Desorientada ante Trump, Europa busca como hace oír su voz en la conferencia de Munich
Los ministros de Defensa de la Unión Europea intentarán dar respuesta al desafío de las iniciativas unilaterales del líder norteamericano sobre Ucrania, Rusia y la seguridad del continente
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PARÍS.– Las capitales europeas reaccionaron con estupefacción y alarma ante la posibilidad de que tanto Kiev como el bloque queden afuera de las negociaciones decididas por Donald Trump y Vladimir Putin para poner término a la guerra en Ucrania.
“Todo acuerdo de paz en Ucrania negociado a espaldas de los ucranianos y los europeos está destinado a fracasar”, advirtió este jueves la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Kaja Kallas al llegar a la sede de la OTAN para participar en una reunión de ministros de Defensa de la Alianza.
La cuestión acaparará sin duda la atención de la Conferencia de Munich sobre Seguridad, que se realiza desde este viernes 14 al domingo 16. Según la agencia Bloomberg, el emisario especial de Donald Trump para Ucrania, Keith Kellogg, podría revelar allí el “plan de paz” prometido por Trump.
El intempestivo anuncio del presidente norteamericano de comenzar inmediatas conversaciones bilaterales con su homólogo ruso reavivó en el Viejo Continente los peores temores sobre los términos de un eventual “deal” —como acostumbra llamar Trump a sus acuerdos— y sobre quién tendrá que hacerse cargo finalmente de la reconstrucción y la seguridad después del conflicto.
El Kremlin se declaró dispuesto a negociar, pero ampliando también las discusiones a la seguridad en Europa y a las preocupaciones de Putin que, en 2021, reclamaba un retroceso de la Alianza Atlántica en el continente europeo.
“Es obvio que todas las cuestiones ligadas a la seguridad en el continente europeo, en particular los aspectos que conciernen a nuestro país, la Federación de Rusia, deben ser negociados en conjunto. Y que partimos del principio de que ese será el caso”, declaró el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.
Refiriéndose a la primera reunión entre Trump y Putin, Peskov agregó la “necesidad” de que la misma se “realice lo antes posible. Ambos jefes de Estado tienen muchas cosas para decirse”, concluyó.
Después del anuncio, la reacción por parte de las grandes capitales europeas no se hizo esperar.
“Nuestro objetivo conjunto es colocar a Ucrania en posición de fuerza. Ucrania y Europa deben formar parte de cualquier negociación”, afirmaron siete de los principales países europeos, entre ellos Francia, Alemania y Gran Bretaña, en una declaración conjunta después de una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en París.
“Ucrania debería obtener sólidas garantías de seguridad. Una paz duradera y justa para ese país es la condición que garantizará una sólida seguridad transatlántica”, agrega la declaración, subrayando que los países europeos esperan reunirse cuanto antes con sus aliados norteamericanos.
Acuerdos duraderos
Es crucial que “Ucrania esté estrechamente implicada en todo lo que suceda sobre su futuro”, dijo este jueves el secretario general de la NATO, Mark Rutte, durante una reunión de ministros de la Alianza en Bruselas. “Es crucial además que todo lo que salga de esas conversaciones sea duradero”, agregó.
El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, calificó de “desafortunado” que Washington haya hecho concesiones a Moscú “antes de que las negociaciones hubieran comenzado”, agregando que sería “ingenuo” creer que la amenaza representada por Moscú desaparecerá después de un acuerdo de paz.
Para el secretario de Defensa británico, John Healey, “Rusia sigue siendo una amenaza mucho más allá de Ucrania”.
“No puede haber negociaciones sobre Ucrania sin Ucrania. Y la voz de Ucrania debe ser escuchada en el corazón mismo de cualquier intercambio”, agregó, subrayando la obligación de los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica de “colocar a Ucrania en la mejor posición para asegurarle la paz mediante la fuerza”.
Su homólogo francés, Sébastien Lecornu, continuó esa imagen afirmando que “la paz mediante la debilidad, desafortunadamente, podría llevarnos a dramáticas situaciones para la seguridad o, incluso, a una ampliación del conflicto en el tiempo”.
La advertencia hacia Donad Trump llegó en la voz de la ministra de Defensa de Lituania: “Si Estados Unidos y la Unión Europea no son capaces de trabajar juntos, en equipo, en favor de un mundo democrático, entraremos en el momento más oscuro desde la Segunda Guerra Mundial”, dijo.
Las luces rojas se habían encendido, en realidad, antes de conocerse la noticia del diálogo entre Trump y Putin. Ese anuncio estuvo precedido a comienzos de semana por las violentas declaraciones del nuevo secretario de Estado de Defensa, Pete Hegseth, quien excluyó categóricamente en Bruselas la adhesión de ucrania a la OTAN, agregando que “toda garantía de seguridad debe ser sostenida por tropas europeas y no europeas competentes” y que los soldados estadounidenses no formarán parte de la misión de mantenimiento de paz. Esa misión, además, no estará garantizada por el artículo 5 de la OTAN relativo a la defensa colectiva, dijo.
En otras palabras, de ahora en adelante, los europeos deberán hacerse cargo de su propia seguridad. Lo que en el fondo quiere decir que, por primera desde la creación de la OTAN en 1949, Europa se siente abandonada por su principal aliado occidental.
Las afirmaciones de Hegseth consiguieron tensar aun más la relación transatlántica, ya que la ausencia de garantías de defensa colectiva volverá mucho más vulnerables a las tropas occidentales ante los ataques rusos.
En esa partida de póker que acaba de abrir Donald Trump, Europa intenta mostrar un frente unido, tratando de asegurarse una silla en la mesa de esas eventuales negociaciones. El presidente norteamericano reparte amenazas y palabras de aliento para dar o quitar su apoyo. Mientras que, desde Moscú, Putin usa la lisonja para conseguir las gracias de la Casa Blanca.
Garantías de seguridad
En cuanto a Ucrania, Volodimir Zelensky —que estará en Munich— ha decidido transigir sobre la integridad territorial de su país y sus recursos naturales para conservar sus exigencias de garantías de seguridad. Kiev repite que Europa sola no bastará y que los estadounidenses deben asociarse al dispositivo para disuadir a Moscú de toda eventual agresión. Como anotado más arriba, la respuesta de Washington a ese argumento ha sido un rotundo “no”.
Según Zelensky, una fuerza multinacional de disuasión basada en Ucrania después de un alto el fuego necesitaría entre 100.000 y 150.000 hombres: “Mucho menos importante que los más de 600.000 soldados rusos que se encuentran en la Ucrania ocupada”, advirtió.
Hasta ahora, los europeos no han logrado un consenso sobre esas garantías de seguridad para Ucrania en caso de cese de hostilidades. Un primer bloque es favorable a sólidas garantías que irían hasta el despliegue de tropas en el terreno. Ese frente, llamado por Kiev “alianza de los audaces” está compuesto por un núcleo duro donde se encuentran las potencias nucleares de Europa: Londres y París.
Esos países se preparan para seguir apoyando militarmente a Ucrania con armas, material militar, logística, inteligencia y enviándole tropas al terreno.
“Garantizar la seguridad de Ucrania costará muy caro a Europa y a Francia”, previene una fuente militar francesa, sin dar cifras precisas. Muy comprometidos también, Polonia y los países bálticos no excluyen la posibilidad de enviar hombres, pero quisieran defender en prioridad sus propios territorios.
Un segundo grupo, compuesto por Alemania, Italia y España apoyan igualmente a Ucrania, pero se muestran menos entusiastas sobre todo en la cuestión del envío de tropas. Por fin, un tercer grupo —Hungría, Austria y Eslovaquia — expresa una gran reserva en cuanto a invertir importantes medios para asegurar la seguridad de Kiev.

Pero la llegada de Trump a la Casa Blanca y su giro de 180° con respecto a la alianza de Estados Unidos con Europa, reactivó el viejo debate sobre la defensa europea. Y sobre ese punto, también hay divergencias. Francia insiste en la idea de una defensa colectiva autónoma, independiente del escudo norteamericano. Varios países como Italia, España y Alemania son favorables, pero en forma más moderada.
Otros europeos, como Polonia y los Estados Bálticos, debido a la amenaza existencial que representa para ellos Rusia, temen alienarse a Estados Unidos y ven como una necesidad aumentar sus compras de material norteamericano para conservar los favores de Washington.
Quedan por último aquellos que son desfavorables a un incremento de la defensa en Europa, temiendo que alimente las tensiones con Rusia y termine por desencadenar un conflicto armado entre la OTAN y Moscú. Esa es la posición de Hungría, pero también de Austria y de Eslovaquia.
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