La única fábrica de armas del país tiene como mayor comprador a EE.UU. y factura cada vez más

Desde un galpón en Ramos Mejía y bajo la condición estricta de "cuidar las gallinas", tres inmigrantes italianos emprendieron la producción de pequeñas piezas. Sin saber bien qué hacían, ese recoveco se convirtió en la fábrica de armas que hoy, 60 años después, es la única que produce en el país y le vende a distintas fuerzas de seguridad.

"Vine acá porque tenía un tío. Conocí un par de amigos, alquilamos un galpón que requería como condición del dueño tener sus gallinas. Ninguno de los tres tenía conocimiento en armería. Empezamos porque un señor nos encargó hacer unas piezas de acero. Con el tiempo nos dimos cuenta de que esa pieza era repuesto de una Ballester Molina. Este hombre falleció y entonces se nos ocurrió empezar a hacer piezas de armas", comienza su historia Benso Bonadimani, uno de los socios fundadores junto a Ercole Montini y Savino Caselli.

"Cuando hicimos las primeras las hicimos sin saber que teníamos que comprar. Ninguno de los tres éramos empresarios ni comerciantes. Hicimos la primera pistola, mi socio me prestó una motoneta y fui por Rivadavia hasta que encontré una herrería, entré y dije: ‘mire, yo tengo esto, ¿quiere comprarlo?’

En el 60, comprar armas acá era como sacar el documento", graficó Bonadimani. De hecho, en ese momento, según explicaron en la empresa, había aproximadamente 30 fabricantes en el país. Hoy Bersa es la única productora nacional de armas.

La fábrica, ubicada en Ramos Mejía, se encuentra dividida en los espacios de mecanizado y ensamble, donde trabajan los 110 empleados. Desde allí comienza el proceso de fabricación de herramientas a partir de grandes barras de acero y aluminio que cortan, pulen y tallan las piezas con márgenes milimétricos de referencia.

Las armas que se producen en Bersa pueden variar de tamaño, tipo y color. Hay armas plateadas, negras, doradas o rosas, entre otras variantes. Los tres modelos que más se venden son la TPR 9mm, BP9CC y Thunder 380.

Allí pasan a trabajos con máquinas (por ejemplo, un robot de pulido) y terminaciones manuales para que en 28 minutos las piezas se junten y pasen al polígono de tiro, donde se hace la prueba final. El costo de cada pistola va desde los $10.000 a los $24.000.

En total, se fabrican 100.000 pistolas por año, de las cuales el 70% va dirigido al mercado externo, el 24% a fuerzas de seguridad provincial y municipal y 6% se vende a civiles. "Cada cinco minutos, en algún lugar del mundo se vende una pistola Bersa", dijeron en la compañía.

"No me gusta cuando ocurre una tragedia por un mal uso del arma, pero lo mismo pasa con los autos cuando atropellan a una persona, la mayoría de los accidentes ocurren por los tipos que la manejan", sostuvo Bonadimani. Una de esas tragedias es la muerte del fiscal Alberto Nisman , que fue ocasionada con una Bersa calibre 22.

Bersa exporta a 36 países en total, de los cuales Estados Unidos es su mayor cliente. Según datos de la compañía, "de los dos millones de armas que la empresa fabricó en sus 60 años, más de 60% están en los Estados Unidos". En el mercado local se comercializa principalmente a las áreas de seguridad de los Estados nacional, provincial y municipal.

Para 2018, la facturación estimada de Bersa es de $ 345.000.000 para 89.000 pistolas vendidas. Esos números están muy por encima de la comparación con el año anterior, cuando se facturaron $ 273.990.000 y se comercializaron 65.456 armas.

Actualmente, Bersa hizo una inversión de 18 millones de pesos en los últimos dos años para renovar su maquinaria y tecnología. "Este fue un año difícil que nos hizo replantearnos el modelo. Históricamente Bersa fue fuerte en el mercado externo, pero hoy hay un decrecimiento del nivel de stock en Estados Unidos, en dólares exportamos un 12% menos", reconocieron en la empresa. Por eso, están mirando abrirse a nuevos mercados, como Bengladesh, India y Polonia.

Fotos: Ricardo Pristupluk

Edición fotográfica: Fernanda Corbani