León XIV llegó al Líbano, zona de riesgo y segunda etapa de su primer viaje
A diferencia de Turquía, miles de personas salieron a la calle para darle una bienvenida triunfal; en su primer discurso les pidió ser “artífices de paz”
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BEIRUT.- Después de tres días y medio en Turquía, este domingo el papa León XIV cambió abruptamente de escenario y contexto. En la segunda etapa del primer viaje de su pontificado, luego de dos horas de vuelo desde Estambul -en las que sorprendió con una breve conferencia de prensa en la que respaldó la solución de los dos Estados como única forma de resolver el explosivo conflicto palestino-israelí-, aterrizó en el Líbano. No solo una zona de riesgo, sino de guerra, debido justamente al irresuelto rompecabezas palestino-israelí, y diminuto país marcado a fuego por una crisis política, económica y social dramática, que arrastra desde hace décadas.
A diferencia de Turquía, el primer Papa estadounidense tuvo una recepción triunfal. Miles de personas salieron a la calle para darle la bienvenida como “mensajero de la paz”, con banderas del Vaticano, amarillas y blancas y locales, rojas y blancas, con el tradicional cedro de este país. Además de salvas de cañón y aviones caza que escoltaron el avión papal cuando aterrizó, al llegar en papamóvil al Palacio Presidencial, cuando ya era de noche y lloviznaba, lo recibieron arrojándole arroz, con danzas, bailes, coros e incluso con un video musical en una maxi-pantalla.
A diferencia de Turquía, Impresionante bienvenida a @pontifex_es en las calles de Beirut 🇱🇧🇻🇦 pic.twitter.com/GRxKXMfgdk
— Elisabetta Piqué (@bettapique) November 30, 2025
Considerado en otras épocas “la Suiza de Medio Oriente” por su coexistencia religiosa pacífica y su comparativo alto nivel de vida, el Líbano -más pequeño que la mitad de la provincia de Tucumán-, es un país de apenas 6 millones de habitantes (un 30%, cristianos), del que los jóvenes se quieren ir por la terrible situación que atraviesa.
Padeció una sangrienta guerra civil (1975-1990) que lo destrozó no sólo a nivel material, sino que dejó heridas latentes y vive un conflicto interminable con Israel, marcado por la influencia de Irán y la vecina Siria (hoy debilitada) y su vínculo con el diezmado grupo armado chiita Hezbollah (que aquí es un partido político).
En octubre de 2019 sufrió el colapso de su sistema financiero y bancario y muchas empresas se vieron obligadas a cerrar persianas, algo que motivó un aumento del desempleo en todo el país, agravado luego por la terrible explosión en el puerto de Beirut de agosto de 2020, que provocó una situación caótica en esta ciudad y en todo el Líbano. Para peor, la pandemia hizo que más del 50% de la población cayera por debajo de la línea de pobreza.
En el verano (boreal) de 2024, estalló una nueva ola de violencia cuando los ataques israelíes -que en medio de la guerra en Gaza en represalia del brutal ataque del 7 de octubre de 2023, descabezaron al grupo Hezbollah (considerado terrorista)-, alcanzaron el sur, el valle de Beqaa e incluso partes de Beirut, la capital. Esto causó una gran destrucción, forzó a miles de familias a huir de sus hogares y puso aún más presión sobre una economía ya al borde.
“Es errado hablar de un cese del fuego”
El 27 de noviembre de 2024 se firmó un acuerdo de alto el fuego, pero el conflicto aún continúa, como demostró el ataque israelí de la semana pasada en el sur de esta capital, que mató al número dos de Hezbollah. “Es totalmente errado hablar de cese del fuego”, dijo a LA NACION el padre Daniel Corrou, director regional del Servicio Jesuita a Refugiados para Medio Oriente y Norte de África, con sede en Beirut. En diálogo telefónico, subrayó que los drones sobrevuelan la ciudad todos los días y nadie sabe cuándo atacarán.
El padre Carrou y su organización ayudan a algunos de los más de un millón y medio de refugiados sirios que viven en el Líbano, que huyeron de la guerra civil que comenzó en su tierra en 2011. “Este es un pequeño país con un gran corazón”, resaltó este jesuita, al recordar que el Líbano también hospeda desde hace décadas a unos 600.000 refugiados palestinos.
En enero de 2025 -después de un vacío de poder de dos años-, el país logró elegir un nuevo presidente -el cristiano maronita Joseph Aoun, ex jefe del ejército- y formar un gobierno. Según el complejo sistema político local, que intenta reflejar el mosaico étnico-religioso del país, en el Líbano la presidencia le toca a un cristiano maronita, mientras que el primer ministro debe ser un musulmán sunnita y el presidente del Parlamento, un musulmán chiita.
Aunque finalmente hay gobierno desde entonces, sigue habiendo una enorme fragmentación política, presiones externas y la mayoría de la población todavía no ha notado ninguna mejora en la situación económica y social.
“Muchos libaneses, especialmente los jóvenes, están perdiendo su esperanza y apuntan a emigrar en busca de seguridad y dignidad en el exterior”, asegura un informe de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés), que subraya la frustración de muchos por cortes de luz diarios, falta de agua potable y, en muchos sectores, servicios básicos.
La visita de León: un bálsamo entre tanta violencia

En este contexto, la visita del papa León XIV -un viaje que también heredó de Francisco, que quería venir para dejar un mensaje de aliento y para agradecer la apertura a los refugiados, pese a los innumerables problemas-, representa un bálsamo. Esto se refleja en las calles de esta capital, llenas de carteles de bienvenida con la imagen del Pontífice y el lema de la visita “bienaventurados los artesanos de la paz”.
“Están todos muy entusiasmados, aunque no saben mucho de León y, sobre todo, están contentos de que no los van a bombardear durante la visita de 48 horas”, dijo a LA NACION Naila Sabra, libanesa de la diáspora (estimada en más de 15 millones), que vive en Italia. Exdirectiva de un organismo internacional, entre los centenares de desafíos por delante de su país, Sabra destacó las dificultades para desarmar al derrotado grupo Hezbollah “porque el ejército libanés no tiene el equipamiento suficiente para tal fin”.
En un mensaje dirigido al Pontífice publicado en redes sociales, este grupo armado chiita libanés instó al papa León XIV a rechazar la “injusticia y la agresión” israelí contra el Líbano. “Confiamos en la posición de Su Santidad para rechazar la injusticia y la agresión a la que está sometida nuestra nación, el Líbano, a manos de los invasores sionistas y sus partidarios”, indicó.
Hizo saber, además, que iba a participar en las ceremonias de bienvenida al Papa a través de actividades organizadas por los Scouts Al-Mahdi durante su paso por Dahieh, el barrio chiita del sur de esta ciudad, aún marcado por la destrucción y cráteres. En efecto, cuando pasó por allí, yendo desde el aeropuerto hasta el Palacio Presidencial, se veían centenares de personas que, además de las banderas de los dos países, flameaban las amarillas de Hezbollah e incluso pancartas con la foto de su líder, Hassan Nasrallah, que fue asesinado por Israel en septiembre de 2024.
En su primer discurso ante autoridades, el cuerpo diplomático y el presidente Aoun -que le dijo que espera que su visita pueda ser un mensaje al mundo de que el Líbano tiene que sobrevivir como modelo de coexistencia-, León prefirió evitar definiciones políticas. Y en una reflexión de lo que significa ser “artífices de paz”, luego de admitir que “se necesita tenacidad para construir la paz”, lanzó un llamado a la reconciliación. Elogió, además, a la gente del Líbano: “ustedes son un pueblo que no se rinde, sino que, ante las pruebas, siempre sabe renacer con valentía”.
“Su resiliencia es una característica imprescindible de los auténticos constructores de paz: la obra de la paz, en efecto, es un continuo recomenzar”, dijo, hablando en inglés.
León en su primer discurso elogia la gente del Líbano 🇱🇧, “ustedes son un pueblo que no se rinde, sino que, ante las pruebas, siempre sabe renacer com valentía” y los invita a ser artífices de paz pic.twitter.com/PRnGqUhNHI
— Elisabetta Piqué (@bettapique) November 30, 2025
“A nuestro alrededor, en casi todo el mundo, parece haber vencido una especie de pesimismo y un sentimiento de impotencia; las personas parecen no ser capaces ni siquiera de preguntarse qué pueden hacer para cambiar el curso de la historia”, añadió. “Las grandes decisiones parecen tomarlas unos pocos y, a menudo, en detrimento del bien común, lo que parece un destino ineludible”, advirtió. “Ustedes han sufrido mucho las consecuencias de una economía que mata, de la inestabilidad global que también en el Levante tiene repercusiones devastadoras, de la radicalización de las identidades y de los conflictos, pero siempre han querido y sabido volver a empezar”, sumó.
También habló de la diáspora, de la hemorragia de jóvenes y familias que buscan el futuro en otros lugares debido a “incertidumbre, violencia, pobreza y muchas otras amenazas”. Citando la encíclica Fratelli Tutti (Hermanos todos), de Francisco, recordó que “la fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales” e invitó, finalmente, a cristianos y musulmanes, junto con todos los sectores religiosos y civiles de la sociedad libanesa, a trabajar para que los jóvenes no se sientan obligados a abandonar su país y emigrar, sino que puedan ser protagonistas aquí, en su tierra.
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