Sandro Magister: "Gran parte de la Iglesia se siente desorientada"
El vaticanista italiano dijo que hay un fuerte malestar por la dirección de este pontificado
ROMA.- Sandro Magister, veterano vaticanista del semanario L'Espresso y autor del blog Settimo Cielo, que se edita en varios idiomas, es uno de los críticos más acérrimos del pontificado de Francisco. En 2002, fue el primer periodista italiano que identificó a Jorge Bergoglio como papable.
En una entrevista con LA NACION, Magister, de 73 años, explicó por qué no le gusta "la revolución" puesta en marcha por el ex arzobispo de Buenos Aires que, según él, dejó desorientados a los católicos. Y destacó la existencia de "un fuerte malestar ante las líneas de este pontificado".
-¿Cuál es su balance de estos cuatro años de pontificado?
-Francisco puso en marcha una verdadera revolución, que no tiene que ver con la reforma de la curia, que avanza en modo desordenado y en la que creo que el Papa tiene escaso interés. La revolución tiene que ver sustancialmente con la forma de guiar a la Iglesia, en particular, la forma del magisterio, porque él introdujo una forma de lenguaje que marca una ruptura que no es sólo de estructura linguística, sino que toca la sustancia. Es decir, a la claridad, le siguió la polivalencia del mensaje; por lo tanto, su ambigüedad. Y esto creó efectos muy fuertes: una multiplicación de opiniones en la Iglesia que tienen que ver con aspectos sustanciales de la fe, como el pecado, el perdón, la eucaristía, el matrimonio. Y a esta pluralidad de opiniones le sigue una pluralidad de comportamientos, y para mí es esa la novedad de estos cuatro años.
-¿Esta ambigüedad se da para usted en la Amoris Laetitia con el tema de los divorciados vueltos a casar?
-Seguramente. Ése es un momento muy evidente de esta apertura a una Iglesia poliédrica, como a él le gusta llamarla, pero que es poliédrica también en temas sustanciales, relativos a los fundamentos de la fe cristiana.
-¿Entonces es esta Iglesia poliédrica el aspecto que menos le gusta de este pontificado?
-Sí, que es el aspecto nuevo de este pontificado, que deja desconcertadas para mí a muchas personas, sobre todo dentro de la Iglesia. Y es esta imagen de la Iglesia como una grey de ovejas a la deriva, sin un pastor.
-Usted habla de muchas personas desconcertadas. ¿Dónde está la resistencia al Papa y cuál es su consistencia?
-La resistencia se identifica con este malestar. Hay una gran parte de la Iglesia, en los niveles más altos y en el de los simples fieles, que se siente desorientada, sin una guía segura que siempre había sido identificada con el Papa. Por lo tanto, más que ante una resistencia estamos en presencia de una fuerte incomprensión, un malestar ante las líneas de este pontificado. Naturalmente hay momentos en los que este malestar sale a la luz, es expresado y las "dubias" (dudas) de los cuatro cardenales son un ejemplo flagrante de esto. Pero es un malestar que no es provocado por las dudas de los cardenales, sino exactamente lo contrario: son estas dudas que nacen de este malestar que fue puesto en marcha por el Papa.
-Pese a todo, Francisco es muy amado por la gente...
-Seguramente es más amado y entendido fuera de la Iglesia que adentro. Su predicación y su tipo de gobierno son fácilmente recibidos y son modelables fácilmente sobre la medida que cada uno quiere.
-¿Los detractores no deberían estar contentos de tener un papa respetado, como usted dice, también por no creyentes y no católicos?
-Diría que sí. El hecho de que la imagen de la Iglesia es hoy bastante positiva en la opinión pública es algo que no es cuestionado, sino recibido con cierto beneplácito, porque una situación de este tipo permite hablar y poner en foco los problemas reales. Mientras que en los años pasados la imagen negativa bloqueaba el diálogo dentro de la misma Iglesia, ocupada en operaciones de defensa que tampoco funcionaban. Ahora, en cambio, esta dificultad ya no existe. Y esto permite que el debate puertas adentro tenga que ver sobre temas esenciales.
-Entonces es positivo que haya debate y que se hable de temas que antes eran tabú.
-Sí, claro. Es más, es algo que el Papa dijo que quería, un debate abierto, parresía, etcétera. Pero, al mismo tiempo, lamento que no haya querido responder a preguntas precisas que le hicieron cuatro cardenales.
-¿No cree que ya estén respondidas esas preguntas?
-No. Y es un límite que encuentro contradictorio con su propuesta de diálogo abierto.
-Esto tiene que ver con el hecho de que el Papa dijo en varias oportunidades que nada es blanco o negro, sino que hay matices, pero hay algunos que prefieren una Iglesia donde todo es blanco o negro.
-Claro, es el papa de los matices, es una buena definición. Es un papa al que no le gustan un sí o un no que sean netos. Y es justamente este insistir en los matices que cambia el modelo de la Iglesia, porque multiplica las opiniones sobre cuestiones también sustanciales de doctrina y multiplica los comportamientos que derivan de estas opiniones.