Cómo hizo un pibe alienado del corazón de Estados Unidos para convertirse en la estrella más inesperada de Hollywood
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Imaginemos que adam driver necesita comprar huevos. Va al supermercado. Se acerca a la caja para pagar los huevos. La cajera lo mira. "Sos un pelotudo", le dice, con una sonrisa en los labios. Driver ni siquiera pestañea. "Gracias", le responde, poniendo los huevos en la bolsa. "Me gustás, pero sos un pelotudo." "Uh, bueno... ¡Fuck you!", dice Driver con ese tono gracioso, torpe y algo forro que desarrolló en pantalla. "¿Los huevos están de oferta?" A Driver, de 30 años, le pasaba esto casi todo el tiempo. Si alguna vez hubo un galán menos atractivo que Adam Sackler, el carpintero-actor sexualmente pervertido y raro que interpreta con aplomo en Girls, de HBO, y que le valió una nominación al Emmy, sería difícil de imaginar. A Driver el papel le salió tan brillantemente que pronto empezó a ser castigado por las preferencias de su personaje. Sackler la mea en la ducha a Hannah Horvath, el personaje de Lena Dunham, la creadora del programa. Driver es considerado un hijo de puta. Sackler le pide a una mujer que gatee hasta su cama. Driver se convirtió en un freak siempre al límite, un poco pervertido y demasiado abusador.
Pero si bien Sackler puede llegar a ser la encarnación perfecta de lo peor, al punto de que puede preguntar "¿te habría gustado cogerme cuando tenía 4 años?" con la misma tranquilidad con la que preguntaría si está lindo el día, hacia el final de la primera temporada ya se había metamorfoseado mágicamente en el novio de Hannah, demostrando que era menos pelotudo y más una especie de criatura salvaje perdida. Y podía llegar a ser realmente tierno, a pesar de que su dulzura era tan idiosincrásica que bordeaba peligrosamente el desorden de Asperger. ("Agarrame vos mi rollo", le dijo una vez a Hannah cuando ella estaba teniendo un momento de inseguridad paralizante. "Si lo hacés, te vas a sentir menos sola.") De pronto, Sackler se convirtió en un tipo bueno –en el mundo hipster se volvió una versión divertida del Mr. Big de Carrie Bradshaw– y Driver dejó de ser el hijo de puta de la cultura pop. Ahora, sentado en un espacioso café cerca de su departamento en Brooklyn, describe estos roces pasados con la infamia de Sackler y el mismo pudor con que los descubrió y con que parece afrontar todo lo demás en su vida. "Fue muy incómodo", dice. "Pero ahora ya no me molestan tanto. Ahora casi todos son muy agradables."
Y Driver, en persona, también es agradable. O como dice Dunham, es "un millón de veces más maduro, seguro y civilizado". Pero igual sigue siendo una rareza, con esa cara alargada que parece al mismo tiempo monumental y delicada, y un cuerpo imponente que se mueve con una energía nerviosa. Come seis huevos (menos cuatro yemas) por día ("Tengo un problemita con el control", dice. "Odio la sensación de no tener el control"). Entrena obsesivamente ("Necesito moverme violentamente por lo menos una vez por día o me vuelvo loco"). Una vez, durmió durante semanas en un depósito de pintura en el techo de Juilliard para prepararse para un papel en que el personaje se sentía aislado, y quiere tener hijos pronto así tiene una buena excusa para quedarse en su casa todo el día. No está en Twitter ("No entiendo la tecnología, y me da mucho miedo"), no tiene cable ("De hecho, traté de ponerlo como tres veces, pero es carísimo"), y se niega a mirar Girls ("Es una manera de intentar no controlar todo lo que pasa"). El programa debe ser uno de los productos que mejor expresan el Zeitgeist de la generación de los millennials –y Sackler, su protagonista masculino más representativo– pero Driver parece ser inmune a la cultura que lo creó. "¿Qué significaba «Zeitgeist»?", pregunta sin una pizca de ironía, comiendo su séptimo y octavo huevos del día. "Me siento muy alejado de mi generación. Me siento muy alejado de lo que está pasando."
En buena medida, ése es su atractivo, eso es lo que lo ayudó a conseguir el papel en Girls. No era demasiado conocido en el ambiente, y fue uno de los primeros en audicionar para Sackler. Llegó a la prueba de cámara con un casco de moto en la mano. ("Fue bastante fascinante", dice Dunham.) Su interpretación del papel fue tan inesperada que Dunham se levantó de la mesa y se puso a leer con él. "Ella se levantó y nos pusimos a actuar un poco", dice. "Creo que encontramos un tono que era juguetón, y que parecía funcionar y tener sentido." De hecho, dice Dunham, "su intensidad le dio forma al guión desde un principio. Tuvimos muchísima suerte, a pesar de que no lo conocíamos. Lo único que yo pude decir fue: «Wow. Te llamás igual que el personaje». Quedé como una boluda total".
River nació en San Diego, donde su papá era pastor. Luego de que sus padres se divorciaron, se mudó con su mamá y su hermana mayor a Mishawaka, Indiana, donde había nacido ella. Allí, su madre se casó con un pastor bautista. A Driver le iba muy mal en el colegio y los maestros lo castigaban bastante. Según Driver, en Mishawaka, una ciudad llena de "porristas, equipos de fútbol americano, reinas del baile y ese tipo de cosas", era un inadaptado: un chico al que le gustaba subirse a las torres de radio, vagar por las vías del tren y quemar cosas, y al que lo inspiró tanto la película El club de la pelea que finalmente armó uno propio. "Atrás de Celebrations Unlimited, un lugar que la gente alquila para casarse, había un terreno baldío adonde íbamos en medio de la noche y nos cagábamos a trompadas entre vecinos."
Cuando terminó el secundario, se puso a vender aspiradoras puerta a puerta; cortó el pasto por plata y trabajó como telemarketer para una empresa de impermeabilización de sótanos. Mientras tanto, vivía en una habitación separada del resto de la casa de sus padres, por la que pagaba 200 dólares mensuales de alquiler: una decisión que se llevaba muy bien con la política de amor rígido de su familia. "No podía entrar en el resto de la casa", dice con ironía. "Me obligaron a comprarme una heladera y un microondas." (La relación que tiene con sus padres se entiende cuando cuenta que ni siquiera se molestó en avisarles que había conseguido el papel en Girls. "Es difícil mantener el contacto", dice con resignación. "Tenemos vidas muy diferentes.")
Quería capitalizar la experiencia que tenía por haber actuado en un par de obras en la secundaria, así que audicionó para entrar en Juilliard ("Supuestamente, era la mejor universidad") pero lo rechazaron. Entonces, decidió ir a Hollywood a probar suerte. Se subió a su Lincoln Town Car modelo 1990, que se rompió a 16 km de Amarillo, Texas. Para cuando llegó a California, los escasos ahorros con los que había viajado ya se le habían acabado, y se tuvo que volver a los dos días. "Estaba muy avergonzado, la verdad. Me había despedido de mis amigos y de mi familia. «¡Hasta siempre! Me voy de esta ciudad de mierda a hacer algo que valga la pena!» Cuatro días después, literalmente, estaba volviendo a mi casa con mi heladera."
Después vino el 11-S. En la ola de patriotismo que le siguió a los ataques, mucha gente que Driver conocía empezó a pensar en unirse a las fuerzas armadas. "Estaba discutiendo con mi padrastro y me dijo: «¿Por qué no te enlistás en la Marina?». Yo le dije: «¡Noooooo! Bueno, puede ser, tal vez…». Fui a ver al reclutador, que me dijo: «¿Sos un fugitivo de la policía? Nunca conocimos a nadie que quisiera irse tan rápido»." Las razones de Driver eran más del orden de lo metafísico: "Pensé: «Me voy a convertir en un hombre»".
Hizo el entrenamiento en Camp Pendleton, en California, y se sorprendió al descubrir que le gustaba la vida militar. "Yo nunca había practicado deportes. No había disfrutado de esa camaradería masculina de la secundaria, por ejemplo. Así que de repente, me encontraba en el ejército con estos pibes que estaban bajo circunstancias muy especiales, aislados de sus familias, viviendo como los griegos; me cambió la vida para siempre. De hecho, me gustó mucho. Muchísimo."
Le gustaban las jerarquías, el orden, saber dónde estaba parado cuando entraba en una habitación. También le gustaba la perspectiva que le daba el hecho de que "cuando estás en el ejército, te enfrentás con tu propia mortalidad", cosa que se hizo patente cuando, durante un ejercicio de entrenamiento, su grupo fue víctima, por accidente, de un ataque con fósforo blanco mortífero, y se salvó sólo porque el viento cambió de dirección. Esta experiencia hizo que Driver tomara dos decisiones: "Me dije a mí mismo: «Cuando salga, voy a fumar y voy a ser actor»".
Pero primero, Driver quería completar su servicio, y quedó completamente desilusionado cuando, después de romperse el esternón en un accidente con su mountain-bike ("Me compré la bicicleta en el supermercado porque estaba de oferta, pero nunca había hecho mountain-bike"), se enteró de que no lo destinarían a Medio Oriente. "Hacía cosas muy extremas para demostrarles que estaba bien: me ponía la máscara de gas y mi mochila y salía a correr, o tomaba un montón de hidrocodona y levantaba pesas", recuerda.
Luego de dos años en la Marina, le dieron el alta médica. "Fue devastador. De repente tuve que volver al mundo civil, donde la gente hace cosas bizarras como ponerse sombreros para estar bajo techo, usar la camisa por afuera del pantalón o sentarse toda encorvada. Es difícil recalibrar. Pensar que todo lo que tenía sentido hasta hacía un momento ahora parece como un cuento de hadas." (Fue al supermercado y devolvió la bicicleta.)
De vuelta en casa, en Indiana, empezó a trabajar en un depósito, pero decidió volver a probarse para entrar en Juilliard. Esta vez lo aceptaron. Se mudó al monoambiente de su tío en Hoboken, Nueva Jersey, y consiguió trabajo como mozo. Una vez le sirvió unos espárragos al premio Pulitzer Tony Kushner. Con su agresividad, un residuo de sus días en la Marina, a veces hacía llorar a sus compañeros. "Todos mis amigos estaban en sus destinos para luchar, y yo estaba en un cuarto con aire acondicionado y alfombras viendo cómo la gente se inventaba a sí misma", dice. "Pensaba: «¿Qué carajo estoy haciendo?»."
A veces, Driver todavía siente lo mismo. Tiene una ONG llamada Arts in the Armed Forces, que ofrece teatro de primer nivel a los miembros de las fuerzas armadas y a sus familias, y casi no va al casting para Girls, porque "no me gustaba la televisión. En general, para las audiciones, me creo todo un árbol genealógico antes; pero para ésta fui menos preparado que de costumbre. Y después la conocí a Lena. Ahí me convencí". También lo convenció el guión, que cada detalle en él fuera propulsor de la trama, incluyendo –o especialmente– las escenas de sexo bastante desagradables en que participan los personajes todo el tiempo. "Es todo muy técnico. Tenemos conversaciones sobre granos, por ejemplo: «¿Deberíamos taparlo o lo dejamos así?». En general, los dejamos así."
Esto no impidió que Driver se convirtiera en un tipo al que le sale tan bien hacer de cuenta de que tiene mal sexo que, finalmente, a causa de eso, terminó siendo un poquito un símbolo sexual. Hay una cuenta de Twitter dedicada a su torso desnudo; con su cuerpo de 1,91, es el modelo de la campaña "Back to Blue" de Gap y fue fotografiado por Annie Leibovitz en Irlanda para un porfolio de Vogue. "No me llevo bien con la moda", dice sobre este vuelco inesperado en su carrera. "Me vestía igual que a los 15 hasta que mi mujer" –la actriz Joanne Tucker, a quien conoció en Juilliard, y con la que se casó el verano boreal pasado– "me dijo: «Deberías empezar a ponerte pantalones largos ya. Tal vez los shorts le queden bien a algunos, pero a vos no. Y tal vez deberías cuidarte un poco las uñas de los pies, porque parecen caparazones de tortuga»". Según Dunham: "Ya perdí la cuenta de las veces que me preguntaron cómo huele Adam".
Es una pregunta bizarra, por lo tanto adecuada para Driver (que de hecho huele muy bien), y además es la prueba de esa aura de chico de carne y hueso que él le imprime a su personaje. Y pronto tendrá varios más en su carrera. Aparte de haber terminado de grabar la tercera temporada de Girls, también filmó While We’re Young, su segunda película con Noah Baumbach, recibió elogios por su memorable actuación en Inside Llewyn Davis: Balada de un hombre común (en la que canta una canción con Justin Timberlake y demuestra cuán adorablemente torpe puede llegar a ser), y en febrero empezó a rodar Midnight Special. En unos minutos, lo pasarán a buscar para filmar otra escena en la que le toca cantar, para lo que él describe como una película indie de Saverio Costanzo sobre un matrimonio con muchos problemas. Fiel a su naturaleza, Driver piensa que tiene todo bajo control. "Trato de agotar todas las posibilidades que se me presentan", dice con un tono mesurado. "Y luego, trato de relajarme."
Por Alex Morris
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