En otro show demoledor en el estadio Malvinas Argentinas, la banda comandada por Mike Patton, con su eterna ironía y ambigüedad, coqueteó con la separación definitiva; crónica y fotos
Una apertura muy Faith No More. La instrumental "Woodpecker From Mars" –casi progresiva– y lo que para cualquier otra banda hubiera sido un paso en falso se transformó en todo el Estadio Malvinas Argentinas coreando el riff de violines que sostenía Roddy Bottum desde su teclado. Sobre el final, Mike Patton apareció en el escenario, el voltaje subió todavía más y el cantante arrancó con un fragmento de "Delilah" (popularizada por Tom Jones). No hubo tiempo ni para parpadear. Se vino una patada en las encías con "Land of Sunshine", un gancho al hígado con "Be Agressive", un cruzado en la sien con "Midlife Crisis" y el knock out con "Caffeine". Todos vestidos de impecable blanco y con una escenografía saturada de flores que imponían una estética de funeral –casi un anuncio de que no habrá más retornos–, la banda de San Francisco golpeaba donde tenía que golpear con cuatro temas fundamentales del imprescindible Angel Dust (1992). Habían pasado poco más de 20 minutos y quedaba claro que se trataba de un show imponente.
La primavera alternativa de los 90 parece haber quedado allá lejos y hace tiempo. Los sobrevivientes no fueron muchos y la brisa pareció desvanecerse entre el vaho de tendencias indulgentes. Sin embargo, el escenario que favoreció su surgimiento sigue más anquilosado que nunca. Fórmulas de fórmulas, repetición de repeticiones, más y más de lo mismo. Articulando metal, funk, soul, hardcore, avant garde y mucho más, Faith no More creó casi un género propio y demostró una gran habilidad para meter todas esas influencias en canciones. Es cierto que desde el regreso en 2009 no hubo disco nuevo y posiblemente nunca lo haya –aparentemente las delicadas relaciones internas no se bancarían la tensión del estudio– y a nivel sonido y arreglos la banda no se movió de la foto de los 90. Pero sobre las tablas no dejan resquicios para mayores cuestionamientos.
La arquitectura de la banda se sostiene en la elástica y camaleónica base conformada por Billy Gould (bajo) y Mike Bordin (batería), esa estructura es coloreada con los teclados de Roddy Bottum –nunca virtuosos, pero casi siempre muy personales– y Jon Hudson tonifica las composiciones con lo que cada una pida –los guitarristas de FNM siempre fueron tan inestables como los bateristas de Spinal Tap–. Pero claro, a esa amalgama de estilos y fermentos hay que sumarles que en 1989 la banda se sacó la grande. Por entonces Faith No More había perdido a su cantante Chuck Mosley y optó por el joven y desconocido frontman de Mr. Bungle… ¿Se puede pedir mejor fortuna? Patton cuando quiere canta. Y de la mejor manera. Cuando quiere berrea, maldice, rapea, se ríe, hace beatboxing, usa un megáfono, efectos y bastante más. Es lo más cercano posible a un Hendrix de la voz. Un hombre con ideas y carisma, que también compone.
"¿Hace frío?¿Hace frío? ¡Entonces vamos al concierto de Ringo Starr!", aguijoneó risueño Patton en un castellano bastante decente antes de la versión de "Evidence" –también en castellano–. Uno minutos antes la humorada había tenido como protagonista a Charly García. Después habría tiempo para la hipnótica "Last Cup of Sorrow", la elegante "Ashes to Ashes" y las más abrasivas "Digging the Grave", "Cucko for Caca" (donde Patton siempre parece a punto de romper su garganta) y "The Gentle Art of Making Enemies" (en la que el cantante agitó tanto que terminó tirado en el piso), entre otras. El cierre oficial del show fue con "Epic" (el único hit global de la banda) y la balada épica "Just a Man" (otra oportunidad para disfrutar de Patton en modo crooner sardónico). Había llegado el momento de la retirada y la ceremonia de los bises.
A los pocos minutos, Patton volvió con un féretro lleno de flores, que tiró –casi una a una– al público. "Y esta tarjeta de crédito también", bromeó, como para sumarle ironía a la ironía. Llegaría una canción desconocida que la banda no presento –¿un tema nuevo del disco nuevo que nunca saldrá?– y le sucedieron los saltos obligatorios de "We Care a Lot". La gente quería más y la banda debió salir nuevamente. El cierre definitivo fue con la versión de "This Guy's in Love with You" (Burt Bacharach). Había pasado poco más de una hora y media de show y las luces se prendían definitivamente.
Acaso el show del 2009 en el Pepsi fue más eléctrico y shockeante. La acústica del Malvinas Argentinas hizo brumosos los pasajes más densos de guitarras y hasta se podría decir que Patton estuvo un poco más medido que de costumbre. Pero Faith No More sigue contando con un arsenal de canciones macizas y desafiantes, capaces de ganarle la pulseada al tiempo y mucho más, y decididamente son de esa raza de bandas –ya casi en extinción– que se potencian en vivo. Los seis mil espectadores que abarrotaron el Malvinas Argentinas quedaron felices. Y el sueño de un nuevo disco y un nuevo show sigue flotando en el ambiente.
Por Sebastián Feijoo
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