Pablo Rago: "Hasta ahora no han demostrado nada; pero si Cristina tiene que ir presa, que vaya presa"
Pablo Marcet (Pablo Rago ) transita los cuarenta y largos, vive en Río de Janeiro por cuestiones laborales y no sabe (ni quiere) establecer un contacto fluido con Andrés (Tomás Wicz), su hijo que se quedó en Buenos Aires junto a su madre (Cecilia Dopazo) y parece estar desesperado por obtener un poco de atención. Obligado por su ex a dejar la ciudad carioca para "hacerse cargo" de la situación, emprenderá un accidentado periplo junto al adolescente en busca de entablar puentes entre sus mundos, tan ajenos como desconocidos.
A Rago le cuesta muchísimo encontrar algún punto en común con ese ingeniero que compone en Viaje inesperado, la película de Juan José Jusid que hoy llega a los cines. Y es que él también es padre de un adolescente y asegura que todo el tiempo busca encontrarle la vuelta a la relación para brindarle seguridad y confianza. "La clave está en no ser careta, porque nadie me conoce mejor que él", dice el actor a LA NACION sobre Vito, el hijo que tuvo con la actriz María Carámbula. "El trabajo hay que hacerlo desde antes porque ningún hijo nace adolescente. Hay que educarlos desde el primer momento y cuando van creciendo, la idea no es ir delante de ellos, sino a la par o atrás, cosa que si nos necesitan sepan que estamos ahí", explica. En ese sentido, el actor podría sentirse más cercano a Coco, el padre "canchero" aunque algo inmaduro que compone en la tira 100 días para enamorarse: un hombre capaz de escuchar, de acompañar y de ponerse en el lugar de una hija no biológica que está en plena transición de género.
Rago tuvo su primer papel en 1977, en la telenovela de Canal 13 Mi hermano Javier. Tenía 4 años, y desde entonces, nunca paró de trabajar: protagonizó éxitos televisivos como Clave de Sol o Amigos son los amigos, trabajó en una veintena de películas -dato curioso: es el único actor que trabajó en las dos argentinas que ganaron el Oscar, La historia oficial, de 1985, y El secreto de sus ojos, de 2009- y en otras tantas obras de teatro. Hizo de niño, de adolescente y de joven adulto, y hoy le toca hacer de padre.
–¿Cómo trabajaste la relación con Tomás Wicz, tu hijo en Viaje inesperado?
–A los padres de Tomás los conozco desde hace muchos años porque su mamá es actriz (Alejandra Rubio) y su papá fue el autor de Clave de Sol (Jorge Maestro). Me acuerdo que después del primer día de ensayo, Tomás me pidió mi celular, y yo para trabajar el personaje, no le respondí ningún mensaje de los que me fue enviando. ¡Lo ignoré sistemáticamente! Cada vez que nos veíamos, me decía "te escribí" y yo le respondía que no lo había visto. Así fui trabajando el personaje de padre distante. Después, nos fuimos conociendo en el rodaje.
–¿Qué es lo que te convenció de participar de este proyecto?
–El guion me lo acercó Jusid dos años y medio antes de comenzar el rodaje, pero en ese momento se cayó el proyecto. Nos volvimos de encontrar en el Festival de Cine de Mendoza y me contó que la iba a retomar, me volvió a mandar el guion retocado y ya había tomado una forma que me interesó mucho más. Siento que esta es su primera película personal, en la que habla de él o que, al menos, lo toca de cerca. Y me parece interesante que trata el tema del bullying, un concepto que por ahí es ajeno a nosotros, los que tenemos más de 40. En el colegio, el otro era el gordo, el de anteojos, el flaco... Uno no tenía en cuenta que podía lastimar a alguien al referirse a su forma física.
–Esta película marca el regreso de Jusid al cine, ocho años después de su última película, Mis días con Gloria... ¿Cómo fue el trabajo con él?
–Me alegra mucho que Jusid pueda estrenar una película. Es un tipo que admiro mucho, aún desde antes de conocerlo y desde que lo conozco más todavía. Es un gran director de actores. Yo había hecho una pequeña participación en Apasionados (2002) y en un capítulo de Historias de diván (2013). Me dirigió muy bien y eso es algo bastante poco común. Trabajo de esto desde hace muchos años y me han tocado infinidad de directores, y la verdad es que Juan tiene una sensibilidad muy grande, aún cuando es un tipo muy práctico, que filma lo que necesita y que sabe muy bien lo que quiere.
–¿Te gustó el resultado final?
–Sí, la vi el año pasado cuando la presentaron en Bolívar [N de la R: parte del film transcurre en ese municipio bonaerense] y lloré toda la película, casi de principio a fin estuve muy emocionado.
–También tuviste un reencuentro con Cecilia Dopazo, tu excompañera en Clave de sol...
–Sí, siempre que nos vemos hacemos el mismo chiste, yo le digo "hola, Julieta" y ella me responde "hola, Lucho". Es una divina. Para mí, el recuerdo de Clave de Sol es más fuerte que todo lo que hice después. Cada vez que me encuentro con Cecilia o con Leo [Sbaraglia] o con cualquiera de los otros chicos con los que nos seguimos juntando, es como volver a tener 17 años.
–¿Por qué?
–Porque la tele en esa época era otra cosa , vivíamos dentro del canal, el viaje de egresados era ahí adentro y a mí me quedó para siempre el cariño a esos compañeros. Le tengo cariño a Clave de sol, porque las personas con las que compartí esos tres años me dejaron una marca grande. Y la gente me lo recuerda todo el tiempo en la calle.
–Empezaste a trabajar de muy chico... Si Vito te hubiese dicho a los 7 u 8 años que quería actuar, ¿qué hubieses hecho?
–Lo hubiera mandando a estudiar, no a trabajar directamente. De hecho, alguna vez me ha dicho "bueno, de última puedo ir y probar con actuar". No, andá y preparate, no te aproveches de que tus padres son actores. Esa sería la única exigencia que se me ocurre, que se prepare para lo que quiera hacer. Por ahora, no tiene esa veta ni tampoco tiene decidido qué quiere hacer más adelante.
–¿Vos te acordás en qué momento lo decidiste?
–Recuerdo que a los 16 atravesé la típica rebelión contra los padres y no pude separarme de la actuación porque era lo que me gustaba hacer. Y después a los 22 o 23 me planteé qué pasaría si hiciera otra cosa, y la verdad no se me ocurrió nada que disfrutara más.
Éxitos, crisis y batallas
Pese a que trabaja desde hace tantos años, Rago disfruta del contacto con la gente y del reconocimiento en la calle. El éxito de 100 días para enamorarse es uno de los fenómenos del año, y él está muy orgulloso de formar parte de la tira que Underground produce para el prime time de Telefe.
"Lo que pasa con la novela es alucinante", dice Rago. Puntualmente, destaca el trabajo que lleva adelante Maite Lanata, que interpreta a una chica en plena transición a aceptar su identidad de género y pasar de ser Juani a ser Juan. "Ella se involucró mucho con el personaje, con la historia que iba a contar. Nosotros ni sabíamos para dónde iba a disparar y sin embargo ella tiene un respeto por lo que está contando… Y hay algo que se generó entre Nancy, ella y yo que da la sensación de que es una familia verdadera. No somos amigos ni nos vemos afuera, pero cada vez que estamos grabando somos una familia", apunta.
–¿Qué comentarios te hacen en la calle?
–Es increíble lo que genera 100 días... ¡Hasta el portero me trata distinto! La tele genera eso, porque se mete en tu casa, te lleva temas a la hora de la cena. Me ha sorprendido mucho la gente que me dice "yo tengo un Coco en mi casa" o "mi cuñado es igual a Coco" (risas). Sé que Underground ha generado mucho éxitos, pero entiendo que hay algo especial con esta tira.
–¿Y con el tema de la transformación que experimenta el personaje de Maite Lanata?
–Eso también es increíble. Un taxista que se ve que tenía alguna situación similar en la familia, me hablaba la otra vez con tanto cariño del trabajo de Maite y de lo bueno que está que el personaje de Osvaldo Laport no entienda lo que está pasando. Mi vieja, que siempre está rodeada de gente joven no lo entiende… La otra vez me preguntó si la actriz que hacía de mi hija era normal, y mi hijo estalló. Ella se disculpó diciendo que es una persona mayor y es cierto, hay que tener cierta condescendencia con eso. La tele te tira el tema arriba de la mesa, si no lo hablás es porque no querés.
–También generó mucha repercusión en las redes sociales la escena que compartiste con Facundo, el hijo de Carlos Calvo. ¿Cómo es la relación con él?
–Sí, fue muy lindo y estábamos esperando compartir una escena. A Facu lo conozco desde chiquito, imaginate que nos íbamos de gira todos juntos. Lo volví a encontrar el año pasado, antes de empezar la gira de Como el culo en Villa Carlos Paz; él estaba trabajando para Faroni y vino a traerme unos papeles, y cuando bajó del ascensor lo reconocí enseguida porque es Carlín cuando era chico. ¡Me dio una emoción! Siempre hablamos, me cuenta cómo está su papá y me reclama que cuando íbamos de gira nunca le prestaba la Play (risas).
–Además, el programa le está dando una pelea muy fuerte a Marcelo Tinelli en materia de rating...
-Sí, yo no entiendo mucho del negocio de la tele, pero me da la sensación que un programa que está en el aire desde hace 10 meses, tan instalado, puede tener días que baje un poquito, pero el público no se va a ir. En todo caso volvió el programa que otro público estaba esperando.
–¿Cómo ves la situación de las ficciones argentinas?
–El cine está paradísimo. De hecho, el estreno de esta película es un aborto, porque salir a esta altura del año, con las cosas como están… Yo estoy por estrenar en teatro también y no estoy asustado, pero uno piensa que en una salida de dos personas te gastás fácilmente 2 mil pesos. En nuestro medio se nota mucho cuando las cosas no están bien.
–¿Cuál es tu opinión de este momento desde el punto de vista político?
–Es sabido que a Mauricio Macri no lo voté, pero lo que me da desilusión es que se cumplió lo que nosotros decíamos que iba a pasar. Los que somos un poco más grandes ya pasamos por situaciones similares, ya conocemos de este tipo de recetas para que la economía mejore. Me da mucha pena porque muchas cosas que sí funcionaban o que ya estaba instaladas va a haber que reconstruirlas en el futuro.
–En algún momento te manifestaste a favor de "la grieta"...
–Sí, porque está claro que el país está dividido en dos y yo quiero saber de qué lado estoy y quién es el que tengo enfrente. Hay una parte de la sociedad que después de adquirir derechos que antes no tenía, que pudo empezar a viajar al exterior o lo que sea, se creyó que era parte de la realeza; entonces terminamos cayendo en lo mismo en lo que ya habíamos caído hace 15 o 20 años. Es muy triste para alguien de mi edad tener que pensar en volver a remar para levantar todo esto.
–¿Sufriste alguna vez por haber hecho pública tu posición política?
–No, nunca lo sufrí. Con respecto al laburo, trabajé más que nunca: el año pasado hice cinco películas, estoy en la tira de Telefe, hice un documental sobre el sistema universitario argentino. Y la gente me respeta mucho, más allá de que muchas veces se me acercan y me dicen "qué buen actor que sos, lástima que seas kirchnerista". Nunca sentí el rechazo de la gente… En las redes, por supuesto, porque escondido detrás de una pantalla siempre es más fácil putear.
–¿Creés en la inocencia de Cristina Kirchner?
–Me gustaría que se resuelva su situación de una vez, pero a los diarios y las revistas o los portales de internet les sirve que Cristina esté todo el tiempo ahí. Hasta ahora no se puede demostrar nada, y uno ve que gastan dinero en excavaciones … Parece que estuviésemos en una película de piratas. Yo me considero un tipo justo, y si Cristina tiene que ir presa, que vaya presa. Pero este procesamiento de Bonadío está tan mal hecho, tan direccionado, que va a empañar la verdad.
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