. El movimiento de piezas dejó afuera a Etcheverry, el argentino que mejor rendimiento había tenido en el US Open, unos días antes. Uno de los singlistas fue Báez, en una condición que le resulta espinosa: bajo techo tenía un récord de 4-13 (23.5% de efectividad).
A partir de ahí, cuando el escenario se presentaba desesperanzador, el equipo reaccionó. Tras fallar estratégicamente en la primera serie (justificó la presencia de Báez por tener “mayor experiencia”), Coria pegó un volantazo acertado en medio de la semana. Los éxitos 2-1 ante Gran Bretaña (entró Etcheverry por Báez y venció a Daniel Evans; Cerúndolo a Jack Draper, semifinalista del US Open) y 3-0 frente a Finlandia (otra vez con Etcheverry como “titular”) clasificaron a la Argentina a los cuartos de final por primera vez en cinco años. De la angustia a la euforia. Se trató de la victoria más trascendente del equipo nacional en la Copa Davis desde que ganó la Ensaladera en 2016.
La Argentina viajó a Málaga hace diez días conociendo la dificultad con la que se encontraría en el Final 8: el rival era Italia, con Jannik Sinner, el N° 1. La estrategia funcionó bien en los dos puntos de singles. Se planeó que Báez, primera raqueta nacional, tuviera el mayor desafío enfrentándose con Sinner para que Cerúndolo, el argentino de mejor rendimiento bajo techo, buscara el triunfo como single 2 (lo logró ante Lorenzo Musetti). Para el punto decisivo, Italia dejó afuera a sus doblistas clásicos (Andrea Vavassori y Simone Bolelli) y optó por sus dos mejores singlistas (Sinner y Matteo Berrettini). Más allá del destacado rendimiento de Cerúndolo (y sabiendo que el porteño tiene tiros que se potencian en superficie dura), Coria se quedó con Molteni/González. Los italianos triunfaron 6-4 y 7-5.
“El balance es negativo porque uno quiere ganar. Sí puedo decir que estoy orgulloso del equipo. Creíamos que esta era la mejor formación. Los chicos (Molteni/González) no estuvieron finos en las devoluciones porque la pelota venía muy rápida y así y todo se definió por pequeños detalles”, apuntó Coria. Días después, con Italia bicampeón (2-0 a Australia y 2-0 a Países Bajos), la AAT subrayó que la Argentina fue el “único equipo en sacarle un punto”, un concepto que pareció insuficiente teniendo en cuenta la rica historia nacional.
Coria dejó de ser el capitán argentino. “Fue una decisión de común acuerdo”, anunció la AAT. Se marchó con buen vínculo con los últimos jugadores en los que confió. Pero más allá de eso, la inestabilidad retrató su capitanía; los conflictos internos y externos lo perturbaron. Y se mostró muy susceptible con aquellos que no opinaban como él; no se caracterizó por la autocrítica. “Quiero ganar la Copa que no pude como jugador”, dijo al asumir, pero no pudo cumplir el sueño. El exnúmero 3 seguirá ligado a la comisión directiva de la AAT, en la que es uno de los vocales titulares.
El próximo lunes la Argentina conocerá cuál será su rival en los Qualifiers de 2025. El equipo virará de rumbo, con un nuevo capitán (los dirigentes ya contactaron al elegido, pero por ahora no quieren que trascienda). Comienza otra etapa.
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