El argentino que trabaja con María Corina Machado y su esperado primer encuentro en Oslo: “Fue muy increíble”
El consultor Patricio Hernández se acercó a la líder opositora tras un revelador viaje a Venezuela para las elecciones de 2024; lo invitaron a Noruega para la ceremonia del Nobel, donde pudo finalmente conocer en persona a la ganadora
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“¡Pato!”, gritó María Corina Machado, mirando con sorpresa a un hombre mientras abrazaba a otra persona y sostenía en su mano dos rosarios, en el lobby del Grand Hotel de Oslo. Eran las dos de la mañana, pero ahí adentro no se notaba. El clima era de algarabía, emoción y adrenalina entre la docena de personas a quienes les permitieron permanecer en el lugar tras la esperada llegada a Noruega de la líder opositora venezolana, ganadora del Premio Nobel de la Paz. “¡Este argentino es más venezolano que la arepa!”, les dijo ella en voz alta a quienes no conocían a ese hombre de camisa blanca, campera y sobretodo azul que estaba parado con los ojos llenos de lágrimas.

“Pato” es Patricio Hernández, un consultor argentino que trabaja con Machado desde hace más de un año, cuando ella ya estaba en la clandestinidad, mientras se refugiaba del régimen de Nicolás Maduro, que luego de inhabilitarla para competir en las elecciones de 2024, amenazó con encarcelarla tras unos comicios en los que ella encabezó una tarea titánica para recopilar las actas que buscaron demostrarle al mundo que el verdadero ganador fue su candidato, Edmundo González Urrutia.
Hernández y Machado habían tenido incontables reuniones virtuales, pero nunca se habían visto en persona. Imaginarse ese momento incluso muchas veces pareció ciencia ficción.
Ese primer encuentro fugaz tuvo lugar en un momento especial, poco después de su aterrizaje en Oslo tras una cinematográfica huida desde Venezuela. La líder opositora iba desde su suite, donde se había reencontrado con sus tres hijos y con su círculo más cercano y desde donde había saludado a sus seguidores que la vieron salir al balcón como una heroína, hacia la calle, para abrazar a esos partidarios. En el lobby aguardaba una decena de personas de su confianza que esperan con una ansiedad incontrolable el reencuentro o, como en el caso de Hernández, ese primer cara a cara.

“Yo estaba ahí parado y dije ‘esta mujer está en un momentum de su vida, no la quiero interrumpir, ya me tocará en algún momento’. Y ella sola, cuando estaba saludando a otra persona, me grita y después nos abrazamos”, cuenta Hernández a LA NACION y, mientras busca las palabras, habla de un momento “muy increíble”.
“Laburé con muchos políticos en mi vida, pero esta mujer está angelada. Ella me contuvo a mí. Está en un momento super especial, pero tiene tiempo de consolarme a mí”, sigue este consultor de 44 años, CEO de la agencia Methodo, desde Oslo, adonde viajó invitado por el equipo de Machado.
La emoción lo invadió ya desde el martes, cuando llegó a Oslo y conoció en persona a las personas del círculo más íntimo de Machado, como su exjefa de campaña, Magalli Meda, y su vocera, Claudia Macero, y con quienes trabaja desde el año pasado. Para él, son “Magui” y “Clau”, y Machado, “María”.
“Después de tantas horas de trabajo juntos teníamos muchas ganas de abrazarnos”, señala.
El miércoles el tsunami de emociones siguió durante la ceremonia del Nobel de la Paz, a la que Machado no llegó a participar, pero donde su hija recibió el premio, frente a líderes regionales, como el presidente argentino, Javier Milei.
“A mí se me congelan las lágrimas en Oslo”, dice en alusión a las bajísimas temperaturas del otoño noruego que acompañan este momento. “El simple hecho de que me hayan invitado, que me consideren parte de esto… La causa de Venezuela a través de María Corina y su equipo le da sentido a mi vida. Y esto es una escena más de eso”, dice.
Sin embargo, pese a la efervescencia, considera que todavía no es tiempo de festejos. “Todos somos conscientes que este es un reconocimiento a ella [Machado] y a todo un pueblo que decidió luchar pacíficamente contra un régimen que combina lo peor de las dictaduras, el terrorismo y el narcotráfico, pero el trabajo no termina hasta que se recupere la democracia y la libertad en Venezuela”, menciona. Para él, como para la líder opositora, la caída del régimen de Maduro es inevitable y el Nobel es un paso más –y contundente- hacia ese objetivo.

“Creo que va a pasar algo parecido a Sudáfrica, que cuando Mandela gana el Nobel, se empieza a consolidar la democracia. No me imagino que esto no termine así”, señala, y en ese sentido, y defiende la decisión de Machado frente a algunas voces que cuestionan que su salida de Venezuela podría afectar a su causa. “Ella siempre dijo que ella no iba a hacer nunca nada que no la acercara al objetivo de liberar Venezuela. Ella es la que tiene el tablero entero, pero si tomó la decisión de venir acá es porque cree que eso colabora más con la causa Venezuela que no venir acá”, señala.
De un viaje traumático a un trabajo conjunto
Desde Methodo, agencia que fundó en 2022 y con la que realiza trabajos vinculados a la inteligencia artificial, la comunicación y la estrategia de marketing para empresas y políticos locales e internacionales, Hernández puso el ojo en Venezuela y su deriva autocrática, a la que decidió ponerle números primero y voces después.
En el primer semestre del año pasado, realizó con su equipo encuestas, focus group y entrevistas a más de 30.000 residentes venezolanos y exiliados en el exterior y armaron un software para seguir la conversación en redes sociales vinculada al tema. De allí sacaron algunas conclusiones: el 71,5% de los venezolanos deseaba un cambio y el 67% percibía como ilegítimo el gobierno de Maduro. Pero los números no reflejaban todo lo que escuchaban en las entrevistas.
“Muy rápido el dolor nos atravesó y quisimos dejar de ver tablas de Excel y palabras en pantallas para sentir en carne propia todo lo que estaba pasando así que decidimos viajar”, cuenta Hernández, quien en sus inicios como politólogo trabajó en el sector privado, pasó por la gestión pública en el gobierno porteño de Mauricio Macri y en el de la provincia de Buenos Aires con María Eugenia Vidal hasta dedicarse a la consultoría.
Llegó a Venezuela con su socio una semana antes de las elecciones de julio de 2024 y sintió la persecución del régimen en primera persona: desde el aeropuerto, donde los retuvieron hasta las escalofriante visitas diarias (y deliberadamente obvias) para revisar la habitación de su hotel mientras ellos salían a buscar testimonios. Allí también entendió que detrás del 64% de imagen positiva de Machado había un fenómeno que lo cautivó.
Él dice que salió de Venezuela gracias al fútbol, un deporte que atraviesa a su vida y a su familia. Su padre –con su mismo nombre- fue figura de Estudiantes, de River y de Argentinos Junior, además de jugador de la Selección en la década del 80. Y fue un amigo de él, Fernando “Bocha” Batista, entonces director técnico de la selección venezolana, quien lo ayudó a volver a la Argentina. “Él me salvó la vida”, remarca.
“Quedamos tan impactados por todo lo que se estaba sufriendo el pueblo venezolano y por el escandaloso fraude que sufrió, que nos vimos obligados a comprometernos un poco más y desde nuestro humilde lugar hacer un aporte a esta causa tan noble", cuenta. “Lo primero que hicimos fue una pieza que fue el resumen de muchas de las emociones que sentíamos atravesaban al pueblo venezolano. Se la hicimos llegar a María Corina para que la viera y ella nos pidió ponerle su voz”.
El 11 de septiembre, Machado compartió ese video en sus redes sociales y el impacto fue “descomunal”. A partir de ahí, Hernández se sumó con su equipo al team Machado.
“Es imposible acostumbrarse a convivir con una persona tan especial como María”, dice Hernández, y cuenta que incluso sus hijas de 8 y 11 años escuchan tanto hablar de la líder venezolana que hasta se quieren sumar a esas videollamadas. El fenómeno Machado tiene una sede en la casa de los Hernández.
“Ella para trabajar es increíble. Es sensible, generosa, amable, dulce y muy pero muy eficiente. Cada vez que interactuamos con ella sabemos que estamos viviendo algo especial. A mí me pasa de emocionarme muchas de las veces que interactúo con ella”, expresa.
Este año, a su trabajo para Machado, sumó otra iniciativa: produjo la miniserie para Instagram Narcoterroristas, de diez capítulos, sobre el Cartel de los Soles, la organización calificada de terrorista por Estados Unidos que funciona dentro de las fuerzas de seguridad chavistas.
“Lo que tratamos de hacer es hablarle a la gente que no es de Venezuela exponer quién es quién en la dictadura. Lo hicimos en redes porque nuestro objetivo era que se viera, y no había ningún canal de difusión más democrático y viralizable que ese”, cuenta, todavía sorprendido por el alcance del proyecto, con más de 25 millones de vistas. Pero el principal impacto lo notó en Oslo. Allí la diáspora venezolana lo reconoció y le agradeció con abrazos por ese trabajo. Ese documental que le había valido amenazas y que habían puesto a su familia en alerta tomó otro sentido.
Ahora, después de ese viaje traumático a Venezuela, se imagina volviendo a Caracas para acompañar una nueva era política. “Yo voy a estar donde María, Magui y Claudia quieran que esté. Para mí sería un orgullo ir a Venezuela y estoy recontra dispuesto a hacerlo”, se entusiasma.
Eso mismo quedó plasmado en su corto primer diálogo en persona con Machado. “Voy a acompañarte a reconstruir tu país”, le dijo a la Nobel de la Paz, y le dio un beso en la frente. “Yo sé que sí”, le contestó ella.
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